Con un paquete de leche en polvo en cada brazo y el baby azul me paré en el Ave Maria a comerme un par de dátiles y unas cuantas mecitas. Emprendí el regreso a casa y, al paso por calle Durango me paró ‘el Peluca’ y me dice: «—Dani, voy pa Urbaluz, A los tendederos, te viene?» «—No se quillo, ahora te digo, suelto esto y salgo». Mi madre estaba planchando las ropas de los seminaristas de San Luis, que antes había lavado a mano. «—Mira mamá, leche en polvo nos han traído los americanos».» «—Huy, pues me va a venir muy bien, déjalo dentro del mueble de la cocina; fuera no, que están saliendo ratas del pozo, Dani. A ver si Antonio quiere poner 4 o 5 trampas». «—Mamá, me voy a jugar a la Fábrica de Harina». «—Espera, espera, sin merendar no te vayas». Me dio un trozo de pan con chocolate y salí embalao. «Y no te pierdas, Danielito que, como salga a llamarte y no estés, el babuchazo no te lo quita ni tu abuela».
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