Tal día como hoy, 9 de mayo, del año 1936 el Papa Pío XI otorgó la Coronación Pontificia a un cuadro de la Santísima Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de los Milagros, situando el mismo en el centro del altar Mayor de la iglesia construida por los jesuitas en 1670 en la ciudad de Santa Fe de la Vera Cruz (Argentina), que en ese mismo acto adquiría el rango de Santuario, siendo declarada la imagen Patrona de la provincia Argentino-Uruguaya de la Compañía de Jesús en una solemne ceremonia presidida por el Cardenal Copello a la que asistieron fieles, devotos de la imagen y jesuitas de otras regiones del país.
La historia de este lienzo del siglo XVII, que mide 1,33 metros de alto por 0,96 de ancho, pintado por el Hermano Bergier en 1634 por encargo de la Congregación Mariana, a la que inicialmente se le puso bajo la advocación de “la Pura y Limpia Concepción” es similar al de otro de la misma época, que se encuentra en el convento sanluqueño de Madre de Dios, de monjas dominicas, con la imagen de Nuestra Señora de los Afligidos a la que se le conoce como la Virgen del Sudor por unos sucesos, contrastados y documentados, idénticos a los que vamos a referir a continuación.
Salida procesional de la Virgen del Sudor que se encuentra en el Convento Madre de Dios. Sanlucar de Barrameda. /Foto: Antonio Barba.
Trescientos años antes de la fecha indicada para la Coronación, el 9 de mayo de 1636, en un templo edificado por los jesuitas en uno de los costados de la plaza Mayor en la antigua ciudad de Santa Fe, como cada mañana, oraba arrodillado ante el cuadro de Nuestra Señora el Rector del colegio de la Compañía. “Habiendo finalizado la Misa, alrededor de las ocho horas, el Padre levantó la vista hacia el cuadro y se sorprendió por lo que creyó era humedad del ambiente condensada en la pintura. Pero pronto comprendió que el brillo tenía un origen distinto. Incorporándose, descubrió que por el lienzo corrían hilos de agua resultantes de innumerables gotas emanadas en forma de sudor, comprobando que el caudal ya estaba mojando los manteles del altar y el piso.
Iglesia de Nuestra Señora de los Milagros. Santa Fé. Argentina.
Al ver el asombro del sacerdote, varias personas que aún permanecían en la iglesia se acercaron y pudieron conocer lo que estaba pasando. Comenzaron a embeber aquel agua en algodones y lienzos, mientras el número de curiosos crecía junto al júbilo y las exclamaciones. Las campanas de la iglesia no pararon de repicar para anunciar a todo el pueblo lo que estaba sucediendo. Poco tiempo después llegaron al lugar el Vicario y Juez Eclesiástico, el Teniente de Gobernador y Justicia Mayor, el Escribano del Rey y hasta el hijo del fundador de la ciudad, el general Don Juan de Garay, [fundador también del Puerto de Santa María de los Buenos Aires].
Subido en un banco el propio Vicario tocó con sus dedos la tela del cuadro, procurando contener los hilos de agua que descendían, pero por el contrario, continuaban manando copiosamente, cambiando de dirección al contacto con la mano. Esto duró algo más de una hora, como lo atestigua el acta que se conserva hasta hoy en el Santuario. También se conserva una reliquia de los algodones tocados en el sudor al que acceden en besamanos los fieles los días 9 de cada mes.
El gran cuadro pintado en 1919 por J. Cingolani, que recuerda el suceso del 9 de Mayo de 1636.
En las semanas, meses y años que siguieron a éste milagro comenzaron a sumarse o añadirse otras manifestaciones calificadas de milagrosas. Las curaciones más asombrosas fueron recopiladas por el Escribano del Rey y así fue que los santafesinos empezaron a invocar a su Madre con el título de “Nuestra Señora de los Milagros. El Obispo de la diócesis reconoció el sudor como auténtico milagro, pues según los requisitos establecidos por la Iglesia, se contaba con suficientes testimonios probatorios del extraordinario suceso. En tal sentido las actas levantadas, la cantidad y calidad de los testigos, las reliquias conservadas por las gentes que seguían relatando curaciones atribuidas a dicha imagen, contribuyeron a ello.
En 1660 se trasladó la ciudad unos 80 kilómetros más al sur, trasladándose también la Compañía de Jesús, erigiendo nuevo templo, como anteriormente referimos e instalando en él el cuadro de N.S. de los Milagros.”
Este año se ha celebrado, precisamente en nuestra Ciudad, con motivo del 250º aniversario de la expulsión de esta orden de todo el imperio español, un encuentro de historiadores y estudiosos del tema. Los jesuitas de Santa Fe también fueron expulsados, cerrando el colegio y la iglesia al público con lo que el culto a N.S. de los Milagros se interrumpió durante casi un siglo, exactamente 95 años. Ante la insistencia de congregantes y feligreses el Cabildo autorizó en 1862 la retirada del cuadro de la iglesia cerrada al público para que fuera trasladado a la Iglesia Matriz de Santa Fe que hacía las funciones de catedral donde permaneció 25 años hasta que, en 1887, fecha en la que los Padres Mercedarios se hicieron cargo del colegio e iglesia jesuita, regresara a su primitivo altar.
En el cuadro, el 9 de mayo de 1936 el Papa Pío XI otorgó la Coronación Pontificia al cuadro de Nuestra Señora, cambiándolo al centro del altar mayor. Presidió la ceremonia el Cardenal Santiago Copello y vinieron fieles y jesuitas de otras regiones del país. La Santísima Virgen María, en su advocación de Nuestra Señora de los Milagros, fue declarada Patrona de la Provincia Argentina de la Compañía de Jesús.
Esta es, resumida, la secuencia histórica de esta advocación mariana paralela a la de nuestra patrona, que se venera en el Santuario de su nombre en la ciudad argentina que volvió al dominio de sus primitivos dueños, los jesuitas, tras su retorno a Argentina. /Texto: Antonio Gutiérrez Ruiz. A.C. Puertoguía.