| En la imagen, andanas de botas de diferentes bodegas sanluqueñas, instaladas en la Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino.
A las puertas de una nueva Feria del Vino Fino, la polémica está servida. Es de suponer que como en todo lo que nos rodea la política estará al tanto, y no faltarán quienes la aprovechen para criticar, y quienes la usen para defender sus siglas. Por encima de todo eso está la realidad.
Poner botas del principal competidor de nuestros productos es no solo de poco tacto, sino algo que es muy difícil de comprender. Si unimos eso al famoso cartel de Semana Santa a la entrada de nuestra ciudad, anunciando la de otra localidad, debemos plantearnos si es conveniente defender lo indefendible.
Por no remontarnos muy lejos, el pasado año se dedicó a Jerez, y nadie vio una sola bota de bodegas de Jerez en nuestra feria, por lo que tratar de justificar lo de este año diciendo que como se dedica a Sanlúcar se ponen sus barriles, pues nada, comulgaremos con lo que digan, o no. Decir que las bodegas de El Puerto no se involucran, es tanto como decir que la Portada es el Toro de Jamón Jamón.
Insistiendo con el tema, algunos dicen que las bodegas de El Puerto no están en manos de portuenses, y que da igual, pero es que las de Sanlúcar están tres cuartos de lo mismo, no creo que ninguno de sus dueños viva en Bajo Guía.
Hay opiniones para todos los gustos, criticas, lamentos, justificaciones, detracciones, pero cuando se dedicó a Navarra no hubo encierros, en lugar de paseo de caballos; y cuando Valencia, hubo mascletá, pero no una falla en cada rotonda; cuando se dedicó a la Rioja no se llenaron las calles de andanas de Roble.
Pensemos que la feria es un reclamo turístico, de nuestra ciudad, no de la ciudad a la que se la dediquemos; pensemos que la Feria sirve para promocionarnos, no para promocionar al vecino; pero, aun así, pensemos que la Manzanilla, de manera especial, es un producto competidor, no es Sanlúcar, Sanlúcar es mucho más, pero su producto es negocio, no cultura.
La realidad, no la verdad, la realidad, lo que palpamos, es que nuestra feria, la del Vino Fino, anuncia al visitante que nada sabe de esto, la Manzanilla, la realidad es que cuando un turista va a un bar no pide un fino, pide una manzanillita, y por favor, no empecemos con que la culpa la tiene el abuelo de Heidi o Noe que aquí enseguida tenemos respuesta para todo; la realidad es que Sanlúcar no es Manzanilla, es muchísimo más, y lo que han colocado son unas andanas de una bodegas de productos que no nos corresponde promocionar, por confundir al que viene, por cabrear al que está y porque tiene el mismo sentido que colocar botas de Ron Dominicano en la Feria del Fino.
No es que se representen a Sanlúcar, es un negocio, y la pregunta clave es cual y de quién es el beneficio económico que saca, sacan o sacara gracias al mente lúcida que ha decidido colocarlas. | Texto: Joaquín García de Romeu.
De botas y votos.
Se puede ser devoto o devota de ciertas botas y se puede ser devota o devoto de ciertos votos, pues por ser devoto de ciertas botas alguno perdió la cabeza, pero no menos cierto que otros la pierden por ser devotos de algunos votos… ¡Vaya lío! Déjenme que me explique.
Pasados ya unos días del final de nuestra fiesta, atrás queda la polémica de las andanadas de botas que decoraron el recinto ferial. No entraré en argumentar mi poco o nada acuerdo en la designación de la dedicatoria de este año, entiéndanme: Sanlúcar de Barrameda es un pueblo muy vinculado a nosotros y del que guardo gratos recuerdos. Pero la dedicatoria de nuestra fiesta debe estar fundamentada en cierta lógica.
Debe estar vinculada, a mi entender, a un intercambio cultural, pero, sobre todo, económico y social. Lazos que hemos de mantener en el tiempo, que den a conocer allende nuestras fronteras las bondades de nuestra ciudad. Ahora bien, hecha la dedicatoria, lo suyo es mostrar nuestra cara más amable y hacer gala de una de nuestras principales bondades: la hospitalidad.
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Somos un pueblo con clase, y cuando hablo de “clase” no me refiero a ese rasgo diferenciador y clasista que algunos ven en su afán de trasnochada revancha. Me refiero a una virtud que, durante muchos años, ha hecho de mi Puerto la Muy Noble y Leal Ciudad de El Gran Puerto de Santa María. Nuestra Feria siempre ha sido un punto de encuentro; muchos de los años que he vivido fuera he acompañado a amigos que no la conocían y les puedo asegurar que han vuelto incluso sin mí.
La polémica de las botas es más un afán por ganar votos de manera torticera que una reivindicación de lo local. Dejemos atrás nuestros complejos, no temamos lo ajeno que a veces nos enriquece y, sobre todo, no lo temamos si nos acompaña por voluntad propia y cogidos de la mano.
Si queremos potenciar nuestro vino, hay muchas maneras de hacerlo y si no, pregúnteles a los bodegueros que seguro le dan más de una idea. Pero no hagamos un feo a un pueblo amigo que además viene invitado. Un poco de clase, por favor…
Hay quien dice, el relaciones públicas de una bodega, que hay que ser cortés con Sanlucar y hacerle un guiño. Claro, como él es de Jerez. Pregunto ¿ la empresa donde trabaja embotella los finos en una bodega de Jerez ? Que poco nos duele el estar en manos de gente de fuera
No se puede ser más torpe.