Como ocurre en nuestros días, en estos meses estivales en los que se multiplican los actos, espectáculos y fiestas, tanto culturales, deportivas o lúdicas, en su acepción de diversión, hace poco más de un siglo ocurría otro tanto de lo mismo. La diferencia bien podría estar, entre las que vivieron nuestros abuelos y las que podemos disfrutar nosotros, en que la mayoría de estos eventos actuales son públicos o semipúblicos, generalmente promovidos o gestionados por organismos municipales y regionales, entidades de carácter social-recreativo o empresarios. En la primera década del siglo XX, con la excepción de la cita anual con la carne, la fiesta de carnaval, muchas de estas fiestas se celebraban en los meses de verano y en una buena proporción con carácter privado, organizada por una familia en su casa o recreo, con asistencia de parientes, amigos y clientes, si el organizador era un empresario. Estas fiestas se denominaban “Reuniones de confianza”.