Atardece en el porche de un chalet. Un sobrino baila con su tía la canción «con la gente que me gusta». Así, la tía Pepa y Antonio, nos dicen hasta siempre. Y yo he cogido rápido el lápiz para cambiar la viñeta y el texto que correspondía hoy. He cogido el lápiz porque había que decirles hasta siempre. Antonio se despedía ayer de todos los seguidores de la tía Pepa con un emotivo vídeo en el que explicaba los motivos por los que cesan su actividad en el canal.
Antonio lo explica para muchos, pero precisamente para los que hemos disfrutado con ellos, no era necesario explicar nada. Si algunos tuvieron alguna duda, en el vídeo se aclaran todas las posibles variables vinculadas al objetivo que muchos pensaban que perseguía Antonio: una repercusión económica. Ni herencia, ni ingresos por canal, ni beneficios colaterales de la actividad con la tía Pepa. Y además me parece perfecto que lo pare en lo más alto, dice mucho de él. Lo mismo que no rectificar sobre sus palabras. La coherencia es un bien escaso en los tiempos en los que vivimos.
Yo no quiero extenderme mucho en este texto, porque hay poco que añadirle a las palabras de Antonio.
Desde mi lápiz, solo darles las gracias porque, en este mundo, donde todo es postureo, seguidores de papel couché y el intento diario por mantener la proyección de una vida perfecta, de pronto, aparecen ejemplos como ellos. Ejemplo que está precisamente donde no se ve. En lo invisible, que decía el principito. Porque los vídeos de la tía Pepa son un reflejo de la rutina en muchas casas invisibles y un ejemplo de actitud ante el devenir de las circunstancias.
Pepa; a veces risueña, a veces triste, a veces deslenguada, a veces callada; pero siempre natural. Por los motivos que sea, pero natural. Ahí radica el valor de sus vídeos. Entre tanto plástico, se agradece que alguien nos muestre la vida sin filtros ni aditivos. Para bien y para mal. Para divertir y concienciar. Yo solo espero que, quienes han emponzoñado los muros criticando con sus comentarios, sean coherentes y luego no consuman realities y programas donde —con guión o sin él— jóvenes, mayores y todo tipo de especímenes cobran por vender sus miserias y dramas al público.
Gracias Antonio, aunque no te conozca, por mostrar la cara más divertida de la responsabilidad con nuestros mayores; de drama estamos hartos. Lo bueno, si breve, dos veces bueno. Y si, además, es sin miras económicas ni intereses materiales, entonces lo bueno también se hace admirable. Ni más ni menos admirable que la forma en que afrontan las circunstancias a diario millones de familias reales cuidando de los suyos.
Gracias infinitas por esos ratitos que nos habéis dado y hasta siempre. Ahora, disfrutadla en intimidad y que os quiten lo bailao. | Viñetas y Texto: Alberto Castrelo.
Precioso dibujo y preciosas palabras
No te valla nos hace muy feliz y me recuerdas mucho a mi madre te queremos vuelve tito