Al comenzar la década de 1920, cuando el comediógrafo portuense Pedro Muñoz Seca estaba en la cumbre del éxito --en 1918 había estrenado La venganza de don Mendo, su obra más celebrada y aplaudida--, el Ayuntamiento bautizó con sus apellidos el teatro de verano que en 1921 acordó instalar en la plaza de la Pescadería, en el que no faltaría la representación de algunas de sus obras.
El año anterior el autor había venido a El Puerto para recibir de sus paisanos un caluroso y tumultuoso homenaje que incluyó la inauguración de una placa conmemorativa en su casa natal de la calle Nevería nº48. El escritor, a sus 39 años, estaba de moda, llenando con su prolija producción los escenarios españoles.
| El alcalde, Manuel Ruiz Calderón inaugurando la placa dedicada a Muñoz Seca, a su lado, de blanco. 8 de septiembre de 1920. “Los pueblos que honran a sus hijos, se honran a sí propios.”, comenzaba la placa.
1921, el estreno
Por primera vez, en 1921 el Ayuntamiento iba a convertirse en empresario teatral, tal como había hecho en 1919 y 1920 al explotar el ‘Cine Benéfico’ que estableció en la plaza del Carbón (luego de Colón). Como entonces, el teniente de alcalde Antonio Gutiérrez Gómez (que fue alcalde en los primeros meses del 20) fue designado para llevar adelante el proyecto, encargándose de todo lo concerniente al local, las contrataciones de los artistas y el capítulo administrativo.
| A la izquierda la plaza de la Pescadería en la década de 1920. Autor: Walter Mittelholzer (1894-1937), piloto pionero de la aviación suiza, realizada en mayo de 1928, a 300 metros de altura | Coleccion ETH-Bibliothek | Detalle de fotografía facilitada por Javier Seren.
La vieja plaza de la Pescadería, como la del Carbón y la del Castillo, formaba parte del marco donde se celebraban --desde 1846-- los espectáculos festivos organizados en las temporadas veraniegas, actuando estos espacios públicos como la prolongación del Vergel del Conde y el Parque Calderón, que por la estrechez de sus paseos estaban muy limitados para acoger determinados espectáculos. Muestra de ello es que aquel año de 1921 los focos eléctricos (de 400 bujías) que con carácter extraordinario se colocaron para las fiestas, se prolongaron desde el puente de San Alejandro --leo en la Revista Portuense-- hasta el lugar donde ha sido instalado el teatro de verano.
| Alzados y planta del Salón-Teatro Variedades que en 1909 se instaló en el paseo del Vergel. Archivo Municipal.
Abrió sus puertas el 26 de mayo y las cerró el 27 de septiembre. Aunque en un principio la entrada se fijó en 1 peseta la silla y 25 céntimos la general en grada, ante reiteradas quejas del respetable el precio de la silla se rebajó a 60 céntimos. Durante los cuatro meses que permaneció instalado el teatro, pasaron por escena 20 espectáculos, todos de artistas de variedades, salvo un grupo de teatro integrado por aficionados portuenses.
| Un insólito aspecto de la plaza de la Pescadería, cuando el frente de los edificios, inexistentes o transformados, daban al río Guadalete. A la derecha la casa que alberga actualmente el bar Milwakee.
Se abre el telón
Y una portuense inauguró la temporada, la canzonetista (voz italiana entonces en boga para nombrar a las cantantes) Adelita C. Navarro, de cuya actuación la Revista Portuense, inmisericorde, dijo que “debe estudiar mucho antes de presentarse de nuevo al público”.
| Foto izquierda: Isabel Luciano en 1923. Foto derecha: Paquita Robles ‘la Pitusilla’.
Con más éxito que la paisana, sucesivamente actuaron las también canzonetistas Araceli Bárcenas (la que más gustó), Paquita Robles ‘la Pitusilla’ (para quien el maestro Aramburu compondría en 1931 la célebre canción Yo te daré café).
