El Museo ABC recupera con una exposición la figura del pintor e ilustrador portuense Serny --Ricardo Summers e Isern--, (ver nótula núm. 140 en GdP) que llevó a las revistas y posteriormente libros, los personajes creados por la escritora Elena Fortún. Aunque en los años 40 fue catalogado como pintor de niños por su trabajo como retratista, fue ante todo conocido por sus contemporáneos como pintor, al que llamaban el "Toulouse-Lautrec español”, llegando a realizar una infinidad de obras que evidencian su gran capacidad como artista.
Celia, el clásico personaje de la literatura popular española de los años 30, tuvo una madre, Elena Fortún, cuya peculiar biografía ha sido rescatada en la última década. Pero también tuvo un padre, menos conocido y sin embargo, el que pensó en la pequeña como una dulce niña de pelo rubio y gesto pícaro, una imagen tan icónica que llegó hasta la serie de televisión de 1993. Este padre fue el pintor e ilustrador Serny --Ricardo Summers e Isern--, que desde 1932 popularizó los personajes de Fortún gracias a sus dibujos en el suplemento infantil Gente Menuda. Ahora, el Museo ABC recupera la figura de este artista, al que sus contemporáneos llamaban “el Toulouse-Lautrec español”.
Serny (El Puerto de Santa María, Cádiz, 1908-Madrid, 1995) fue un dibujante precoz. Empezó con 9 años y a los 14 publicó sus primeras obras en la revista Buen Humor. A partir de ahí firmó en otras publicaciones de la época, como La Risa, Muchas Gracias, La Esfera, Nuevo Mundo, Chiquilín, Cosmópolis… En 1926 realizó su primer trabajó para Blanco y Negro y en 1932, esta revista le encargó dar vida a Celia en los cuentos de Elena Fortún que se publicaban semanalmente en Gente Menuda. El éxito fue tal que la editorial Manuel Aguilar también le encargó la ilustración de las aventuras de Cuchifritín.
A Celia y Cuchifritín se les unieron pronto Paquito, Matonkiki, Don Tomás o las gemelas. Del pincel de Serny surgían trazos en gouache, grafito y tinta, con delicadeza en el tratamiento del color y de la línea. Un dibujo cuidado que, según explica Begoña Summers, nieta del pintor, pintora ella misma y comisaria de la exposición, “tiene como referentes a Goya y a un cierto afrancesamiento vinculado a la obra de Renoir, Manet o Toulouse-Lautrec”.
El hermano de Celia. En busca de la isla, 1932
La exposición recoge un centenar de trabajos de Serny pertenecientes a la Colección ABC. La mitad de esta selección está formada por ilustraciones de los cuentos de Celia y Cuchifirtín que Serny realizó para Gente Menuda y la otra mitad son portadas para ABC y Blanco y Negro que ilustran novelas, cuentos, secciones o ‘Problemas de la infancia’. Precisamente la infancia, la mujer, el carnaval, el café o el circo son algunos de los temas recurrentes en su obra. “Él se sentía pintor desde niño. Como con 14 años no podía cobrar sus obras, eran sus hermanos los que lo hacían. Su padre le obligó a estudiar Derecho, pero nunca ejerció”, cuenta Begoña Summers.
Serny perteneció a los estertores de la llamada Edad de Plata, una época (1878-1936) fecundísima en todos los órdenes: en la literatura (las generaciones del 98, del 14 y del 27), en la ciencia (Ramón y Cajal) o en la filosofía (Ortega y Gasset). En la pintura estaban Picasso, Dalí y Zuloaga y en el dibujo se asomaba Serny.
Tras la Guerra Civil, Serny mantuvo su etiqueta de pintor infantil, pero también realizó infinidad de obras que le otorgaron el reconocimiento de sus contemporáneos. En 1984 fue nombrado académico de la Academia de Bellas Artes de Santa Cecilia de El Puerto de Santa María. Participó en 25 muestras individuales y 17 colectivas y su última exposición fue en Vitoria, en 1993. Falleció en 1995. /Texto: Álvaro Soto.