La historia de esta venta comienza en la década de 1950, con las obras del ferrocarril. Ramón Bohórquez Sánchez y Carmen Gómez García vivían junto a la carretera que unía El Puerto de Santa María con Puerto Real en una antigua caseta de peones junto a la que tenían una pequeña huerta. Rafael Gómez Ojeda, que llegó a ser alcalde de El Puerto y que era el capataz de la obra se acercó a los propietarios para pedirles que se ocuparan de atender a la cuadrilla de obreros que realizaba las obras. Así que acordaron servirle la comida. Ahí está el origen de la venta. Sería una hija de ambos, Ramona Bohórquez Goméz la que pone el negocio en marcha en 1957. Luego fue su hijo Ramón Gutierrez Bohorquez el que regentó la venta, hasta su óbito hace unos años. En la actualidad, permanece cerrada.
| Un camión de la marca 'Mack' que se estrelló contra la Venta y le dio nombre.
El nombre de El Macka se debe a que cuando se abrió el establecimiento un camión de la base de Rota, de la marca “Mack” se estrelló contra el local y la gente bautizó la venta de esta manera. De todos modos también se le conoce con el nombre de Casa Ramona en honor a su fundadora.
La Venta El Macka, fue un lugar con encanto situado a la entrada del Parque Natural ‘Los Toruños’ (junto al puente que cruza el río San Pedro por la carretera que va a Cádiz), por lo que el programa podía ser un día en contacto con la naturaleza que incluiría un paseo previo por el parque natural y luego comida en la Venta. Este programa lo practicaban muchas personas y el establecimiento solía tener bastante público los fines de semana (en verano abrían también para las cenas) si el tiempo acompañaba.
Además las ventajas eran varias. Primero, la terraza, muy agradable y luego porque a ella se podía acudir con las mascotas, con las que también está permitido pasear por el parque. Además los niños podían jugar en torno a las mesas situadas en pleno campo bajo un sombrajo. Incluso había algún pequeño carrusel con caballitos para que se diviertieran
La Venta estaba dividida en dos partes, ambas con mucho encanto. Por un lado, el interior, una casa, que recuerda a las casas salineras, encalada de blanco. Una barra y luego dos salones con mesas vestidas de hule de los de acuadritos y su mantel de papel encima, al mas puro estilo ventero. El mobiliario con muchos años de servicio, también tiene su encanto, especialmente unas sillas de color naranja que recuerdan a las que tenían las cocinas del último cuarto del siglo XX.
Luego una amplia terraza rodeada de algunas casas que hay en la zona. En lo gastronómico la oferta giraba en torno al pescado frito, las almejas a la marinera, que tuvieron muchísima fama en el local y luego dos platos que se encontraban prácticamente en todas las mesas: la tortilla de patatas, muy jugosa y hecha al momento, y el pollo, frito al ajillo o en salsa, ambos acompañados de patatas. El pollo al ajillo, muy bien frito se hacían con su piel y en trozos de tamaño generoso.
También servían ensalada mixta para empezar la comida. No había carta y Ramón Bohórquez, que solía atender personalmente las mesas, contaba de viva voz lo que había. La oferta de pescado dependía de lo que hubiera en el mercado. Los precios eran moderados y las raciones generosas de tamaño. La tortilla también la preparaban mixta y se podía pedir para llevar. | Texto: Pepe Monforte.
Han cerrado por el COVID? Justo antes del encierro estuvimos allí.
Maravillosas almejas a la marinera se comían
allí.
Mi amigo Ramon Bohorquez hace ya unos años que nos dejó y en la actualidad la Venta está cerrada.