Joaquín Sánchez, el capitán del Real Betis Balompié representan la fuente y la continuidad del ADN de las trece barras del escudo y fueron claves en el balón de oxígeno que el Betis recibió al ganar al Málaga (0-2) en La Rosaleda y acabar con una racha de dos meses sin sumar tres puntos. El extremo de El Puerto de Santa María, recién convertido en uno de los accionistas de referencia del Betis, vive una segunda juventud en Heliópolis a sus 36 años. | Tatuaje realizado por Pitu Morales, realizado sobre la pierna de un aficionado bélico marcada con la cara de Joaquín, sangrando.
Dentro de un buen nivel general sustentado en una solvencia defensiva a la que no es ajena la vuelta del central marroquí Zou Feddal, Joaquín volvía al estadio en el que jugó entre 2011 y 2013 antes de irse al Fiorentina italiano otros dos años; y sacó lo mejor de sí para liderar el partido con el que el Betis volvió a la senda de la victoria desde el pasado 21 de octubre ante el Alavés.
El portuense dio la asistencia a Sergio León en el gol que abrió la lata y, junto a su omnipresencia y jerarquía, fue también autor de un tanto de falta directa que no subió al marcador por no haber visto el equipo arbitral que el balón había sobrepasado la línea de meta.
"Es como un entrenador dentro del campo. Siempre ayuda a los compañeros. Él ve el fútbol, tiene mucha experiencia y nos corrige. Le damos siempre las gracias porque siempre nos ayuda", afirmó de Joaquín otro de los jugadores clave en el equipo de Setién, el medio natural de Los Palacios (Sevilla), Fabián Ruiz. | Texto: Carlos del Barco