1954
Aquel 1954 era alcalde de la Ciudad, Luis Caballero Noguera. Se inauguraba la Base Naval de Rota, construida parcialmente sobre suelo de El Puerto. La población reclusa en la Prisión Central portuense era de 1.050 penados. Mientras, volvían a España los prisioneros de la División Azul que habían luchado en la II Segunda Guerra Mundial en el frente ruso.
| Inmaculada, Francisco Javier y José Carlos, con su madre, de Primera Comunión.
La joven pareja y sus tres hijos formaron siempre una familia muy unida. El alma de toda ella era su madre, una persona muy especial por su educación, alegría y bondad con todos.
Javier observa mucho a su padre quien, en su tiempo libre, hace maravillas con sus manos: planos, pergaminos, trabajos de marquetería con caoba, relojes, pinturas y hasta inventa máquinas que le facilitaban el trabajo.
La infancia de Javier fue la de un niño muy querido, criado por sus padres junto a sus hermanos, con ternura y amor.
Sus padres, y en especial su madre, hicieron de la vida familiar un tesoro. De ahí la gran unión y cariño que se profesan los hermanos toda la vida. Javier y Carlos se educan en el colegio de La Salle. Inmaculada en Las Carmelitas. Luego estudia en el Instituto de Santo Domingo, del que era director Manuel Martínez Alfonso, gran amigo de su padre. Y ahí realiza su preparación como delineante.
Siempre tuvo muchos amigos con los que se divirtió, hizo deporte y recorrió todas nuestras playas, dunas y pinares.
| En la desaparecida fuente de las ranas del Parque Ruiz-Calderón.
Cuando llegaba la Navidad su madre hacía que se viviera en la casa con gran alegría. Decoraban la casa entre todos y seguían, con recursos sencillos, todas las tradiciones familiares. Además, su padre realizaba cada año un Belén artístico y con artilugios mecánicos y eléctricos, ya que además de estéticos en ellos amanecía, anochecía y salían las estrellas.
De ahí viene la afición de Javier quien se empapa, desde pequeño, en el espíritu navideño y lo vive con ilusión toda su vida.
Nuestro protagonista hizo el servicio militar en el Ejército de Tierra en el hoy desaparecido cuartel situado en la avenida de acceso a la capital gaditana.
El año 1979 abre sus puertas el Casino Bahía Cádiz en El Puerto de Santa María. Como otro muchos jóvenes portuenses es admitido para trabajar en él. Empieza como croupier y más adelante será ascendido a jefe de mesa. Javier puede entonces independizarse y se casa, yéndose a vivir a un piso de la Avenida del Ejército.
Los años en los que trabajó en el Casino fueron para él una época magnífica. Hizo de sus compañeros un excelente grupo de amigos, que lo han seguido siendo siempre. Guardaba y contaba multitud de vivencias y anécdotas del trabajo que tanto quiso, protagonizadas por clientes especiales o por sus propios compañeros.
Debido a problemas de salud abandona el Casino. Pero sintió nostalgia de aquellos años. A Javier le habían gustado de siempre los juegos de mesa. Coleccionaba multitud de ellos y en las reuniones familiares y de amigos siempre aparecía con un par de ellos bajo el brazo.
Desde pequeños fue una constante en su casa el gusto por la lectura. Su padre fue uno de los primeros socios del Círculo de Lectores en nuestra Ciudad. Y Javier de los últimos. Sus padres leían libros y todos los fines de semana se compraban en la desaparecida Librería Cortés, en la calle Luna, muchos tebeos.
Javier continuó con su afición lectora haciéndose de una gran biblioteca. Cultivaba también otras como el coleccionismo, pero de nada en concreto y de todo un poco y nunca perdió el interés por las obras de arte. No dejaba de admirar nunca la perfección y la belleza, acaso llegando a sentir, en algún momento, el síndrome de Sthendal. El mismo realizaba dibujos manualidades y maquetas con gran realismo y minuciosidad. Poseía un nutrido y surtido equipamiento de material de dibujo, adquirido siempre en la Imprenta Bollullo en la calle Cielos, tal como hacia su padre.