También actuaron Aurora Morillas, anunciada como reina del couplet fino, Maruja Moreno e Isabel Luciano; y con ellas, la cantaora jerezana Luisa Requejo acompañada a la guitarra por el maestro también jerezano Javier Molina. Luisa Requejo, de la escuela de Antonio Chacón e influencias de La Niña de los Peines, ya había actuado en El Puerto en diciembre de 1912 en el Salón La Amistad, el café-cantante que tenía la taberna El Navío de calle Luna esquina a Misericordia (donde hoy está la sala de visitas de las Esclavas).
| Luisa Requejo (1898-1940). Foto derecha: Javier Molina (1868-1956).
Junto a las siete voces femeninas mencionadas, siete bailarinas pisaron el escenario del ‘Muñoz Seca’, con sus nombres artísticos en diminutivo: Consuelito Bravo, Rosarito Ruiz, Sarita Vizconti (fados, fox-trot…), Anita Osborne, la jerezana Manolita González (que ya actuó en 1919 en el Teatro Romea que se instaló en la plaza del Castillo, del que escribí en Gente del Puerto, nótula 2.458 en GdP), Lolita Molina y La Alexandrina.
Completaron el elenco de artistas el Trío Hermanas Gayarre, que eran cantantes, bailarinas y maquietistas (transformistas cómicas), y tres troupes: Les Harturs, Les Rossi-Arturs y Les Ossorios-Jercolís, troupe luso-hispano-brasileña formada por dos señoritas y dos caballeros que interpretaron un amplio repertorio de canciones y bailes regionales, “modernistas”, de salón, valses, tangos, machichas brasileñas, guateques (bailes de negros ecuatorianos) y los norteamericanos fox-trot y one-step. Y como eran muy apañados, también ejecutaron diálogos cómicos e interpretaron, en consideración al público portuense, la obra de Muñoz Seca El servicio obligatorio.
Cine en los intermedios
A veces, antes de las actuaciones de algunos de los artistas se proyectaba una película –ocho en total, mudas, por supuesto- que habitualmente, por su largo metraje, se pasaban en varias noches. Contó la Revista que las que más aplausos arrancaron fueron El millón de dólares (en 23 episodios), la histórica corrida de toros que en La Maestranza lidiaron, el 22 de abril de 1914, Joselito, Rafael el Gallo, Gaona y Belmonte, y Tarzán de los monos (1918), la primera película que se rodó sobre el personaje de Burroughs.
| Final del Tarzán de los monos (1918) que vieron los portuenses en el ‘Muñoz Seca’. YouTube.
Bajando el telón
Cerrando la temporada, tras la actuación del prestidigitador Alba-Palermo, que se anunciaba como ilusionista y adivinador del pensamiento, de nuevo el arte de la tierra, en esta ocasión un grupo de aficionados al teatro que se hacían llamar Sociedad Artística Portuense, que en cuatro noches representaron, sin pena ni gloria, siete obras; entre ellas, tres de otros tantos paisanos: el sainete de Muñoz Seca El contrabando (1904), el entremés A gusto de los dos de José Picazoy el sainete Imposibles para el arte (impreso en 1913) de Antonio Caraballo Grabán, arrumbador de profesión y escritor teatral de afición que en 1919 había abierto en Ganado esquina a Zarza el despacho de vinos Los Tercios.
| La plaza hacia la Pescadería que se construyó en 1876, con la fuente que hoy está en el Parque Calderón.
La temporada transcurrió sin incidentes reseñables, salvo que a dos chavales --bolcheviques en miniatura y zulús de temporada los llamó la Revista Portuense-- los cogieron apedreando el teatro cuando lo instalaban, por lo que le pusieron una multa de 2 pesetas por cabeza. Y una peseta le dieron como gratificación a José González, avisador (recadero) del teatro por devolver a su dueña un bolso de plata olvidado.
1922, la reapertura
Debió dejar buen regusto aquel teatro ‘Muñoz Seca’ de quita y pon pues al año siguiente volvió a instalarse en el solar de la plaza de la Pescadería. Las funciones se ampliaron a dos secciones (sic, sesiones) diarias, a las nueve y a las diez y cuarto de la noche. Estrenó el local, avanzada la temporada, un telón de boca con un anuncio de la bodega Hermanos Sancho.
| Un desangelado aspecto de la plaza de la Pescadería, con unas jóvenes palmera de la actual calle Compositor Javier Caballero, con la fachada que alberga en la actualidad, al bar Milwakee.
