Rescatamos del libro del olvido a otro ilustre y poco conocido paisano, Francisco Castellano Medero. Un personaje del siglo XIX, portuense de nacimiento, que realizó una interesante carrera eclesiástica. Estudió Latín, Filosofía y Teología en el seminario de Cádiz, donde alcanzó el Diaconado y, muy joven, con veintipocos años, al ser consagrado, José María Urquinaona que era profesor en el seminario y su Director Espiritual le nombró Familiar [secretario personal] suyo, cargo que mantendría cuando aquel fue nombrado, en 1868, Obispo de Canarias y, posteriormente, diez años después, Obispo de Barcelona, donde alcanzaría una gran popularidad, dando su nombre a una céntrica plaza de la capital catalana.