El 4 de septiembre se jubiló Vicente Escortell y dentro de apenas un mes será mi queridísima Lola Gómez la que salga por la puerta grande de nuestro centro con la mochila llena de decenas de años de deberes cumplidos y dejando en nuestro corazón docente – y en el otro- un hueco de melancolía difícil de llenar. | En la imagen, Escortell, que durante su etapa de profesor de adultos ha tenido alumnos de muy diversa procedencia: etíopes, lituanos, mauritanos, ucranianos...
Hace un año y hace tres años le había tocado a Paco y Pepe, respectivamente y yo reflexionaba que cuando un compañero o una compañera se jubila, lo hace también una parte de nuestras vidas y de nuestros recuerdos. Y aunque nos alegramos, --se lo merecen, se lo merecen-- nos pica un poco la orfandad en el claustro y sentimos , al menos yo, un poco de miedo.
Vicente se hizo en muy poco tiempo un pilar tan sólido en nuestro día a día que tememos temblores si se retira con brusquedad. Echaremos de menos su presencia afable y tranquila, su sonrisa continúa, esa manera de “apagar fuegos” con suavidad apenas se percibiera un ligero humo.
Dejó huella docente –-y personal-– en todas las personas que trabajaron con él a un lado y otro de los pupitres. Pasear por la calle con Vicente es asistir a un continuo rosario de reconocimiento y agradecimiento.
De Lola, ya hablaremos cuando le toque.
Gracias, Vicente, por los años compartidos. ¡Cuánto ha llovido desde aquel autobús escolar que en los años setenta llevaba nuestra ilusión y nuestra rebeldía veinteañera hasta Cadiz, hasta la Josefina Pascual para aprender a medias –-o al menos intentarlo-- pedagogía y subversión! ¡Quién nos diría que la vida nos regalaría este encuentro final que nos permite hacer balance gozoso!
Ahora que nuestras vidas se asoman a su particular septiembre, te deseo lo mejor. Ve inventariando las obras que visitaremos juntos o los circuitos por lo que podemos correr dentro de un año, cuando me toque a mi, salir de la escuela, cuando pueda bañarme en La Puntilla mientras en las aulas, se vuelve a oír música de mesas y sillas en movimiento y pueda compartir contigo esa alegría y ese desasosiego | Texto: Juan Luis Rincón Ares.
Enhorabuena Vicente , coincidí poco contigo pero sé de tu buena labor educativa. Ahora a disfrutar compañero!!!
Una buena paellita Vicente pa celebrarlo!!
Yo pongo el sitio!!!?
Bueno, atento, afable, amable, inquieto, entusiasta, marciano, compañero, sonrisa, música, lobo lector, pasión,... y mucho más. Ese eres tú, el que hizo de un claustro algo más que compañeros. Gracias maestro, por todo. A descansar y a bailar!!!!
Vicente me alegro mucho por ti porque te mereces esa buena jubilacion y me da pena por los que nos quedamos ya que profesor como tu pocos se pueden contar con los dedos de las manos y nos sobran gracias por tu paciencia con nosotros al explicar las matematicas y como no tambien informatica nunca nos ha puesto mala cara ni un mal gesto al reves siempre dispuesto para explicar una dos o tres las que se encarte por todo eso gracias Vicente se te va a hechar de menos pero tu disfruta de tu jubilacion
Un maestro puede sacar de ti todas tus aptitudes o anularlas de por vida. Por eso influyen tanto en nuestra vida. Vicente es uno de los maestros más preciados para muchos de nosotros porque nos enseñó siempre con dedicación y simpatía y, sobre todo, nos hemos sentido queridos por él cuando éramos niños y descubríamos el mundo. Y como el amor con amor se paga tiene toneladas de afecto. Disfruta de esta nueva etapa!
Fue maestro de Primaria de mis hijos en El Juncal, y hasta hace poco profesor de Informática de mi esposa. Siempre fue amable y cariñoso con nosotros y en casa lo queremos mucho. Le deseamos disfrute de largos y felices años de descanso y de ocio, cosa que no le viene mal siendo tan alegre y divertido como es.
Un profesor que te marca, que marca a una generación (o tres) de niños que ya dejamos de serlo hace años. Una de esas personas que recuerdas y recordarás porque era uno de esos "profes guays", con los que disfrutabas en sus clases al mismo tiempo que aprendías y sacabas buenas notas. Y lo más llamativo es que luego van pasando los años y al crecer y madurar descubres que no sólo era eso, sino que también es una enorme persona, un gran ejemplo a seguir. Te alegras cuándo te cruzas con él por la calle y te quedas un rato con una sonrisa tonta en la cara de la de recuerdos que te vienen a la cabeza. Enhorabuena Vicente, ahora a disfrutar de otra manera. Un enorme abrazo.