En la actual situación de pandemia --que la mayoría del país parece no reconocer--, los mayores no sabemos qué hacer cuando tenemos ciertas dolencias que son propias de la edad y no se deben ocultar porque pueden ser síntomas de otras ocultas de gravedad: fiebre moderada, tos, mucosidad o frío que no se va a pesar de estar sentado bajo las faldas de la mesa camilla y entonces, uno se pregunta qué hacer.
Si llamas a Salud Responde te contesta el Lucero del Alba y el Coño de la Bernarda que te hace una pedorreta; si optas como he hecho, por acercarte a Urgencias del Centro de Salud de Pinillo Chico, el cual me parece una cárcel de las películas de terror, desangelado, frío con escaleras que rompen el espacio, probablemente diseñados por un arquitecto psicópata; si lo hago, me puedo encontrar que la doctora me mande un análisis rápido de orina, lo entrego y me siento con otros que esperan también, hasta que me llaman de nuevo y me vuelven a atender.
Cuando salgo me entero que he estado sentado junto a presuntos contagiados de Covid-19 sin que nadie me lo advirtiese.
Uno se estremece porque se llega al centro con una dolencia menor y puedes salir de él con un contagio que te cueste la vida, no hay espacios de confinamientos preventivos, se le ha perdido el respeto a la pandemia. Luego en la calle, ves a quienes estaban dentro muy afectados bebiendo y fumando en las terrazas sin mascarillas, sin protección.
¿Alguien cree que haciendo el gilipollas venceremos a la peor pandemia desde la Gripe española de 1918?
01¿Cómo no tomarse en serio que el coronavirus Covid-19 ha matado ya a 6.200.000 personas? ¿Alguien reconoce que no tiene ningún derecho a contagiarme porque fume? ¿Qué nos está pasando, nos estamos volviendo carajotes o qué?
Y luego se me cabrea la gente cuando afirmo que vivo en una ciudad de catetos. | Texto: Jesús María Serrano Romero