Los historiadores Juan José López Amador y Enrique Pérez Fernández, colaboradores habituales de Gente del Puerto, nos traen un adelanto de su próximo libro. Inician con ésta, una serie de cuatro nótulas sobre como era El Puerto de Santa María del siglo XIII, con referencias al -Qanatir y a Alfonso X. | En la imagen altar mayor de la Iglesia de San Marcos (Castillo) en el siglo XIX. | Colección LSA
Hace tiempo que andamos los abajo firmantes investigando y escribiendo una monografía sobre la historia de El Puerto de Santa María en el siglo XIII, cuando en su solar existía, desde el siglo X, la andalusí al-Qanatir (Los Puentes), la aldea que una vez conquistada fue repoblada por Alfonso X en 1268. Año que marca el origen de la ciudad que hoy habitamos.
| Libro del Repartimiento. Archivo Municipal de El Puerto.
Entonces se procedió a repartir a 296 repobladores 79 inmuebles (72 casas y 7 tiendas) y 271 solares que se distribuyeron al interior del recinto murado almohade, el que transcurría por las calles Jesús de los Milagros, Federico Rubio, Pagador-Santa María y Ricardo Alcón, la antigua calle del Muro. Cada reparto urbano y rural quedó registrado en el Libro del Repartimiento, esa joya histórica que en copia del siglo XIV ha llegado a nuestros días.
Una reiterada lectura y análisis del Libro nos ha permitido conocer, de forma aproximada, cómo era la fisonomía de al-Qanatir y cómo quedó diseñada, a partir del urbanismo andalusí heredado, la villa que el rey llamó Santa María del Puerto; tarea que probablemente realizó Martín Pérez (nº 106), al que el Libro apoda el de la escuadra. Se conformó entonces el entramado de las calles y manzanas en damero que forman, al interior de su antigua cerca [muralla] y con algunas excepciones, el trazado urbano de la Ciudad actual.
| Reconstrucción del entorno de la calle Juan de Mar en 1268, con los topónimos más destacados citados en el Libro del reparto. Por Jesús de los Milagros y Federico Rubio transcurría la muralla andalusí.
De una de esas excepciones vamos a escribir a continuación. La de una calle andalusí que quedó integrada en el urbanismo alfonsí y que al paso del tiempo desapareció. Se situaba frente a la entrada de la mezquita de al-Qanatir y del santuario fortificado de Santa María del Puerto (hoy Castillo de San Marcos), en la Plaza Juan de la Cosa, alcanzando, tras cruzar Larga, la calle Nevería, la que en el siglo XIII llevaba al ejido de la población repoblada.
Permita el lector en este punto un comentario al margen. Cuando situábamos en un plano (en una labor mil veces repetida) las casas y solares repartidos, esta calle nos “apareció”. Y por tanto la incorporamos a nuestra reconstrucción de las poblaciones andalusí y cristiana. No fue hasta mucho tiempo después cuando reparamos que en un libro que José Antonio Ruiz Gil y uno de nosotros publicamos en 1992 (El almirante Valdivieso, su palacio y El Puerto de Santa María en el siglo XVII) mencionamos, de pasada por no ser materia principal de aquel volumen, su existencia en el s. XVII, aunque ya cerrada al tránsito.
Así, se conoce que el 31 de octubre de 1658 se cedió a doña Leonor de Luna parte de una callejuela situada en linde al convento de la Concepción para habilitar una cochera, con la expresa condición de que la dejara al nivel de la calle de la Concepción (Nevería); que es decir que estaba más baja que el firme de la calle del XVII. El 20 de marzo de 1662 se volvió a ceder el espacio de la cochera a un nieto de doña Leonor, el almirante Francisco Dávila Vique, que entonces hacía uso de ella. Finalmente, el 27 de enero de 1661 se le concedió permiso para hacer otra cochera en la callejuela al capitán y alguacil mayor de la Inquisición don Rodrigo Suárez de Ribera.
| En el plano las casas están remarcadas con un trazo azul, las tiendas en trazo rojo y los solares en trazo amarillo, repartidos en 1268 en el entorno de Juan de Mar.
La desaparecida callejuela se nombra en el Libro del Repartimiento como calleja de Juan de Mar. Dicen las partidas 1987-88: “Copo, en linde de Juan González, hasta la calleja de Juan de Mar, un solar para casas a Sancho Chicote.”; “Copo, en linde de Sancho Chicote, la calleja en medio, un solar para casas a Vidal de Lizaba, el que fue de Juan de Mar.” [Figura 3, nº 274] Esos solares, entre Larga y Nevería, ocupaban el flanco norte donde a partir de 1518 se levantó, en sustitución de una ermita y hospital de la misma advocación, el convento de la Concepción, que parcialmente ocupó el suelo de la calleja. Juan de Mar, tal como se infiere de la segunda partida, debió ser uno de los escasos habitantes de Santa María del Puerto antes de su repoblación y después de 1260, cuando la aldea pasó a manos cristianas, seguramente ocupando un terreno y una vivienda rústica que tras el reparto de 1268 recayó en el repoblador Vidal de Lizaba. Que tendría por vecino, en el solar que le dieron, al escribano Juan Pérez [nº275], el autor material del Libro del Repartimiento.
Los vecinos y el tesorillo de monedas
Según nuestra lectura del Libro, en la calleja de Juan de Mar existían ocho casas andalusíes separadas en grupos de tres a un lado y dos casas al otro, éstas esquina a Larga, las que recibió el canónigo y vicario Pascual Martínez, que como tal ejercería en la frontera y recién inaugurada iglesia de Santa María [nº 147]. Esquina a Juan de la Cosa, dos casas que le entregaron a don Asensio [nº 154], linderas a otras dos de su hermano don Tomé [nº 91]. En el tramo de Larga a Nevería se sucedían las casas del montañés Pedro Pérez de Guriezo, Ruy Gómez y Rodrigo [nos 267-269].
| Dirham de plata como los hallados en el s. XVIII junto al convento de la Concepción | Imagen facilitada por Virgilio Martínez Enamorado.