Los espectáculos comenzaron el domingo 10 de junio con un cuadro artístico dirigido por el actor cómico portuense Pepe Moya, que en varias noches representaron once obras entre comedias, entremeses, sainetes y diálogos de los Álvarez Quintero, Vital Aza, Ramos Martín… y, como el año anterior, El contrabando de Muñoz Seca.
Hasta fines de agosto, cuando el ‘Muñoz Seca’ cerró sus puertas para no abrirlas nunca más, se sucedieron las actuaciones de artistas de varietés, siempre introducidas con una sinfonía interpretada al piano por el profesor portuense José Luis Benítez Rey, que también acompañó a algunos de los intérpretes.
| José Luis Benítez y su piano en el Paseo de la Victoria, junto al Kiosco de Pasage, hacia 1923 | Foto: colección de Carlos Pumar Algaba.
Por el escenario pasaron artistas como los transformistas Les Durand, el prestidigitador Sr. Mañalicch, una troupe de perros y monos amaestrados por R. Jaime, la cantante de aires regionales (cantaora) La Sanluqueñita, la Tourneé Artística Haro dirigida por la cantante Encarnación Haro, la tiple Cecilia Doncos y el barítono Franco Rosendo (El barbero de Sevilla, Rigoletto…) o Blanca Azucena con el número Blanca y su botones.
| Foto izquierda: Blanca Azucena (Pilar Ortega, 1891) y su botones (su cuñada Amalia Galván, 1895). Revista Eco Artístico, diciembre 1918. Foto derecha: Pilar Ortega en La Línea de la Concepción, donde la madrileña pasó las últimas décadas de su vida | Foto: José Villalba.
Fue una compañía de zarzuela dirigida por el primer actor Fernando Hernández la que más noches pisó el escenario. Hasta 27 obras representaron, entre ellas, de Muñoz Seca y Pedro Pérez Fernández, La hora del reparto, Trianerías y Pepe Conde. En el elenco estaba el actor cómico Eduardo Pedrote, tan conocido y admirado en el Puerto, decía la Revista.
| El actor Enrique Pedrote en 1934.
Para cerrar la temporada, a partir del 20 de agosto se dedicaron a proyectar películas con un proyector que hasta aquellos días había funcionado en el ‘Cine del Pósito’ (de pescadores) instalado en Puerto Escondido, que trajeron de Barcelona, Gran Modelo Gaumont, y hasta estuvo expuesto unos días en el escaparate de un refino de la ciudad… Por cierto, aquel verano del 22 Muñoz Seca donó al Pósito de Pescadores una colección completa de sus producciones teatrales.
| Atracciones de feria en la plaza de la Pescadería.
Tuvieron que pasar 34 años para que la plaza de la Pescadería volviera a acoger un teatro. Lo recordarán los portuenses que no volverán a cumplir los 60: el Teatro Wenden, en 1956. Y acaso recordarán que la taquilla de una función fue a beneficio de la Casa de Huérfanas, representándose la comedia de los Álvarez Quintero Lo que nunca muere, que tuvo un fin de fiesta animado por los portuenses Luis del Pino ( Luis 'el de los Huevos', ver nótula 202 en GdP) y Manolita Valladares, entre otros aficionados locales al folklore andaluz. Y una doble función fue a beneficio de la Comisión Pro-Cabalgata de los Reyes Magos, escenificándose la comedia de Muñoz Seca El verdugo de Sevilla.
| La plaza de la Pescadería, desde la bajada del Castillo.
A los cinco años, en 1961, la vieja plaza --que durante siglos fue el centro de la vida pesquera y comercial de la Ciudad-- desapareció al construirse por la Obra Sindical del Hogar los bloques de viviendas Nuestra Señora del Carmen. Hoy la histórica plaza, despejada de pisos, está como está. Qué les voy yo a contar… En 2007 se inauguró, en los antiguos cuarteles de la inmediata plaza del Polvorista, el Teatro Municipal Pedro Muñoz Seca. El nombre que debía llevar. |Texto: Enrique Pérez Fernández.