Mañana miércoles 18 a las 19:30 de la tarde en la Fundación Alberti, se presenta un nuevo libro: la última y más decidida muestra de apoyo para el nombramiento de Daniel Ortega como Hijo Adoptivo, a título póstumo, de El Puerto de Santa María, por parte del colectivo «Rosa Luxemburgo». Se suma así, a lo aportado por más de doce asociaciones y colectivos portuenses que han registrado en el Ayuntamiento su apoyo a esta iniciativa ciudadana.
El autor-editor de este nuevo libro es el vecino portuense, aunque roteño de nacimiento, Manuel Almisas Albéndiz, quien ya publicó el pasado mes de mayo la primera biografía de Daniel Ortega: «Daniel Ortega Martínez, el médico comunista que revolucionó El Puerto», publicado por ediciones El Boletín.
Se publican más de cien cartas de Daniel Ortega escritas desde la cárcel.
Con este nuevo libro se cierra un ciclo, de más de año y medio de duración, en la investigación y reconocimiento del matrimonio formado por Luisa Rendón Martell y Daniel Ortega Martínez, quienes ya forman parte, por derecho propio, de la historia de nuestra ciudad durante los años de la Segunda República (1931-1936). Además ha tenido lugar en el año en que se ha conmemorado el 75 aniversario del fusilamiento de Daniel en el Castillo de San Sebastián de Cádiz.
Imagen de una de sus cartas de 1939.
Si en el primer libro se abordaba la figura de Daniel Ortega desde el punto de vista de su importante militancia sindical y política, y pudimos leer la mayoría de sus escritos políticos y conocer su trayectoria revolucionaria, ahora podemos acercarnos al carácter y la atractiva personalidad de quien lo dio todo por los demás, descubriéndole como maestro antes que médico, y como educador y orientador del futuro de sus hijos. Recordemos que en ese mismo periodo, su esposa Luisa Rendón también estaba presa en la cárcel de partido de El Puerto y sus dos hijos vivían con los tutores en Cádiz, tras unos meses en las carmelitas de la calle Nevería y en la Casa cuna de Cádiz, acusando un importante atraso escolar. Las más de 100 cartas escritas desde varias cárceles (Porlier en Madrid, Yeserías, San Miguel de los Reyes de Valencia y Cádiz), aunque pasaron la censura militar y apenas hay opiniones y datos políticos, sí reflejan la talla ética y moral de este personaje, al que todos en El Puerto conocían como Don Daniel, y que debe pasar con todos los honores a la historia de la ciudad.
De sus cartas destaco, entre otros muchos aspectos, estos consejos a su hijo mayor de 11 años, Danielín, que también nos dice mucho de su forma de ser y pensar, y de cómo actuaría como padre si hubiera podido participar en su educación:
Esta fotografía de sus dos hijos Danielín y Juanito, la conservaba Daniel en su cartera desde el 18 de julio y ahora se la mandaba a la familia. / Colección familiar Ortega Rendón.
«Tú debes procurar ser en todo formal, hablarás poco, supliendo la palabrería con la observación y la acción». «No seas murmurador pues esto conduce al descrédito personal y a tener que decir sí donde ayer decías no». «Aléjate de la pedantería y aunque tus conocimientos sean muchos no hagas alarde de ello pues los hombres se imponen tarde o temprano por sus obras y no por sus reclamos». «Hay que ser más audaz y proponerse cada día aprender muchas más cosas. No tengas miedo a preguntar, a ser curioso, siempre y cuando se refiera al campo del saber y de la ciencia».
Creo que con este nuevo libro ya podemos estar en disposición de decir que conocemos la faceta más humana de Daniel Ortega, el médico proletario, el comunista ejemplar, el luchador incansable que revolucionó El Puerto y ello le costó la vida. /Texto: Manuel Almisas Albendiz
Imagen de la portada del libro,
una imagen de sus dos hijos con el reverso que escribe Daniel. Pie de foto:
Emociona leer sus palabras y entristece ver cuantas personas de gran espíritu se perdieron en esa época por culpa del fanatismo. Flaco favor hacemos a personas de tan alta altura moral cuando vemos la historia con el maniqueismo de buenos y malos, tanto el fascismo como el comunismo fueron responsables de millones de muertes en el siglo pasado, deberíamos ser capaces de mirar hacia delante sin rencor y de esta forma poder apreciar la enorme calidad humana y tragedia vital sufridas por personas de esta entidad , independientemente del bando en el que lucharan, porque los grandes hombres suelen tener principios que superan en mucho la bandera e ideología que en ese momento defienden.
Y así fue, hombre bueno, trabajador, discreto, sencillo, de pocas palabras, no discutía cuándo consideraba que sus palabras iban a caer en saco roto, entendía que no valía la pena gastar saliva entre los que sólo ven lo que tienen delante de sus narices y no miran más allá... Entiendo ahora el carácter de mi padre, Él siguió los consejos del suyo. No me voy a cabrear nunca más cuando recuerde los ataques que sufría respecto a sus ideas políticas y a su forma de ver la vida y no se defendía porque ahora sé que no fue por cobardía sino por ignorar a esas personas que no merecen la pena «pues los hombres se imponen tarde o temprano por sus obras y no por sus reclamos».
Te quiero papaito, cuanto te echo mucho de menos.