Debió ser en el solar de la casa del tal Rodrigo, en linde a la calleja, donde a mediados del siglo XVIII se descubrió dentro de una vasija un tesorillo de monedas andalusíes de plata. El historiador portuense Anselmo Ruiz de Cortázar dio cuenta del hallazgo en su Puerto de Santa María ilustrado y compendio historial de sus antigüedades (1764): “Abriéndose unos cimientos en las casas que eran de Don Pedro de la Torre [regidor del Cabildo], contiguas al convento de la Concepción de esta ciudad, se encontró una vasija llena de monedas de plata de peso cada una de real y medio, grabadas por ambos lados con un lazo en medio y alrededor con letras árabes bien claras que en sustancia contenían: ‘Gracias sean dadas a Dios que desde el cielo ve todo lo que se hace en la tierra’. Creyose por algunos que había sido descubierto un tesoro, pero acudiendo la Justicia se hizo averiguación de haberse encontrado la cantidad de quince pesos, sin que los peones pudieran ocultar; tuvimos una moneda de la forma que tenemos notada, y otra permanece en el gabinete del Señor marqués de la Cañada.” Hasta que en 1767 el marqués, Guillermo Tirry, la mandó, junto a otras once monedas árabes, a la Real Academia de la Historia, para su estudio.
Puestos en contacto con el profesor Virgilio Martínez Enamorado, investigador de la Escuela de Estudios Árabes de Granada (CSIC), tuvo la gentileza el amigo de identificar las monedas -en base a la información de Ruiz de Cortázar- como dirhams de plata, y por las leyendas que tenían, debían ser como la de la imagen que reproducimos, que también nos facilitó.
| Jarra bizcochada almohade excavada en c/ Santo Domingo nº9, junto al solar donde estuvo la Alhóndiga andalusí. Museo Municipal.
La alhóndiga y las tiendas
Todo el frente de la manzana que en Larga mediaba entre Juan de Mar y Santo Domingo ya estaba ocupado en 1268 por la que el Libro llama “la tienda que fue de Burgalés, el judío”, un extenso inmueble que fue repartido a ocho repobladores [Figura 3, nos 95-101]. Por sus dimensiones, sospechamos que fue la Alhóndiga de al-Qanatir, donde se almacenaban las provisiones agrícolas de la población y que también cumplía la función de hospedar a los mercaderes que a ella venían a depositar sus frutos. El lugar mantuvo la tradición de acoger la alhóndiga de la ciudad, pues en alguna de las esquinas de Larga-Santo Domingo se levantó en 1620 una nueva, heredera de la que se conoce existía a fines del siglo XV, y que perduró hasta que en 1741 se inauguró otra en linde al Castillo de San Marcos, frente a la calle Juan de Mar, la Casa de los Millones, derribada (inexplicablemente) en 1988.
| Enterramiento, probablemente de un judío, en Juan de la Cosa, frente a la calle Juan de Mar.
Tras su derribo, el Museo Municipal realizó una intervención arqueológica en su solar, hallándose un enterramiento de época medieval que su excavador, Francisco Giles Pacheco, por las características que presentaba, identificó como el de un judío. E inevitablemente, dado que el Libro del reparto sólo menciona, además de al Burgalés, a otros dos judíos, don Samuel y Valladolid (éste no recibió casa ni solar en la villa y sí lotes de tierras en el alfoz portuense), cabe aventurar la posibilidad de que el enterrado fuera Burgalés, quien llevó la tienda que antes fue alhóndiga, proveyendo de víveres a los escasos pobladores asentados en Santa María del Puerto antes de 1268 y a quienes edificaban, a las órdenes del maestro Alí, la iglesia fortificada de Santa María del Puerto, que se concluyó antes de comenzar el reparto.
| Fotografía aérea, vuelo 1969. Espacio que ocupó la calle Juan de Mar, frente al Castillo de San Marcos.
El espacio frontero a Juan de Mar y a la probable alhóndiga andalusí estaba ocupado por siete tiendas que abastecían a los habitantes de al-Qanatir (nos 56-59, 62 y 93), que también fueron entregadas en 1268, para transformarlas en casas, a repobladores; una de ellas (la 57) al judío don Samuel. Todas daban también cara al que debió ser el zoco andalusí, el gran espacio abierto que el Libro llama plaza de Malcocinado, que durante los primeros siglos de la villa cristiana fue mercado y la principal plaza de la población. De ella escribiremos en una próxima ocasión.
En el tramo de la desaparecida calle entre Juan de la Cosa y Larga se conoce que a comienzos del siglo XVIII su solar lo ocupaba un teatro de comedias (que daría nombre a la inmediata calle así llamada). Su espacio lo ocupó a mediados del XX la nave de una bodega de los hermanos González Rico, hasta que al comienzo de los 80 se construyó el actual edificio. Hoy, las fotos aéreas revelan la planta de la callejuela, ocupada en toda su longitud por edificios en sentido transversal a los linderos, éstos en paralelo a las calles; lo que también es una prueba de la pasada existencia de la vieja calle andalusí que en 1268 llamaron calleja de Juan de Mar. De tan bonito nombre. | Texto: Juan José López Amador y Enrique Pérez Fernández.
Excelente artículo. Enhorabuena
Ansiosos estamos los porteños de conocer esa nueva obra sobre la historia de nuestro Puerto, al que tanta dedicación le prestáis, y tan buenos trabajos de investigación tenemos la oportunidad de degustar, ávidos de conocer quienes fuimos.