| El castillo de las Ánimas antes de su derribo.
A uno y otro lado, estaban los recreos de La Belleza, rodeada de almendros, La Angelita, El Caserón, Las Marías (conocido como Ravina), con su caserío único todavía en pie, El Cerrillo, señorial finca del Marqués de la Cañada y luego de Don Juan Nicolás Bölh de Faber, desde donde su hija, Fernán Caballero, escribe novelas y cartas, El Palomar, La Julia, con su casa palaciega derribada, la Cerería, Villa Magdalena, con su casa victoriana, Fantova con su capilla, Las Banderas... Los Cortijos Nuevo, de Laborde, Casa Quemada, o el de Pazos... y un dilatado pago de viñas con caseríos y almijares del XVII y del XVIII.
| Portada de la Cerería.
El camino de Sanlúcar, en 1830, fue objeto de una remodelación utilizando como mano de obra la de los presidiarios. Los presos, eran concentrados en un lugar llamado “El Presidio”, donde se conservaban las cuatro garitas de los soldados que los vigilaban. Y entre los presos, hubo muchos gitanos de El Puerto y de Sanlúcar que fueron empleados en esos trabajos.
Un cante, que llamaban “Cantiñas de las Mirris”, hace referencia a varios gitanos de Sanlúcar, de la familia de los “Bochoque” que trabajaron allí. En la I Fiesta del Cante de los Puertos, en 1971, Ramón Medrano, las cantó:
¿Qué es lo que suena?
¿Qué es lo que suena?
Los presidiarios
con las cadenas.
Por el Cantillo
iban Las Mirris
en zagalejillo.
La Mirri chica
la Mirri grande,
las dos están hechas
de azúcar cande.
De Sanlúcar hasta el Puerto
hay un carril
que los han hecho las Mirris
de ir y venir...”
Y es que las Mirris, diariamente llevaban la comida a sus hermanos presos que estaban construyendo la carretera de Sanlúcar al Puerto.
Lo más curioso de esta carretera, con haber en ella cosas curiosas, es lo que Don Antonio Machado Núñez, abuelo de los hermanos Machado, cuenta en su “Catálogo metódico y razonado de los mamíferos en Andalucía” (1869), sobre la introducción en El Puerto de camellos, procedentes de las Islas Canarias, labor en la que se empleó a Don Domingo Castellanos, administrador del Marqués de Villafranca. “En 1833, a los pocos años de haberlos aclimatado, empezaron a usarse como animales de carga y transporte en la provincia de Cádiz y... se empleaban en acarrear materiales para las obras del camino real del Puerto de Santa María a Sanlúcar de Barrameda (hace más de treinta años)...” Todo esto me ha venido a la memoria al haber leído en el libro de mi amigo Enrique Baltanás sobre “Los Machado” la noticia de los camellos portuenses. Pues vale. | Texto: Luis Suárez Ávila