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4.536. El homicido en ‘La Boca del Lobo’

En la primavera de 2019 se cumplieron 120 años de un escandaloso suceso que tuvo lugar en nuestra Ciudad, en un conocido establecimiento –-no sé cómo denominarlo: bar, mesón, taberna…-- llamado ‘La Boca del Lobo`, situado en la calle Vicario, donde estaba la puerta principal de entrada al amplio establecimiento que contaba con otra puerta de entrada y salida por la calle Santa María (A finales del pasado siglo fue sucursal de Unicaja y, posteriormente La Casa del Peluquero). En esos años finales del siglo XIX, plagados de sucesos violentos diariamente, no era fácil ocupar una planilla en periódicos de la capital.

El incidente protagonizado por dos ‘amigos’ que ocurrió en los primeros días del mes de abril de 1899, con final letal para uno de ellos, tuvo su eco en la prensa nacional. Reproducimos la nota inserta en el periódico “El Imparcial” del 9 de abril de 1899: “SUCESO SANGRIENTO» En un establecimiento do vinos llamado la «Boca del Lobo», ocurrió la pasada noche un trágico suceso, entre dos personas muy conocidas en esta población, D. Francisco Miranda Sauvalle y el médico de la penitenciarla «Victoria», D. Antonio Torres Sola, se suscitó una reñida contienda, cuyo desenlace no ha podido ser más funesto. El Sr. Miranda recibió en la refriega una herida de estoque, a consecuencia de la cual ha fallecido esta madrugada. El médico Sr. Torras Sola, fue alcanzado por un disparo en un hombro, donde se le quedó alojada la bala, habiendo sido infructuosos los trabajos realizados hasta ahora para extraer el proyectil. El estado del herido es grave. El suceso ha causado gran sensación.”

| A la derecha, la entrada al bar 'La Boca del Lobo', luego denominado 'El Túnel' y también 'Las dos calles', por la calle Santa María, en una imagen actual | Foto: Google Map.

La versión de los hechos que hemos podido reconstruir, revisando la Revista Portuense, es la siguiente: Parece que ambos protagonistas, a los que hemos anteriormente calificado de amigos, entre comillas, porque la militancia política de ambos, uno conservador y otro liberal, les separaba más que les unía, estaban tomando unos vinos en el establecimiento citado, ocupando una de las mesas que forman una sola pieza la tapa de la misma y los bancos corridos adosados a cada lado. Estaba lloviendo y se había superado el mediodía, estando más cerca de la hora de almorzar. Antonio Torres, cuyas iniciales “ATS”, curiosamente, se aproximaban a su profesión, pues era médico y ejercía como tal en calidad de funcionario del Estado en la penitenciaría hospital instalada en el monasterio de la Victoria, le pidió que le acercara a la Victoria en su berlina, a lo que Miranda se negó, excusándose. No quedó conforme el doctor con tal decisión y le echó en cara que no tuviera problemas para transportar al cura de la Iglesia Mayor tantas veces como se lo pidiera. Y a partir de aquí el sesgo de la discusión tomo un carácter político, suponemos, con agravios e insultos por ambas partes.

Lo que sucedió a continuación, visto el acaloramiento que tomó la discusión, era previsible. Parece que Miranda sacó una pistola y apuntó a su rival, posiblemente para intimidarlo, el cual no solo no se intimidó, sino que, desenvainando el espadín que llevaba ceñido a la cintura, formando parte de su uniforme reglamentario, lo pasó por debajo de la mesa y le perforó el estómago. Un golpe similar a la definición de un “metisaca” en términos taurinos, al tiempo que Miranda abría fuego, incrustándole la bala en un hombro.

| Domicilio de Francisco Miranda Sauvalle, en la calle Luna, arriba de donde hoy está el establecimiento de Ultramarinos Finos 'La Giralda'.

Miranda fue trasladado al domicilio de los padres, en calle Luna, aunque él que estaba emancipado y vivía en Cádiz desde hacía cuatro meses cuando contrajo matrimonio en Sevilla con María Teresa Rodríguez. Allí, en esa casona de bella portada y delicada arcada en el patio, cuya accesoria ocupa la escuadra de dicha calle con la de San Bartolomé, en la que aún perdura uno de los almacenes de coloniales más antiguos de la ciudad, permaneció varios días en estado agónico antes de fallecer a consecuencia de la infección generalizada que le causó la herida, sin que los médicos que le atendieron pudieran hacer nada para salvar su vida. Tenía 28 años.

| Una antigua instantánea de la Prisión Central de El Puerto, a su paso por la otrora carretera Nacional IV

Y a Torres lo condujeron a su centro de trabajo donde se recuperó, después de unos meses de convalecencia. El día 15 de abril se inició un proceso por homicidio contra él siendo suspendido de empleo y sueldo hasta conocer la sentencia. Después de varios meses resultó absuelto, dictaminándose que la agresión con resultado de muerte se produjo en defensa propia. En 1900 fue destinado al penal de Ocaña y, posteriormente, emigró a Sudamérica.