Dada su afición y gusto por el helenismo participó en 1993 en el Certamen de Belenes portuense, obteniendo el primer premio, lo que le anima a hacerse socio de la Asociación de Belenistas ‘Ángel Martínez’, perteneciendo a la junta directiva desde su incorporación y tesorero durante cinco años.
En el año 2000 se edita, por primera vez, la revista `La Mar de Belenes` y durante quince años, Javier, coordinó y maquetó la publicación. Además realizaba, durante todos esos años los carteles, trípticos, programa de actividades, guía de belenes... También formaba parte todas las Navidades del concurso fotográfico de Nacimientos. A título personal ganó varios premios fotográficos de la entidad, quedando finalista en el concurso de la Federación Española de Belenistas.
| En agradecimiento por toda esta dedicación los belenistas locales lo proponen, a través de su asociación, para que se le otorgue el Trofeo de la Federación Española de Belenistas de 2014.
Como en todos los ámbitos en que Javier se movió también hizo entre los belenistas, un montón de buenos amigos.
Muchos, muchos amigos siempre. Entre ellos una familia de El Puerto que lo consideraba de los suyos: la familia Morales: los de la droguería Roque de toda la vida. Amigo íntimo de Fernando García González, marido de Ana Morales. Aunque vivía en la avenida del Ejército, le gustaba mucho bajar en su moto al centro histórico a hacer alguna gestión, tomarse un buen café en el Bar Manolo, a la imprenta Bollullo y visitar a los amigos de Casa Roque.
| Sus dos hijos, Javier y Mario, que fueron siempre el máximo orgullo de su vida.
También era obligada la visita a la joyería de Fernando Marín a encargar algún objeto para la asociación de belenistas y adquirir cada año un regalo para su hermana Inmaculada y su amiga Concha Blanes el 8 de diciembre. Siempre un regalo de figuras navideñas. Y desde que su sobrino Abraham el bar ‘La Mezquita’, bajo su dirección, una visita de vez en cuando a su inseparable hermano Carlos.
Javier ha dejado una gran huella de bondad, amistad y educación en todos los ambientes por los que se movió. Deja huérfanos de su presencia a sus cinco hermanos. Los dos de padres y a su cuñado Paco Jaén, marido de Inmaculada y a María Marín, la mujer de Carlos. A sus primos hermanos Milagritos y Pepe Rodríguez. Con gran vacío a sus amigos de los sábados: Julio y Laura, José Luis y Mariló, Concha y Sergio. Y queriéndolo siempre, sus sobrinas Violeta y Carolina y su sobrina nieta Julieta. Con todos sigue para siempre.
| Con su sobrina nieta, Julieta.
Amigo Javier, siempre has tenido un importante lugar en mis afectos. Adios amigo. Descansa en paz.
Su sonrisa y sus bromas, sus buenas formas... era un querer darle achuchones siempre, eso que provocan las personas tan buenas. Te echamos mucho de menos querido Javierito.
Me acabo de enterar por este artículo de su fallecimiento y escribo estas palabras con el corazón.
Javier siempre me pareció, como dice Chuchy, un hombre bueno, educado y correcto. Perfeccionista y minucioso como se detalla en este artículo. Buen amigo y buen padre.
Mi mas sincero pésame a su familia y amigos.
Descanse en Paz.
Tuve el honor de compartir con el muchos momentos inolvidables en nuestra querida asociación de belenistas y otras vecinas muchos recuerdos de una amistad que tendré siempre en mi corazón, que allá arriba sigas disfrutando querido amigo.
Qué preciosidad mamá. Qué bien escrito y contado todo. Seguimos sin hacernos a la idea. Ha dejado una huella imborrable y nos quedamos con las ganas de darle abrazo fuerte. <3 . Violeta
La próxima cerveza ??en la Mezquita... se la brindaremos a él...para que siga montando el belén allá arriba...
Siempre estará en nuestra memoria y nuestro corazón. Ante todo fué una buena persona, amable, acogedor, y cariñoso. Como toda su familia me acogió como a uno más de ellos. Era mi hermano también. Hasta siempre, querido Javier.
Un hombre en el mejor sentido de la palabra "bueno"...