Al iniciarse unas obras en 2010, en unos terrenos anexos a la ermita de Santa Clara para la construcción de 125 viviendas en el Barrio Alto frente al actual Cementerio Municipal, se descubrió una necrópolis relacionada con un viejo cementerio del siglo XV que estuvo en uso hasta principios del XIX. Se han encontrado unas 300 tumbas en la parte que se ha podido excavar, la más cercana a la ermita, pues se cree que los terrenos que ocupan ahora otra urbanización, con unos 30 años de antigüedad, también se habrían encontrado restos, probablemente los más antiguos de esta necrópolis.
La excavación ha sacado a la superficie cerca de 40 sepulcros de envergadura, construidos con ladrillo y piedra ostionera, de estructura abovedada y que conservan restos y ajuares que revelan el elevado estatus social que tuvieron sus propietarios.
La ermita es un edificio de pequeñas dimensiones, único representante del manierismo portuense, con planta de cruz latina, de brazos cortos, y un pequeño cuerpo adosado: una capilla con funciones de sacristía. Destaca su portada almohadillada y la pequeña cúpula con linterna sobre el crucero, así como un hoy desaparecido artesonado mudéjar. En el cuerpo anexo cubierto con bóvedas de aristas, se conserva la decoración de pinturas al fresco de tema religioso correspondientes muy probablemente al siglo XVIII.
Los restos óseos aparecidos están en buen estado de conservación y los ropajes y objetos religiosos son tan notables, que en un primer momento los investigadores llegaron a considerar que se trataba de un cementerio judío. Aunque los resultados de la investigación están en fase preliminar, los ajuares "vinculan a la población enterrada con la época bajomedieval, con perduración del espacio funerario hasta el siglo XVIII"
No obstante, se ha descartado que la necrópolis tenga un origen judío, ya que "han sido hallados numerosos elementos relacionados con la religiosidad popular cristiana, como rosarios, medallas y cruces de bronce".
Cada enterramiento es una biografía por descubrir, pues la costumbre de colocar una lápida con el nombre del difunto no existía en la Edad Media. Entre las tumbas excavadas destaca por ejemplo el hallazgo de un enterramiento que se vincula con las peregrinaciones a Santiago de Compostela, que ya existieron desde finales del siglo XIII, "y que posiblemente se trate de una de las evidencias arqueológicas más antiguas encontradas en el Sur de la Península Ibérica de práctica de la ruta del Xacobeo", tal como destaca la arqueóloga Ester López Rosendo. La investigación arqueológica que se está realizando sobre rituales y ajuares funerarios se complementa con un estudio paleoantropológico encargado al médico Juan Fernández de la Gala.
Los restos más antiguos hallados corresponden a la época fundacional de la ermita (fines del XV o principios del XVI). La arquitectura de este primer edificio tiene rasgos de tradición mudéjar a la que se asocia la necrópolis objeto de este estudio.
Durante un tiempo constituyó el cementerio del Barrio Alto, además de ser lugar de enterramiento de navegantes y gentes de mar, tal como demuestra la naturaleza de los objetos que componen los ajuares funerarios hallados, entre los cuales se cuentan medallas, botones dorados o insignias de la Armada Española. No en vano, Santa Clara es patrona de los navegantes y marinos, y en general es una figura protectora de todos los oficios relacionados con la luz del sol.
En este cementerio apareciereon también enterramientos de soldados y marinos caídos en la batalla de Trafalgar.
Estos hallazgos arqueológicos vienen a enriquecer el escaso conocimiento que se tenía hasta ahora de este edificio histórico tan emblemático, además de ofrecer mucha información histórica sobre la población de El Puerto de Santa María a fines de la Edad Media, una ciudad que a fines del siglo XV era la urbe más pujante de la Bahía de Cádiz. Por otro lado, la información que ha aportado la excavación e investigación de las propias inhumaciones ha ofrecido datos muy significativos sobre esta sociedad, sus creencias religiosas y prácticas funerarias desde, al menos, finales del siglo XV hasta el siglo XIX. | Texto y fotos: Paco Vera.