Tal vez, de forma inesperada, en medio de una etapa de una actividad muy productiva, el "Maestro", como llega a firmar en alguna obra, es sepultado en la Prioral de El Puerto de Santa María. Era el 13 de diciembre de 1718.
En 2018 celebramos los 300 años de la muerte del escultor sevillano afincado en El Puerto, Ignacio López. Ojalá que este aniversario no pase desapercibido en ciudades como El Puerto de Santa María y Jerez de la Frontera, donde este artista barroco dejó la mejor y mayor parte de su obra. Ojalá.
Hay aniversarios que irremediablemente, y con razón, reciben toda la atención mediática. Otros, más modestos, parecen estar condenados a pasar casi inadvertidos. Poco más de un siglo después del nacimiento de Bartolomé Esteban Murillo, fallecía otro artista sevillano. Me refiero al escultor Ignacio López.
| San Judas Macabeo. Detalle del Retablo de Ánimas de la Prioral, ante el cual está enterrado obra de Ignacio López (1680).
Pertenecieron a generaciones distintas pero ambos llegaron a vivir en un mismo espacio temporal y geográfico. López se formó, de hecho, en la Sevilla de Murillo y fue una consecuencia de ella. Del esplendor barroco de Valdés Leal y Pedro Roldán y también de la creciente decadencia de una urbe que perdía poco a poco la opulencia del comercio americano a favor de Cádiz.
Es por eso que con apenas veintiún o veintidós años deja atrás su ciudad natal en busca de un futuro más halagüeño. Y lo encuentra en El Puerto de Santa María, en la que se instala y donde no le faltaron encargos desde todas las localidades del entorno, incluida Jerez. Para ella haría infinidad de imágenes de iglesias y de cofradías, como la Piedad y el Mayor Dolor, cuyas imágenes marianas serían talladas justo en ese postrero 1718. No obstante, aunque es indudable que sobresalió en este contexto, su nombre fue olvidado tras su muerte.
Ahora, tras su reciente rescate de las profundidades de la desmemoria, ha llegado el momento de acordarse de los 300 años de su fallecimiento. Pese al esfuerzo de algunos investigadores, me pregunto si tenemos suficientemente asimilada ya su figura para ver en esta efeméride algo que celebrar. En cualquier caso, puede ser, al menos, una ocasión para recuperar, de manera definitiva, su recuerdo ante la sociedad y la Historia. | Texto: José Manuel Moreno Arana.
Un artista clave en el barroco local
Con el feliz hallazgo por parte de Moreno Arana de la documentación que atestigua la autoría del retablo de Animas de la Prioral se despejó hace unos años una de las incógnitas de mayor trascendencia para la historia del arte barroco local y se pudo asegurar la paternidad de varias imágenes a nivel local y regional. Desde entonces, el nombre de Ignacio López se asoció al de un auténtico genio de la gubia y pudieron refutarse falsas atribuciones a Roldán o su hija Luisa, aunque algunos cofrades aún no se han rendido a la evidencia y prefieren continuar con la tradición de adjudicarlas a esos artistas más reconocidos.
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| Retablo de las Ánimas de la Prioral, obra de Alonso de Morales e Ignacio López.
De su biografía, sabemos que Ignacio Francisco López nace en Sevilla el 16 de agosto de 1658, se forma como escultor en alguno de sus talleres activos en el último tercio del siglo XVII, probablemente en el de Pedro Roldán, y muy joven aún, (con unos 20 años, posiblemente a principios de 1680) se afinca en El Puerto de Santa María, reclamado por el retablista Alonso de Morales. Con éste lo encontramos trabajando desde agosto de ese año en el retablo mayor de la capilla de las Animas de la Prioral, seguramente debido a su precoz valía como imaginero pero también a los lazos de amistad que les unen durante toda la vida, tan estrechos como para acogerlo en su casa a su llegada a El Puerto, ser testigo de su boda con la portuense Tomasa Rendón en junio de 1681 y, quizá lo más importante desde el punto de vista artístico, condicionar su labor en el retablo que les ha dado fama a ambos. También sabemos que fruto de ese matrimonio tuvo 4 hijos y que residió en la calle de Santa Clara de nuestra ciudad.
Lo que más nos interesa ahora de Ignacio López es la actividad que mantuvo en su taller en las últimas décadas del siglo XVII y primeras del XVIII, hasta su muerte y entierro en diciembre de 1718, curiosamente delante del retablo convertido en su testamento más preciado [Capilla de las Ánimas]. En este taller recibiría numerosos encargos destinados a cumplir la consabida función devocional y satisfacer los gustos estéticos de numerosos conventos y hermandades que se convierten en sus clientes preferentes en varias localidades del entorno hasta componer un magnífico conjunto de imaginería barroca que colocan a este insigne imaginero entre los grandes maestros andaluces en la transición de esos siglos.
| San Gregorio Magno.
Obras documentadas suyas en nuestra ciudad son, además de la imaginería del retablo de Animas de la Prioral (San Gregorio Magno, San Miguel y San Judas Macabeo en el cuerpo principal y el grupo del Descenso al "Infierno de los Justos" del ático), cuyas obras durarían hasta 1693, otras desgraciadamente desaparecidas, como la imagen de una dolorosa (Ntra. Sra. de las Lágrimas, hoy perdida) y dos pasos concertados con la Hermandad del Dulce Nombre de Jesús del convento de Santo Domingo en mayo de 1683 y el titular de la cofradía de Santiago de los Canteros, obra de la última década del siglo XVII y perdida tras la invasión angloholandesa de 1702. Fuera de El Puerto sólo aparecen documentados, por el momento, un crucifijo en la iglesia de Nuestra Señora de la O en Rota, realizado hacia 1691 y el grupo de Santa Ana y la Virgen Niña en un retablo de la iglesia de Nuestra Señora de la Oliva de Lebrija, datada de 1695.
