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| La Puntilla, a vista de drone | Carlos de la Torre.
A la ancha playa que va desde el río hasta el castillito de la Pólvora, el antiguo cuartel de La Laja, acuden sobre todo vecinos de las ‘nuevas barriadas' --aunque ya no sean tan nuevas--, como Fermesa, Los Marineros, Malacara. Es la playa del pueblo. Para muchos no será el lugar más idílico, pero sí es el más sincero de la costa porteña.
| Concurso de figuras en la arena. Año 1975. | Foto: Rafa. Archivo Municipal.
| Concurso de figuras en la arena en la época actual.
Una playa de baños quincenales por prescripción, con bocadillo de tortilla, refresco de autoservicio descuento, toalla estridente, bañador reventón, sombrilla de carta de ajuste y esporádica partida de bingo. El sencillo edén de la clase media que no ha abandonado --o no quiere abandonar-- sus orígenes.
Cuando hasta el año 1986 se permitía la instalación de casetas de madera, La Puntilla era un verdadero barrio transplantado a la arena. Las familias se reservaban un mismo lugar de un verano para otro, y los vecinos de hilera formaban de por sí una familia postiza de vacaciones. Las casetas eran apartamentos de dos metros cuadrados, donde cabía de todo y se hacía de todo, lo que causaba un justificado reproche sobre su conveniencia, al menos en el apartado higiénico.
En esos años de cambios se culminó el fronterizo Puerto Sherry, se creó el actual paseo marítimo, en que los vándalos hacen en invierno su agosto de destrozos.
| Haciendo tricking en La Puntilla | Foto: Pablo Bernardo Caveda.
Los numerosos bares que rodean a La Puntilla son una buena excusa para la charla mirando al mar, mirando a Cádiz, convertida en buque del horizonte. La Puntilla sigue siendo, para los portuenses de corazón, un patio de arena de la casa de vecinos que forma la Ciudad. Donde las pequeñas dunas guardan las historias del pasado.
Junto a la playa, y enclavado en el núcleo de las dunas, existe un par de hoteles de 3 estrellas y un hostal, idóneos para pasar un tranquilo verano en familia. Los campistas también tienen un lugar idóneo frente a La Puntilla en el camping `Las Dunas'. El olor a sardinas asadas y bistelitos a la barbacoa inunda todo el paseo marítimo, con el buen hacer culinario de los chiringuitos y de los bares instalados junto al paseo José Luis Tejada y el del Aculadero, en ambos extremos de la playa. | Texto: Francisco Andrés Gallardo.
Que futuro puede tener una ciudad en la que solo se habla del pasado, empezando por el universal personaje de la pelota y la gaviota con el retorno de lo vivo lejano ?