Sabemos que nadie suele ser profeta en su tierra ni aunque las cosas le vayan bien. La envidia, la dentera, la pelusa e incluso los celos ejercen tal poder en el personal que, a veces, consiguen cambiar la percepción real que tengamos a mano por amistad, vecindad o admiración por cualquier talentoso relativamente cercano. Y esta tara tan común a muchos de los mortales, se hace especialmente significativa en esta tierra en la que los talentos emergen de debajo de las piedras, y en donde las altas capacidades restan más que suman. Es El Puerto una ciudad que obra muy cainitamente con los suyos, situando curiosamente la contrapartida en la excesiva magnificencia que se otorga a cualquier mendrugo foráneo que se deje caer por estos lares. | Foto: Kiko Sánchez. Hacia 1910.
Muchos de estos últimos nos vienen a la memoria por tener que cruzárnoslos casi a diario por calles y plazoletas, pontificando e hiriendo mismamente la inteligencia del sentido común porteño. Hagan si no un ejercicio de distracción, de despiste, y verán cómo se les aparecen por las esquinas.
¿Se acuerdan de los monetes de El Puerto? Sí, hombre, esos locos del Monkey Week que se tuvieron que ir de su tierra porque aquí ya no cabían, o quizás porque aquí no se supo hacer sitio para que cupiesen. El Monkey Chico es otra cosa.
¿Se acuerdan también de los cortometrajes del Shorty Week Film Festival? Esos locos del cinematógrafo que inundaban El Puerto con películas de pequeño formato llegadas desde todos los confines del orbe, y que se tuvieron que ir de su tierra porque aquí tampoco cabían.
Y ahora más recientemente que se nos van huyendo de miedo los hacedores del Festival Insomnia, referente español del cine fantástico y de terror que huyen despavoridos de una tierra que se resquebraja poco a poco culturalmente hablando.
De una tierra que menosprecia el talento de su gente y que confunde la velocidad con el tocino. Donde los hechos culturales están pasando desgraciadamente a un segundo plano en beneficio de un frikismo hortera de andar por casa en bata de paño. Parece que Caronte ha cruzado el Guadalete. Mecachis en la mar. | Texto: Manolo Morillo
Me gusta y tienes mucha razón