La playa mas portuense, la más popular, acogió aquel año de 2003 hasta bien entrado el verano muchos de mis paseos dominicales con la señora Mayo. Fueron charlas interminables en La Puntilla donde se tocaban todos los temas: la vida, la enfermedad, la muerte, el trabajo, los amigos, los desafectos, el amor, … Era un inventario de pensamientos y actitudes ante la vida de una mujer fuerte que, aunque minada por la enfermedad, se crecía para combatirla mal que nos pese. Incluso hablamos de mi negativa a escribir estas líneas si, llegado el caso, se produjera el fatal desenlace. Al final la enfermedad maldita ha podido con ella, no sin haberle plantado cara, para regalarnos durante algunos meses, de forma condensada e intensa, valores de elevada humanidad que perdurarán entre quienes la conocimos. | Foto: Jorge Roa.