El mundo judicial, la prensa rosa y la que no lo es, los multiconsumidores de sucesos televisivos, los grupos fanáticos que tratan de dominar a base del miedo, las dictaduras ideológicas, los vivales y caraduras que piensan que todo el monte es orégano y que se puede engañar a toda la gente todos los días de todos los años, los grupos de oportunistas que buscan el bienestar personal a base de la charlatanería y el manejo de los que le rodean, los ricos y los pobres que siempre han estado, que están y que estarán para dar fe pública de que efectivamente la vida sigue igual.
Pero a pesar de esas pandemias humanas la supervivencia también te va enseñando que no todo vale para conseguir según qué objetivos. A los miserables de sonrisa fácil y verbo enrevesado se les ve el plumero al primer renuncio. Estamos en año electoral. La Feria de Primavera y del Vino Fino -que no de la Manzanilla- la viviremos con una nueva corporación municipal emanada democráticamente de las urnas.
Dicen que no hay nada más peligroso que un hombre sin esperanza, y Sófocles nos recuerda que el hombre noble debe obedecer al que ostenta el poder, pero que éste antes ha de ganarlo demostrando su integridad, su asertividad, su respeto y sobre todo su compromiso cierto con la sociedad que le rodea. Las cartas están echadas, y para ello no hacen falta publicidades de mal gusto. Veremos quienes aciertan a darle la vuelta a la vida para que ésta llene de esperanza las calles de El Puerto. | Ilustración: Alberto Castrelo. Texto: Manolo Morillo.