En el silencio de las tierras de labor que avistan Medina Sidonia se encuentra la finca El Pedroso, que perteneció a la familia Terry, con su coto de caza, y que fue un lugar bullicioso de jornaleros en un pequeño poblado en cuyo lateral se edificó una pequeña ermita. Su remate pertenece a lo que fue la espadaña con campanario de la desaparecida capilla de La Sangre, en la esquina de Palacios con Nevería. Las piezas se trasladaron en 1946 a un edificio menor que el originario portuense. Las piedras se mantienen en su aspecto natural en una fachada de menor altura, unos 3 metros frente a los 6 que más o menos ocupaba en la fachada la recoleta capilla.
La finca El Pedroso no vive la inquietud de aquellos años de esplendor y la capilla se halla olvidada entre dependencias que ya no tienen uso. Un retazo del patrimonio de El Puerto de Santa María cuya imagen recuperada reclama a su vez la esperanza de algún día recuperar aquel monumento religioso en el centro de la Ciudad.
| La Capilla de la Sangre. Óleo de Manuel Lojo Espinosa. Reproducción de Miguel Sánchez Lobato.
Este óleo del desaparecido cofrade de la Hermandad de la Vera-Cruz, Manuel Lojo Espinosa evoca el aspecto de la desaparecida capilla. Han pasado más de 70 años en que desapareció la capilla de la Sangre , antigua sede de la Vera-Cruz. Precisamente, del cruce de Nevería y Palacios sólo pervive en la actualidad el bar Apolo. Donde estaba la añorada capilla se instaló años después el conocido bar 'La Mina', de la juventud de los años 60 y, en los 80, la Casa de San Jamás, librería y tienda de discos, y, más adelante, oficinas.
| La calle Nevería. En el plano intermedio, a la derecha, la Capilla de la Sangre.
La capilla de la Sangre pasó a la historia a finales de 1945. Tres años antes la hermandad de la Vera-Cruz había desalojado todo su patrimonio ante el desplome de parte de la techumbre. La hermandad en principio se refugió en la entonces también deteriorada capilla de la Aurora para pasar en 1943 a la Iglesia Mayor y en 1946, ya definitivamente a San Joaquín. Por el solar de la capilla la hermandad percibió unas 30.000 pesetas, que parte fueron destinadas para adquirir el actual paso de cristo, y 25.000 para el retablo del templo, ambos tallados por José Ovando. En la estratégica esquina se edificó una planta de viviendas con el mencionado bar debajo, que tras su desaparición fue sustituido por establecimientos de duración efímera. Durante casi diez años el local permaneció cerrado, aunque el edificio se restauró en 1997.
El recuerdo de la Sangre ha pervivido en el corazón de los cofrades más veteranos de la ciudad y ante la desocupación de la esquina en el seno de la hermandad había surgido la idea de adquirir el lugar y volver a erigir el pequeño templo, aunque esta idea, para las arcas de la hermandad, es una utopía. En ningún momento, de todas formas, los titulares iban a abandonar San Joaquín.
| La espadaña de la Capilla, en su ubicación actual en El Pedroso.
La esquina de Nevería hubiera sido utilizada como casa de hermandad.
La capilla de La Sangre fue la sede canónica de la hermandad durante más de 200 años. Se estima que formaba parte del hospital de la hermandad del mismo nombre, que a mediados del siglo XVI se fusionó con la Vera-Cruz. Esta cofradía de disciplinantes se fundó sobre 1505, o en tal caso entre 1517, fecha de erección del convento franciscano, donde radicó en sus primeros años, y 1524. De 1525 data el primer documento que cita a ambas hermandades, archivado en la Prioral, el testamento de Teresa Hernández, viuda de Pedro de Aragón, que solicita que la comitiva de su funeral esté acompañada por una representación de las hermandades de la Encarnación, Santa Catalina, Misericordia --la antigua hospitalaria--, Vera-Cruz y Sangre.
| Iglesia de San Francisco, por la calle del mismo nombre.
No se tienen noticias de cuándo la Vera-Cruz se trasladó de San Francisco ni cómo era la originaria capilla. La destrucción del archivo de la hermandad cuando la invasión napoleónica privó de muchos datos valiosísimos. En 1763 la Vera-Cruz ya radicaba desde hacía tiempo en la capilla por lo que habían abandonado San Francisco, donde compartían sede con la Orden Tercera de los Afligidos. En el mencionado año el hermano mayor de la Vera-Cruz, Rafael Antonio de Quiñones, pidió que en la procesión del Jueves Santo los cofrades estuvieran acompañados de la comunidad de San Francisco, como adhesión y reconocimiento del lugar de origen de la hermandad. La antigua capilla , a principios del siglo XIX, se hallaba totalmente derruida y en 1846 el templo se reformó completamente. (continuará) | Texto: Francisco Andrés Gallardo.
Es buenísima. Gran periodista. Debía prodigarse más. Admiro sus trabajos