Antonio Torres Sola en 1885 ejercía como médico forense en la ciudad almeriense de Vera, donde dirigía un periódico: “El Forense”. Por los servicios prestados en la población de Arboleas durante la epidemia colérica de ese año le fue concedida la Cruz de 2ª Clase de la Orden Civil de Beneficencia. No sería esta su única condecoración pues anteriormente, alistado en el ejército y ejerciendo como médico con la graduación de teniente de Infantería, participó en la Guerra de Cuba, concretamente en el combate de Ciénaga de Zapata, en mérito de lo cual obtuvo la Cruz de 1ª Clase del Mérito Militar.

| Casapuerta de la casa familiar De Francisco Miranda Sauvalle, en la calle Luna, junto a Ultramarinos La Giralda.

Francisco Miranda Sauvalle pertenecía a una distinguida familia avecindada desde hacía décadas en El Puerto de Santa María, donde nacieron dos de sus hermanos. Cuando la familia se trasladó a El Puerto estudió en el colegio de los jesuitas, donde figura como alumno interno en 1879. Era su padre, Francisco Miranda Hontoria, capitán de Fragata, en esa fecha retirado del servicio activo en la Armada, jefe del comité local del Partido Conservador y exalcalde, pues ocupó la alcaldía en el bienio 1879-1881 por designación regia, aunque no cosechó buena crítica por su labor, según denunciaba en su día la prensa local “por la ausencia (durante su mandato) de servicios tan importantes para la ciudad como eran: seguridad, limpieza y alumbrado”.

| Edicto de Francisco Miranda y Hontoria, alcalde de El Puerto de Santa María, padre de uno de los protagonistas del incidente. | Ley para la administración y cobranza del impuesto especial sobre alcoholes. La alcaldía llama especialmente la atención a los que se dedican a la venta al por mayor y menor de dicho líquido.| Está fechado el 14 de diciembre de 1982.

Y su madre, Ana Sauvalle, era natural de Cuba.  Había nacido en Cartagena en 1870, el mismo año en que fallecía en El Puerto su abuelo, Francisco de Miranda y Mazondo, coronel de Caballería, Caballero pensionado de la Orden de San Hermenegildo, condecorado con varias cruces por acciones de guerra. En esa fecha estaba viudo, tenía 74 años y vivía en la calle Pozuelo número 28, esquina con San Bartolomé.  Estuvo casado con Manuela Hontoria y Costa, desde 1827, fecha en la que había contraído matrimonio en la Iglesia Mayor Prioral, una vez obtuvo su cónyuge licencia real para casarse, pues ella, natural de nuestra Ciudad, perteneciente a una rancia familia hidalga avecindada en El Puerto en el siglo XVIII descendía de Carlos Teodoro Alonso y Hontoria quien, en 1790 había probado su nobleza en la Chancillería de Granada.

Igualmente nacería en Cartagena su hermana María, dos años mayor. Los otros dos hijos del matrimonio, Miguel y Carmen Miranda Sauvalle, nacieron en El Puerto. Esta última casó con un teniente de Navío llamado José Quintas Delgado, que alcanzaría el almirantazgo. La boda se celebró el 3 de abril de 1908, en Cartagena, siendo apadrinados por  el general de la Armada Antonio de la Rocha y su esposa,  Amalia Sauvalle, hermana de su madre.

| José González Hontoria.

Francisco Miranda Sauvalle era una persona cuyos ancestros y familiares pertenecían a una elevada clase social de su época, contando entre ellos con distinguidos militares ya mencionados y varios más, entre los que podemos citar al sanluqueño José González Hontoria, mariscal de Campo de Infantería de Marina, Brigadier de la Armada y Director de la Escuela de Condestables. Todo parece indicar que su comportamiento exaltado y visceral terminó por costarle la vida en una disputa iniciada por un tema realmente banal, su negativa de hacer un favor, a lo que siguió una acalorada discusión que terminó con la mutua y violenta agresión ya reseñada, en la que él llevó la peor parte. | Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz | A.C. Puertoguía.

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