En cuanto a las atribuciones, cada día se amplía más la extensa nómina que incluye imágenes de retablo y titulares de cofradías en varias localidades de la antigua diócesis hispalense como Lebrija, Morón, Jerez y otras. Respecto a El Puerto, a la relación ya conocida queremos hoy incluir otra talla más que no tengo duda alguna en asignar a este escultor por la similitud de rasgos anatómicos, compositivos y estilísticos en general a otras obras documentadas y de segura atribución.
| Imagen de Jesús atado a la columna que se conserva en el Convento de las Concepcionistas, una pieza del patrimonio portuense poco conocida pero de un gran interés artístico.
Me refiero a una interesantísima imagen prácticamente desconocida de madera policromada y tamaño académico que representa a Jesús atado a una columna, conservada actualmente en el coro alto del convento de la Concepción de El Puerto de Santa María. La figura mide 85 cms. de altura y la columna, 42 cms. Imagen y columna descansan sobre una peana de madera pintada con cuadrados ajedrezados de 3,5 cms. de altura. (Agradezco sinceramente a la Rvda. M. Josefina Sucino Morales haberme facilitado el conocimiento y estudio de dicha imagen).
Su iconografía es la más repetida en las representaciones de este momento pasionista en el barroco: Jesús aparece amarrado a una columna baja con una postura forzada avanzando y girando tórax y cabeza hacia adelante y derecha mientras mantiene en escuadra los pies (la pierna derecha queda retrasada y la izquierda adelantada) y los brazos (el derecho cruza delante del cuerpo) quedan sujetos a una columna baja y abalaustrada situada a su izquierda (tipo de columna que se impone en esta iconografía tras el concilio de Trento, a imitación de la conservada en la basílica de Santa Práxedes de Roma, sobre todo entre los artistas del barroco, como en imágenes de Gregorio Fernández, Pedro Roldán, Salzillo, etc.).
| Detalle del Cristo atado a la columna de las Concepcionistas.
Con dicha postura, la imagen de Cristo rompe la posible frontalidad y gana en dinamismo barroco. El único elemento que cubre su desnudez es un breve sudario cordífero con pliegues diagonales sujeto por una soga anudada en la cadera derecha y que apenas oculta una anatomía escasamente desarrollada donde el autor ha preferido no pormenorizar en detalles realistas o excesivamente cruentos. Las facciones de un rostro dolorido y triste pero resignado, sin excesivo dramatismo y de serena belleza, presentan perfiles acusados muy semejantes a las características mostradas en varias de sus imágenes masculinas (especialmente las de San Gregorio Magno y San Judas Macabeo del retablo de Animas de la Prioral, el Santiago de Lebrija o el mismo Nazareno de El Puerto, con el que se encuentra íntimamente relacionado).
| Jesús Nazareno. Prioral de El Puerto de Santa María, que algunos autores atribuyen a Ignacio López, 1702.
Esta imagen debió realizarla Ignacio López a finales del siglo XVII, una vez liberado de las tareas escultóricas del retablo de Animas de la Prioral, gracias al cual cobraría fama en toda la zona y continuaría recibiendo encargos en distintos conventos y cofradías de la ciudad, como los citados trabajos en Santo Domingo y San Agustín y éste y otros en el de las franciscanas concepcionistas. Es más que probable que el Atado a la columna que comentamos sea el citado en el inventario que se hace del convento en 1836 tras la desamortización, pues uno de idéntica iconografía conservado en otra dependencia del convento es mucho más tardío y de inferior calidad artística. | Texto: Francisco González Luque.
| En la imagen altar y retablo de la ermita de Santiago de los Canteros (s. XVII), conservado en la Prioral, obra de I. Foto, Juan José López Amador.
Santiago de la cofradía de los Canteros. (1690). Desaparecido
No tuvo larga vida esta imagen de Ignacio López, pues fue destruida durante la ocupación de El Puerto por tropas anglo-holandesas en 1702, durante la guerra de Sucesión. Afortunadamente, sí ha llegado a nuestros días el bonito retablo de la ermita de Santiago que presidió la desaparecida escultura, que está en la Prioral, en la capilla del Santo Nombre de Jesús que está a cargo de la Hermandad de la Misericordia.
| Detalles del retablo de Santiago con pinturas que representan a la Virgen del Pilar y a San José con el Niño Jesús. Foto J.J.L.A.
Probablemente se construyera al tiempo que Ignacio López modeló el santo titular. Se remata el retablo con una escultura de Santa Catalina de Alejandría, la patrona, entre otros oficios, de los carreteros, que, como es sabido, en las canteras su labor era tan importante como la de los propios canteros. De arriba abajo del retablo se reparten hasta seis cruces de Santiago, y en los laterales dos pinturas con la representación de la Virgen del Pilar y San José llevando al Niño Jesús.
La ermita de la cantera y la levantada en superficie se emplazaban en el cerro de Buenavista, en las inmediaciones del actual cortijo de su nombre. Futuras investigaciones probablemente podrán localizar la cantera de su primera sede. | Texto: Enrique Pérez Fernández y Juan José López Amador. De su trabajo publicado en Gente del Puerto sobre la Sierra de San Cristóbal.