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4.583. Ramón Bayo y el mísero pasado de Poedt

La fotografía de Fito Carreto que ilustra esta nótula está tomada en mayo del año 2000 en la casa del ya desaparecido --personaje y colecciones-- Ramón Bayo Valdés, en la esquina de las calles San Francisco y Santa Lucía. En sus manos, una máscara antigás, de las que se utilizaban para protegerse mientras se manipulaba el mortífero ácido prúsico, para la aniquilación de los judíos. Su propietario: H. Poedt. Se han cumplido 20 años de esta fotografía y 80 de la apertura del siniestro campo de concentración y exterminio de Auschwitz.

Se llamaba H. Poedt, probablemente era un simple grenadier, un soldado raso del ejército alemán, destacado en el campo de exterminio de Belzec. No sabemos mucho más de su existencia, pero sí que era uno de los encargados de suministrar el mortífero ácido prúsico, el Zyklon B, en las cámaras de gas. Su máscara, personalizada, ha pervivido a los avatares. Las gomas están pegajosas y el latón de la caja protectora muestra el estrellado del orín del tiempo. Es un triste legado, un silencioso testigo, de la “Solución Final”, el exterminio masivo de judíos ordenado por la cúpula nazi. El 20 de enero de 1942 los altos cargos del ejército germano, del Gobierno y de la SS determinaron, en la llamada Conferencia de Wannsee, ante los aires victoriosos de la guerra, proceder al acelerado asesinato general de la raza judía. Se acabaron los fusilamientos, se pasaba a la “acción química”.

H  Poedt, uno mas de los que ejecutaron la orden, con más o menos obligación, con más o menos miedo, con funcionario sentido del deber, contribuyó al exterminio. Su máscara lo delata. Fue uno de los que participaron en el asesinato de seis millones de judíos, aniquilados por el régimen de Hitler entre 1938 y 1945. Cinco años después del ascenso al poder del NSDAP se comenzó a habilitar los campos de concentración para recluir a los judíos. Ya desde el 7 abril del 33 se había tomado la primera medida con el despido de todos los funcionarios alemanes de origen judío. Y precisamente, este sábado se cumple el 60o aniversario de la apertura del siniestro campo de Auschwitz.

La lamentable máscara de Poedt es algo más que una simple anécdota. Tras los cristales ahumados se esconden los ojos testigos de atrocidades. El objeto, negra reliquia del mas vergonzoso episodio de la Humanidad, había pasado en mayo de 2020 a manos del conocido coleccionista portuense Ramón Bayo. La máscara se la había cedido un colega catalán, Leopoldo Alonso, que la guardaba desde hacía años. Bayo estaba especializado en documentos de la Guerra Civil, pero en sus fondos, con los que se intentó promover un museo local por el que el Ayuntamiento de la época no mostró interés, también mantuvo este triste recuerdo de Belzec.

El coleccionista portuense también guardaba un peculiar recuerdo de la I Guerra Mundial, un yunque creado con trozos de metralla por el ‘Schütze (recluta) Hesseliag’, un soldado alemán que creó dicha pieza mientras se encontraba prisionero en la retaguardia francesa. El original yunque tiene la leyenda “Welpkrierg, 1914-16”.

Dos esqueletos en la vitrina de los más horrendos momentos de la historia del siglo XX | Texto: Francisco Andrés Gallardo | Foto: Fito Carreto.

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