Viendo como esta fiesta tan tradicional y tan nuestra ha ido adoptando, las costumbres paganas de otros países, me produce cierto recelo. Ya sé que nada volverá a ser igual, entre otras cosas porque esta fiesta era principalmente familiar.
Carmela Durán Valle (ver nótula núm. 1.536 en Gente del Puerto) de Frutas El Vela (ver nótula núm. 326 en Gente del Puerto), en el puesto de frutas y verduras de La Planilla, durante unos Tosantos.
Y es que todas las familias, se reunían en torno a la mesa, degustando un buen almuerzo o cena, y los productos propios de estas fechas. Así, según el presupuesto de cada familia, no faltaría castañas, nueces, almendras, higos, pan de higos, dátiles, avellanas y un surtido de frutas, de primerísima calidad. No todas las familias se podían permitir todo el año este dispendio, por eso, ese día, los chiquillos alucinábamos, y comíamos más con “los ojos” que con la boca. En mi rinconcito del alma -La Placilla- se vivía como una verdadera locura, pues sin ningún género de dudas, esta era la fiesta más importante para nuestro sector hortofrutícola.En estos días, recibíamos productos de Lérida, Murcia, y de alguna que otra ciudad, y como no, nuestros buenísimos productos andaluces.
Desde bien temprano, los comerciantes entonaban sus pregones, con mayor o menor acierto, y algunos con la gracia que da la sal de nuestra tierra, que de todo había. Lo que me inquietaba de esta fiesta, era ver como cada año, mi madre sacaba la postal de la Virgen del Carmen, con las ánimas benditas, y encendía una mariposa de aceite, durante varios días. Cada noche, al arroparnos y darnos el beso de buenas noches, hacía sus oraciones, en silencio y más de una vez se le escapo, alguna que otra lagrimilla. /Estampa de la Virgen del Carmen.
A mí, a qué negarlo, me daba un miedo considerable y no debía ser la única, porque cada noche acostumbrábamos a tener nuestras charlas, y esas noches perecía que nos había comido la lengua el gato, pues estábamos todas mudas. Me tapaba la cabeza con las sábanas, pero no había nada que hacer, terminaba con la cantinela: "--Tengo miedo, no puedo dormir, ¿me dejas que me pase a tu cama?" Mi pobre madre, después de una jornada tan dura de trabajo y con la paciencia del Santo Job, tuvo que aguantarme toda la noche abraza a ella, y ni aún así se me quitaba el miedo. Y es que los listillos de siempre me decían, que las ánimas eran fantasmas, y no me negaran que eso da mucho miedo.
Lamparillas, o Mariposas (de las marcas San Juan Bosco, El Cisne, o Cepol) que eran muy frecuentes en las casas en los años sesenta del siglo pasado.
Cuando empezaron las primeras televisiones a emitir, en estos días era todo un clásico la obra de José Zorrilla, Don Juan Tenorio, no sabría decir, la cantidad de versiones de esta obra que he visto, ni la de los actores y actrices, que la han interpretado, desde: José Bódalo, Rodero, Paco Rabal, Carlos Larrañaga Ismael Merlo, etc. Y actrices como: Lola Herrera, Concha Velazco, Alicia Hermida, María José Goyanes, Elisa Ramírez etc.
Reposición de Don Juan Tenorio realizado por TVE en 1966, con Paco Rabal y Concha Velasco, en los papeles protagonistas.
Otros de los dulces tradicionales de estas fiestas, eran los huesos de santo, las alpisteras y unas rosquillas del tamaño de los donuts que estaban buenísimas.
Dulce tradicional de aquellas fechas: alpisteras.
Así, eran nuestras tradiciones, sencillas pero entrañables, y aunque no reniego de Halloween, entre otras cosas por la gente menuda que se lo pasa de miedo y de escándalo, disfrazándose, y montándose su propio fiestorro, solo espero que no nos olvidemos de lo nuestro, porque eso es lo que nos hace de verdad, diferentes. /Texto: María Jesús Vela Durán.