Se estimaba la producción de todas ellas en cien mil cahices de sal blanquísima anualmente. Es una cifra realmente espectacular, pues si no estoy confundido (las matemáticas no es mi fuerte) un cahiz equivalía a 12 fanegas, y cada fanega a 55 kilos y medio. Multiplicando unos y otros, tendríamos una estimación de la sal producida en las salinas portuenses cada año: más de 66.000 toneladas. Y aún hay quien afirma que la cantidad podía ser bastante superior, ya que de media se cargaban cien navíos con sal para diferentes reinos, con lo que se excedería ampliamente esa cifra.
Esta tradición salinera se mantuvo con fuerza hasta el siglo XVII, concretamente hasta la invasión de las tropas anglo holandesas en los primeros años del XVIII. Parece que, a raíz de esta escaramuza de guerra se perdieron o deterioraron muchas de las instalaciones, “sin que después se haya pensado en restaurarlas, y habiendo examinado el sitio en el que se beneficiaban antes” reconoce nuestro admirado cronista anónimo que un siglo después de este hecho “podría ser fácil su restablecimiento “y que se sacaría mucha más sal “si el agua fuese toda salobre y no mezclada con la dulce del río, consiguiendo así un beneficio importante para la población.”
En la actualidad, dos siglos después de este relato, existen dos importantes empresas salineras en nuestra ciudad y en el entorno, Puerto Real, San Fernando y Chiclana un importante número de industrias similares. | Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. | A.C. Puertoguía.