Casi nadie le conoce. Es el personaje ilustre más desconocido que existe en El Puerto de Santa María a pesar de que su nombre es el de una céntrica calle de la Ciudad desde hace casi un siglo. Fue uno de los fundadores de la Academia de Bellas Artes. Sin embargo, Ricardo Alcón Tauriño (1847-1929) fue considerado y reconocido al final de su vida como el «Apóstol de la enseñanza en El Puerto», una persona trabajadora, buena y ejemplar al que imitar y recordar por las generaciones venideras. | Infografía: Gente del Puerto.
| Rótulo de azulejos calle Ricardo Alcón | Foto: Autor.
Infancia y Juventud
Ricardo Alcón Tauriño nació el 27 de diciembre de 1847 en la calle Sol (barrio de San Miguel) en Jerez de la Frontera. Su padre era José Alcón Rivas, natural de El Puerto, y su madre María Antonia Tauriño Llamas, de padre gallego pero nacida en Cádiz. Su madrina de bautizo fue su abuela paterna, Vicenta Rivas, también portuense.
Ricardo provenía de una familia humilde y trabajadora. Cuando su padre y su madre se casaron en Jerez, la profesión de José era «barquero», y al nacer unos meses más tarde su primera hija Vicenta, decía ganarse la vida como 'marinero'.
Un hecho destacable en la infancia de Ricardo en Jerez será el fallecimiento consecutivo, en un plazo de una semana, de sus hermanos pequeños Manuel y Miguel, con pocos años de edad, al enfermar en la terrible epidemia de cólera morbo que asoló Jerez el otoño de 1854. Entre el 6 de septiembre y el 22 de octubre, en un Jerez de poco más de 50.000 habitantes murieron casi 1.200 personas, muchas de ellas en edad infantil como los hermanos de Ricardo Alcón. Su hermana Josefa que nació en diciembre de ese año, también falleció siendo una párvula, conformando así un triste cuadro, típico de esas familias pobres andaluzas de mediados del siglo XIX.
| Mapa Topográfico Nacional de España 1:50.000. Hojas nº 1061, 1062, 1068 y 1069 (1917). Instituto Geográfico Nacional. En El Trocadero, punto final del trazado ferroviario desde Jerez, encontró trabajo el padre de nuestro protagonista.
Llegada a El Puerto
En 1857, cuando Ricardo tenía 9 años de edad, la familia Alcón Tauriño, formada por los progenitores y por las hermanas Vicenta, Isabel y Elisa, se instalaron en El Puerto de Santa María. La familia volvía a sus orígenes portuenses, y quiso sellar esa unión engendrando a un último hijo, José, que nació en El Puerto en 1858. La razón del traslado fue el empleo que consiguió el padre en Trocadero (Puerto Real), punto final del tendido ferroviario Jerez-Trocadero, la primera línea de Andalucía, que se había terminado en octubre del año anterior.
'Todo un lobo de mar'
De la vida de Ricardo Alcón apenas se sabe nada. Nunca se publicó ninguna biografía suya, y lo más parecido a una reseña vital lo escribió Mariano López Muñoz en 1927 al anunciar un homenaje que sus antiguos alumnos le quisieron ofrecer con motivo de su 80 cumpleaños. En ese escrito ofrecía algunos datos que sugerían referirse a aspectos vitales del maestro. Decía de Ricardo que tenía «el rostro magro del miliciano nacional», haciendo alusión, quizá, a las milicias de voluntarios de la Libertad que aparecieron en los pueblos de la bahía en la Revolución Gloriosa de septiembre de 1868.
Cuba
También aseguraba que hacía ya muchos años había sido «todo un lobo de mar», sin saber exactamente si fue «contramaestre, piloto o capitán de buque». Añadía que «cruzó los mares, vio el mundo y pudo enterarse de que la copa del dolor tiene múltiples formas en cada pueblo, pero el dolor es el mismo en todas las latitudes». Este dato se correspondía con la ausencia de Ricardo Alcón en El Puerto por espacio de trece años, y con un telegrama que se retuvo en Cádiz en junio de 1875 dirigido a Ricardo Alcón en La Habana (Cuba), por no tener completa su dirección postal.
Pero el dato más sorprendente lo ofreció el mismo Ricardo el día 1 de enero de 1928 con motivo de su homenaje. En la Revista Portuense se ofreció una extensa crónica del acto, y allí se decía que antes de entrar al Salón de actos de la Academia de Bellas Artes, Ricardo enseñó y comentó una foto de cuando tenía 17 años y estaba en la Escuela de Condestables de la Armada.
| Cadetes en la Escuela de Condestables de la Armada (San Fernando).
En 1864, Ricardo Alcón, con 16 años de edad, ingresó en la Escuela de Condestables que estaba situada en el Cuartel de San Carlos en San Fernando. Constituía una especie de Escuela de Suboficiales del cuerpo de Artillería de la Armada, y después de dos años de estudios, tanto teórico como práctico, se embarcaban seis meses en un buque escuela para completar su instrucción. Ricardo Alcón se convertirá en Condestable de Estado Mayor, según aseguró él mismo en su homenaje. Los estudios de balística que superó en la Academia de San Carlos serían el inicio de su interés por el dibujo lineal, convirtiéndose en todo un especialista en El Puerto.
Después de conocer esta faceta artillera, no parece probable que participara en las milicias de voluntarios civiles de septiembre de 1868, aunque no se descarta que participara, o mostrara simpatías, por la sublevación de la flota del Almirante Juan Bautista Topete en aguas de Cádiz al grito de «¡Viva España con honra!» con que dio comienzo la «Revolución Gloriosa».
