Amado Dios: cada vez que te miro noto con claridad tu deseo, te conozco muy bien porque eres mi padre y también mi amigo. Quieres que ponga en práctica mi memoria. Me hace pensar en mi infancia y recordar aquel trágico hundimiento del pesquero portuense ‘Castillo de Santa Catalina’. /En la imagen el pesquero 'Castillo de Santa Catalina', cuyo armador fue José María Martínez Govantes.
Madrugada de invierno frío; temporal con marejada a fuerte marejada; casi cuarenta días de trabajos agotadores y en el último momento el crujir de maderas alarma a la agotada tripulación. Un barco carguero de gran tonelaje embiste con toda su fuerza de peso, hierro y velocidad, al pequeño barco de madera de apenas veinte metros de eslora, con bodega cargada al máximo de pescado e indefenso por una avería que nos deja al garete, imposibilitado el motor principal unas horas antes del fatídico desastre.
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