Muchos seguiremos buscando los orígenes de este arte mirando hacia atrás mientras que el presente se nos escapa. Luego tendremos que estudiar cómo eran el cante de Manuel Ríos Núñez 'el Pititi del Puerto' y el toque de José de Pura. Con lo fácil que es escucharlos en persona y disfrutar con ellos. | En la imagen, Pititi del Puerto, Antonio el Marsellés, Tío Anselmo Cruz y José de Pura. Foto: Pepe Durán
Estamos viviendo en los últimos años una fascinante avalancha de investigaciones centradas en los orígenes del flamenco: rastreos en bibliotecas, hemerotecas, censos, archivos parroquiales, municipales y privados a la búsqueda de coplas en cancioneros antiguos, fotografías, partituras, discos, partidas de bautismo, etc. Lo que estamos aprendiendo es una barbaridad. Por lo menos en mi caso. Se está reescribiendo la historia del flamenco a la luz de los datos perdidos. Pero.
No hay que perder de vista que el flamenco si es verdadero arte, esto es, si no es la mera reproducción de lo aprendido, se está creando cada vez que se produce, en cada performance, que diría Paul Zumthor. Solo hay que tener los ojos abiertos para darse cuenta cómo los auténticos flamencos crean en sus interpretaciones, lo que quiere decir que están situados en los mismos orígenes. Ahí no hay que acudir a la frialdad de los archivos, sino al calor de la fiesta, para ver el alumbramiento del género.
Digo todo esto porque hasta hace pocos años en cualquier reunión de flamencos se hablaba de cantes, de anécdotas vividas con los flamencos, de sus gestas hiperbólicas o de cómo hacía Fulano el cante de Mengano. Todo acientífico, vale, pero los neófitos se enganchaban a esas maneras. Pero ahora no, ahora esas conversaciones son raras pues se centran en el año en que nació determinado artista, se cita tal o cual partitura o el último cilindro de cera desempolvado. Y no digo que carezca de interés eso, en absoluto, sino que creo que para que se acerquen más personas al flamenco –y buena falta nos hace– será más atractivo escuchar hablar del Beni, de Fernanda o de Anzonini que de un apunte en un censo. O ver cantar/tocar/bailar a gente realmente buena en vez de hablar largo y tendido sobre las vicisitudes pasadas para encontrar el número de la calle donde vivió La Trini o el número de pie que calzaba Rosario la Mejorana.
| El Pititi del Puerto | Foto: Pepe Durán
Fuera del mundo de Facebook y otras redes sociales pierde uno la posibilidad de acceder a algunas informaciones, para bien o para mal. Gracias a algunos amigos me llegan cosas. En un grupo de WhatsApp en el que estamos 19 personas, entre aficionados y artistas, Manuel Garrido ‘Manuel de la Fragua’ mandó hace unos días un enlace de Facebook al que pude acceder y que recogía un momento de una fiesta en la que canta el Pititi del Puerto con la guitarra de José de Pura. Me llevé una gran sorpresa, pues tuve la fortuna de estar ahí. Fue en el Restaurante El Cine, en Mairena del Alcor, el 10 de marzo de 2016. La fiesta la organizaron José Manuel el Cuevas, del Viso del Alcor, y el genial Antonio el Marsellés (que acumula más apodos que nadie, pues además es conocido por Antoñín, el Puche, el Marqués y el Gato) con la alegría de haber hecho un reciente buen negocio. El artista de artistas antequerano tenía ganas de fiesta. Unos días antes yendo él por la calle Larios de Málaga vio a José de Pura a lo lejos. Cuando el tocaor chiclanero se dio cuenta comenzó a tocarle las palmas por bulerías mientras Antonio se le fue acercando a la vez que bailaba para sorpresa y deleite de la ciudadanía. ¡Artistas!
El Marsellés secuestró a José durante unos días y al final lo llevó a esa fiesta que organizó en Mairena. Para la ocasión contó como guitarrista a José de Pura (José Antonio Núñez Heredia) y de cantaor a su tío Manuel Ríos Núñez, el Pititi o Loquito del Puerto (hijo del cantaor el Loco del Puerto, de la familia del Nitri, y de una hermana de Orillo y Rancapino) junto a su hermano El Sopas. También avisó a amigos como Paco Fernández, de Mairena, a Antonio Hermosín, Angelote Camacho y su sobrino Carlos, de Morón, Tío Anselmo Cruz, de Écija, a Pepe Durán, de Casabermeja, y su mujer Oliva, a Martín Guerrero, el de Casa Patas, y a quince o veinte personas más, yo entre ellos, con el permiso de llevar a alguien. Llamé a mi tío Luis Soler para que disfrutara.
Atiné a llevarme una grabadora con la que pude recoger algunos fragmentos sabrosos de la fiesta. ¿Qué pudimos escuchar allí? Aparte de disfrutar del compás y el carisma del Marsellés y de la gracia y el ae del cante y baile de Tío Anselmo Cruz, a uno de los cantaores de mayor personalidad que existen hoy. ¿El que mejor canta? No. ¿El más largo? Tampoco, aunque lo cierto es que por bulerías Pititi es largo como una soga. Solo escuchamos a un flamenco que crea cada vez que canta, que no se parece a nadie, con una gitanería difícil de encontrar y que encandila a cualquiera que tenga sangre en las venas. Nada más y nada menos. Crear en el cante consiste en saber robar sin dejar huellas en el camino. Como el autor del crimen perfecto, que borra las pistas de la mangancia. Pititi opera del mismo modo que sus antepasados, que tomaban romances de la tradición oral o fragmentos de zarzuelas para interpretarlos de manera distinta. Convertían en cantes los materiales cantables con que se topaban. Así fue en los orígenes.
| El Sopa y su hermano Pititi, Antonio el Marsellés, Pepe Durán y José de Pura | Foto: Pepe Durán
Por otra parte, como contrapunto tenía a su vera a uno de los tocaores que mejor acompañan el cante sin ojanas. José de Pura dio una lección magistral de cómo hay que mimar a un flamenco que vive en las esencias, en los antípodas del cante mil veces calculado. Para tocar así hay que saber mucho de cante, hay que guardarle un respeto tremendo al cantaor, llevarlo en volandas y no dar notas sin ton ni son. Tonos justos, brillantes, falsetas cortas y acordes al cante y sensibilidad y talento para tirar p’atrás cuando el ritmo se aligera indebidamente. Y me pregunto: ¿dónde están los programadores de eventos que no tienen más en cuenta a este extraordinario tocaor?
Muchos seguiremos buscando los orígenes de este arte que tanto nos conmueve mirando hacia atrás mientras que el presente se nos escapa. Luego tendremos que estudiar cómo era el cante de Manuel (que ya está casi ciego y chunguito) y el toque de José, afortunadamente joven y en plenitud. Con lo fácil que es escucharlos en persona y disfrutar con ellos. El tiempo va que vuela y corremos el riesgo de que de tanto mirar atrás nos perdamos lo mejor de ahora | Texto: Ramón Soler Díaz | Fuente: Expoflamenco.
Me ha encantado papá
Manolo de lo Rio o El Pititi es un diamante en bruto que no se pudo pulir
Manolo de los Rio como se le conoce en Diccionario Flamenco. Es una de la voz mas flamenca que yo escuchado en El Puerto.