Maestro, director de escuela y estudiante de Magisterio
Después de su llegada de Ultramar y de colgar el uniforme de marino, Ricardo Alcón comenzará su carrera de maestro en el año 1876. En ese momento, se instaló él solo en el n.º 27 de la calle Santo Domingo, constando por primera vez en un Padrón municipal que era «maestro de instrucción primaria». Comenzaba así su primer trabajo como maestro privado en el pequeño «Colegio Portuense de 1ª y 2ª Enseñanza» de la calle Luna, que lo dirigirá durante más de una década.
Los siguientes tres años, de 1877 a 1879, Ricardo reunirá de nuevo a su familia, esta vez en el n.º 29 de la misma calle Santo Domingo. En esa misma casa de tres viviendas, vivieron en esos años su hermana Isabel con su familia y su hermana Eloisa Alcón con su marido portuense, el también maestro Evaristo Molina Jiménez del Colegio San José (Hospitalito). La siguiente década la familia se mudará de nuevo y en el Padrón de 1880 Ricardo vivirá con su familia en la calle Correo 11, y de él se dice que es «Director de escuela», refiriéndose al Colegio Portuense.
| Libro de Registro de Maestros | Universidad de Cádiz.
Un hecho parece sorprendente. El «viejo lobo de mar» y maestro particular del Colegio Portuense desde hacía cinco años, decidió matricularse en la Escuela Normal de Maestros de Cádiz en septiembre de 1880. Esta tardía matrícula en la Escuela Normal, cuando tenía 32 años y ya llevaba varios años trabajando de maestro, solo podía obedecer a un requisito burocrático para seguir siendo Director de Colegio o algo similar. Su expediente del archivo de la Universidad de Cádiz así parece atestiguarlo, pues en el curso 1883/84 su compañero de profesión Eduardo Veneroni Arcos presentó en Cádiz, en su nombre, la renovación ¡de todas las asignaturas del primer curso!, y en los años siguientes se fue matriculando de asignaturas sueltas de segundo curso y otras aún de primero. En 1886, después de seis años, Ricardo seguía sin terminar sus estudios y no hay constancia en su expediente académico conservado de que consiguiera finalmente el título.
De 1883 a 1887 Ricardo y la familia Alcón Tauriño vivió en el n.º 49 de la calle Cielo, teniendo de vecinos otra vez a su hermana Elisa, su marido Evaristo y sus tres hijos en el n.º 47. El padre decía ser unos años «empleado» y otros «marinero», por lo que quizá ya no trabajaba en la estación o muelle de Trocadero y su hermano José era «dependiente». Estos años fueron especiales y decisivos en la vida de Ricardo, porque casi enfrente, en el número 42 de la calle Cielos, vivía en esos tiempos la portuense Milagros González Rivera, de 29 años de edad, acompañada de su hermana soltera y de su madre viuda. Y se enamoraron en su madurez. El colofón tuvo lugar el 1 de mayo de 1886, teniendo Ricardo la edad de 38 años, día en que ambos contrajeron matrimonio en la Iglesia Mayor Prioral. Tras la boda llegó una nueva mudanza, pues los dos años siguientes Rafael y Milagros ocuparon una vivienda en el número 49 de la calle Luna, junto a su padre José, su madre Antonia y su hermana mayor Vicenta. Su hermano pequeño José Alcón Tauriño ya se había independizado.
Con la llegada de los hijos, la familia Alcón González, ya en solitario, se trasladará otra vez, y además Alcón comenzará una nueva y última etapa como maestro. En el Padrón de 1894 la familia ocupará definitivamente la casa en la que vivirá hasta el final de sus vidas: el n.º 9 de la calle Sagasta. Sus hijos tenían 4 y 2 años respectivamente, y Ricardo era «maestro de instrucción primaria», como lo será siempre.
| Balcones sobre el actual pub Blanco y Negro, en calle Ricardo Alcón. | Foto: Google Street
Sobre el actual pub 'Blanco y Negro'
Este Colegio se llamará de la «Santísima Trinidad» y todavía en el expediente de la inspección del curso 1923/24 se le nombraba como Colegio «bajo la advocación de la Santísima Trinidad». La casa tenía ventanas que daban a la calle Correo, actual «Ricardo Alcón», encima del local de copas «Blanco y Negro», pero la amplísima aula donde aprendían niños de distintas edades, ocupaba todo el frontal de la calle Sagasta con tres ventanales que inundaban de luz el espacio dedicado a la enseñanza. Este será su colegio durante más de tres décadas, convirtiéndose en uno de los maestros con más prestigio e idiosincrasia de El Puerto. | Texto: Manuel Almisas Albendiz.
| Agradecimientos a Ana Becerra y Juan Gómez.
(En la segunda parte traeremos al Ricardo Alcón republicano, su paso por la academia de Bellas Artes de la que fue uno de los socios fundadores, además de profesor y el homenaje que se le tributó al final de su vida, reconociendo su labor en la docencia porteña).
Mi abuelo era Juan Segura Lobo, quien habito en esa misma vivienda gran parte del siglo XX. A día de hoy todavía me sorprende la maestría tanto en su dibujo técnico como en bellas artes que tenia mi abuelo, era y es simplemente espectacular. Con esta historia empiezo a entender mucho mejor estás grandes habilidades que tenia mi ascendente, únicamente comparable a su gran persona.
Guillermo Ramírez.
Me ha encantado conocer a este personaje. Muy interesante. Tenemos que dar a la cultura , a la educación y a las personas que la difunden el lugar que merecen. Gracias
Una historia muy bonita, vivo justo en ese balcón arriba del blanco y negro y sabía que había sido un colegio pero no sabía nada más . Gracias