El sacerdote jesuita Antonio Olmo Civantos, hasta ahora párroco de San Francisco, llegaba en septiembre de 2002, a El Puerto de Santa María. Se marcha a Sevilla 18 años después, a la edad de 80, con la misión cumplida —en lo espiritual y en la administración de los bienes de la parroquia y su patrimonio artístico— donde, en ambas facetas ha dejado un legado para aplaudir. Sobre todo un hombre bueno, discreto, que ha ayudado a muchos y que será gratamente recordado, como así se lo hicieron saber en su despedida oficial de la parroquia, el pasado sábado 29 de agosto. Ha sido delegado episcopal del Consejo Local de Hermandades y Cofradías.