En el aniversario del nacimiento del poeta Rafael Alberti --y el día en el que Alfonso X el Sabio otorgó a El Gran Puerto de Santa María la Carta Puebla de su fundación-- traemos a Gente del Puerto esta curiosa historia del día que se conocieron ambos poetas, con el recuerdo a la Virgen de los Milagros y Alfonso X el Sabio y el cuadro que le regaló el portuense al granadino.
En la primavera del año 1924 Rafael Alberti se dirige a la Residencia de Estudiantes de Madrid para conocer a Federico García Lorca. Alberti no era residente, aunque era un visitante asiduo (vivía en la cercana calle Lagasca); debajo del brazo llevaba un pequeño cuadro que quiere regalar al poeta granadino. El encuentro fue en los jardines de la Residencia donde Alberti entrega a Federico ese cuadro pintado por él, titulado ‘La aparición de la Virgen de los Milagros al rey Alfonso el Sabio’; esta pintura que marcará el inicio de su relación, lleva la siguiente dedicatoria: “A Federico G. Lorca esta estampa del sur en la inauguración de nuestra amistad” -Rafael Alberti.
Según recordara el propio Alberti, estuvo conversando largo rato con García Lorca. Hablaron de poesía y también de pintura; Federico le felicitó por aquella exposición suya en el Ateneo. Rafael confesó a Lorca que la pintura ocupaba ya en su vida un segundo plano; la poesía era ahora su dedicación plena. Entonces Federico encargó raudo un cuadro a Rafael en el que apareciera dormido a orillas de un arroyo junto a un olivo, en cuya copa estuviera la Virgen del Amor Hermoso; todo el cuadro quedaría coronado por una cinta en la que se leyera la siguiente leyenda: “Aparición de Nuestra Señora del Amor Hermoso al poeta Federico García Lorca, dormido en la vega de Granada”. A Rafael Alberti le halagó el encargo, pero advirtió que sería lo último que pintase.
Lorca, María Teresa León y Alberti
Alberti conocerá en la Residencia en estas mismas horas a Luis Buñuel, a Moreno Villa y a Pepín Bello. García Lorca recitó para todos su recién escrito “Romance sonámbulo”; toda la magia, todo el duende lorquiano inundó los olorosos jardines. Pasadas unas horas se despidieron; Federico abrazó a Rafael llamándole ‘primo’ como signo máximo de una amistad recién inaugurada y por la proximidad no familiar sino geográfica (los dos eran andaluces). Al día siguiente escribe a su amigo el pintor Gregorio Prieto una misiva en la que le cuenta este encuentro especial: “Gregorio. Sentí muchísimo no estar ayer en casa: comí con Federico, el extraordinario Federico. Esta tarde no salgo; me gustaría pasarla contigo. A Lorca le gustó mucho la estampa de la Virgen y el Rey Sabio. La ha puesto a la cabecera de su cama. Me ha encargado --¡cosa graciosa! que le pinte otra estampa, que piensa mandar, como ex-voto, a no se que iglesia: la aparición de la Virgen del Amor Hermoso al poeta Federico García Lorca. Adios. No faltes. Rafael. Mayo de 1924.”
En 1986 Rafael Alberti afirmó que el cuadro de la Virgen del Amor Hermoso que le encargó Federico se había perdido, pero que se conservaba otro cuadro que él también le regaló y en el que aparece Alfonso el Sabio. En uno de sus últimos viajes a Granada Alberti vio este cuadro en la casa de la familia de García Lorca.
“Visité [...] la Huerta de San Vicente, la casa de verano del poeta, donde vi el cuadro de ‘La Aparición de la Virgen de los Milagros al rey Alfonso el Sabio’, una pequeña obra que regalé a Federico y que me encargó el día que lo conocí en la Residencia de Estudiantes”.
La pintura actualmente está colgada en la habitación que Federico tenía en la Huerta de San Vicente, en Granada. José Bello me comentó que él recordaba ese segundo cuadro de Alberti, encargo de Lorca, titulado por ellos algo así como ‘La siesta del poeta’, y que el personaje representado en él ni siquiera se parecía a Federico. Además me contaba --apoyando lo que narra Alberti en sus memorias-- que el granadino quedó encantado con el primer cuadro de Alfonso el Sabio que hoy conservamos y lo colgó inmediatamente en la cabecera de su cama en el cuarto de la Residencia (conversación grabada en su casa madrileña en diciembre de 1999). /Texto: Hilario Jiménez Gómez.