La primera referencia que tuve sobre esta abominable página negra de la Historia de El Puerto de Santa María fue por testimonio oral a través de mi familia, afincada muy cerca de los domicilios de las víctimas mortales, las últimas, que Manuel Delgado Villegas ‘El Arropiero’ asesinó. No obstante el tema lo conocí de una manera más amplia y con datos más concretos cuando tuvo su espacio en el programa Cuarto Milenio, presentado por Iker Jiménez, hace ya varios años. He de confesar que es un suceso que desde entonces me ha generado mucho interés y del que siempre he querido saber más, no por morbo, quizás es porque sea un hecho anómalo en la vida de El Puerto en la que por suerte no tenemos que lamentar muchos episodios de este calibre. | Portada de 'El Caso', que recoge la noticia. Enero 1971.
Indagando por internet descubrí que en esta misma página, en varias ocasiones ya se había tratado este tema, pero en una de ellas extraje un dato bastante importante:
El doble crimen de El Arropiero fue motivo, junto con la fuga de El Lute del Penal, para que el nombre de nuestra ciudad saliese en portada en los medios de prensa nacional entre ellos en El Caso, que era la publicación más adecuada para cubrir este tipo de noticias.
Todo lo publicado hasta el momento se extrajo de las páginas de aquella publicación que tras llevar varios meses buscando por todos los sitios habidos por y haber para dar con las mismas no tuve valor de encontrarla. Al parecer los ejemplares de este conocido semanario pasaron a los fondos de una Universidad en la que solo se permite su consulta presencial.
Por azares de la vida, y muy a mi favor, logré encontrar el ejemplar que cubrió aquella noticia. Hoy me dispongo a dar una transcripción literal de lo que se contó en aquel momento aportando datos que no he visto reflejado en ningún otro sitio. De antemano advertimos que se trata de un texto que alcanza casi el medio siglo por tanto podemos encontrar frases, expresiones o calificativos que ya hoy no son políticamente correctos.
“Los Crimenes del Puerto de Santa María (Cádiz) Por: Margarita Landi, enviada especial
«Antoñita fue asesinada con una de sus medias»
La plantilla de la Policía del Puerto de Santa María acaba de apuntarse un nuevo triunfo profesional, logrado por los funcionarios que componen el grupo de Investigación Criminal, cuyo comisario es don Víctor López Sáinz quienes con su actuación han hecho un favor a la sociedad , quitando de la circulación a un peligroso sujeto, tarado mental, que hubiera podido llegar a ser la “segunda edición” del estrangulador de Boston: Manuel Delgado Villegas, nació en Sevilla hace veintiocho años, pero desde la niñez vivió en Barcelona con su abuela.
Manuel Delgado ha viajado mucho y ha cometido una buena cantidad de fechorías por lo que en los archivos policiales hay amplios antecedentes delictivos suyos, pero ha sido en esta alegre y bella localidad gaditana donde ha incurrido en dos “errores” que le van a resultar muy caros. Empezaré con el último ya que este fue el que puso en evidencia su culpabilidad en el penúltimo.
| Antonia Rodriguez Relinque 'Antoñita', afincada en Calle Cervantes fue asesinada con 38 años.
«Antoñita ha desaparecido»
El lunes día 18 de este mes [Enero de 1971] fue denunciada en la Comisaría la desaparición de Antonia Rodríguez Relinque, de treinta y ocho años, soltera, natural y vecina del Puerto de Santa María, muy conocida por el vecindario a causa de su desmesurada afición a los hombres. Había salido de su casa “muy engominada” para pasear con su novio la tarde anterior y no regresó a su domicilio donde la familia estaba inquieta pues nunca había pasado una noche fuera: -Antoñita ha desaparecido-dijeron-y su novio tiene que saber algo, porque dijo que iba a pasar la tarde con él.
Los funcionarios realizaron sus gestiones para localizar al novio y conocer las particularidades más destacadas de la personalidad de Antonia y supieron que el “novio” era Manuel Delgado Villegas y que ella se había mostrado perdidamente enamorada de él, a tal punto de que no había medio de convencerla para que le dejara, pues la maltrataba constantemente. Incluso habían llegado a trasladarla a San Fernando para pasar una temporada con una hermana que allí tiene casada, pero Manolo había ido hasta allí también a buscarla, detalle que hacía suponer que el enamoramiento era reciproco.
| La madre de Antoñita relatándole a Margarita Landi lo sucedido. Foto Inédita.
Manuel llevaba poco tiempo en el Puerto, unos tres o cuatro meses nada más, donde había llegado para visitar a su padre, casado en segundas nupcias que se dedica a la venta de “arropías” (golosinas confeccionadas en su mayoría por su padre con arrope, dentro de su propia casa) decidiendo quedarse allí y trabajar como vendedor ambulante de dicha mercancía. Era pues, muy conocido del vecindario y nadie hubiera podido sospechar que fuera capaz de “matar una mosca”; los chiquillos y los adolescentes eran sus mejores clientes. ¿Hay algo que pueda revestir mayor inocencia que la venta de golosinas?
