Vista aérea de La Puntilla y Valdelagrana desde la desembocadura del río, sin espigón.
¡Era para nosotros, ‘La Puntilla’!
Valdelagrana, entonces, daba pena.
Un barco abandonado por la arena
con la muerte, sin agua, de su quilla.
Íbamos siempre juntos, en pandilla.
El cangrejo que vuela de la escena
y en el sollado busca, tras la cena,
cama de verdes musgos y de arcilla.
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