Al ser interrogado en la Comisaría, Manolo negó rotundamente su conocimiento del paradero de Antonia, así como el porqué de su desaparición. Dijo que la había visto el domingo por la noche, cuando pasaba sobre la moto que conducía un hombre desconocido ante un bar que se encuentra junto a la plaza de toros. Pero las contradicciones en que incurría y “algo” raro que notaron en su declaración los inspectores, les aconsejó alargar el interrogatorio, medida que les condujo al éxito final.
Como ya he dicho, el sujeto cuenta con pésimos antecedentes como delincuente habitual; varias veces ha estado detenido por hechos contra la propiedad, en diferentes localidades del litoral mediterráneo, y por haber cruzado la frontera con Francia ilegalmente. Hasta se supone que estas “excursiones” fronterizas se deben a sus deseos de extender sus actividades delictivas al país vecino. También estuvo en Roma una temporada.
| Vecinos residentes en la casa de la Calle Cervantes, residencia de Antoñita. Foto inédita.
Acosado a preguntas llegó a “derrotarse”; confesó que había pasado la tarde del domingo junto a ella y salieron a la carretera de circunvalación, adentrándose por caminos y vericuetos para llegar al Pago Rioja, en campo de Galvecito, donde podían hacerse el amor sin ser vistos… Claro que antes de llegar a tal declaración dio buen trabajo a los inspectores, indicando diferentes lugares de los alrededores, de los que regresaban sin haber encontrado ni rastro de la desaparecida. Fue preciso que le hablaran y trataran con exquisito tacto, casi con mimo, para que llegara a decir toda la verdad. Si; el “arropiero” no recibió ni un empujón, ni un simple cachete, no oyó voces alteradas por la impaciencia o indignación; nadie le insultó, nadie le ofendió y por el empleo de esta táctica lograron los investigadores encontrar el cadáver de Antonia, cuya garganta estaba señida por sus medias (de las llamadas <>) detalle que hizo evidente la causa de su muerte: estrangulamiento.
Espesos matorrales habían ocultado el cadáver que desde el domingo por la noche hasta el jueves; y el frío retardando la descomposición, evitó el nauseabundo olor que hubiera podido alertar a los vecinos de unas casas cercanas… ¿Qué había ocurrido entre los dos anormales para provocar el trágico desenlace de sus relaciones amorosas?... Manolo dice que Antoñita profirió palabras que le “colmaron la paciencia”, pero nada, al parecer, en la postura del cadáver, podía dar pie a pensar que hubieran reñido o forcejeado.
Hay algo que no debe quedar fuera de este relato, aunque, la verdad resultará difícil de explicarlo: Manolo y Antoñita se complementaban pues si a él, en sus momentos álgidos de pasión, le gustaba golpear o estrangular a su pareja, a ella le servía de estímulo amoroso el mal trato… Sí, aunque parezca raro, los golpes los pellizcos y presiones le resultaban muy placenteros, de modo que cuando comenzó a sentir la presión de la media en su cuello estaba tan contenta. Parece que dijo “Me haces daño”, pero…
| Margarita Landi en el lugar donde hallaron el cadáver de 'Antoñita' en el Pago Galvecito. Foto inédita.
Al darse cuenta de que la mujer estaba muerta, el criminal se alejó del Pago Galvecito y decidió <<fabricarse>> una coartada por si le detenían. A tal efecto se fue hasta el Cine, Moderno, y cogió del suelo, a la puerta del mismo, una entrada cortada y se la guardó en el bolsillo. A las once y media de la noche estaba acostado en casa de su padre.
Manuel Delgado Villegas dice que padece ataques epilépticos; no sabemos si es verdad, pero sí que sabe fingirlos bien, pues en la misma Comisaría, cuando empezaron a interrogarle, hizo la comedia. Llamado un doctor, tras un detenido reconocimiento die que no podía asegurar que ese ataque fuera auténtico o fingido.
| Comparsas 'Los Hindúes'.
Una herida muy profunda nos dejó
que llevamos muy latente.
Fue el caso de ese estrangulador
que asesinaba consciente.
Primero la enamoraba
y luego que se saciaba,
mintiéndole de su amor, de sus placeres.
Para acabar volcándola con fuerza brutal
hasta el cuerpo sin vida dejar
a una enferma mental.
Pobre inocente, ¡que caro has pagado,
ese amor profesado al criminal valiente!.
Por mas que sacar sin entrañas asesino
por una muerte fatal no pagas tu vil delito.
Suponiendo que haya malas
eres peor que las fieras
cuando el macho hace el amor
la quiere pa compañera.
Quisiera decirte Antoñita
quisiera decir en mi cante una oración.
Quisieran que doblasen campanas,
que al viento son notas de desconsuelo
en la plegaria que dice
que descanse en paz en el cielo.
| Libreto de 'Los Hindúes'.
Tal repercusión tuvo el crimen de ‘Antoñita’ que caló en el día a día de los portuenses de entonces, en aquellos carnavales la agrupación local ‘Los Hindúes’ le dedicó la letra que mas arriba transcribimos. |Textos: Mario Fleming Cumbreras | Margarita Landi