Adrián Morillo. /Foto: Vanessa di Gregori.
La formación principal de Adrián Morillo González (El Puerto de Santa María, 1986), ha sido en Comunicación Audiovisual, en las Universidades Juan Carlos I y en la Complutense, ambas de Madrid. Se especializó en Cine y sobre todo en Cine Documental. Durante los años que estuvo estudiando hizo algunos cortometrajes documentales con algunos amigos, donde hacía de cámara, editaba… Estaba muy centrado en el Vídeo y el Cine, donde llegó a trabajar en alguna película comercial: Miel de Naranjas (2012), Libertador (2013).
La fotografía no le interesaba especialmente, llegó a ella por accidente. Fue viendo el blog Gente y Habitantes de El Puerto, cuando dio con una imagen de Francisco Rodríguez Mateo, 'El Pajarito' (nótula 365 en Gente del Puerto), que le impactó bastante y gracias a la cual empezó a trabajar la fotografía.
“--La mirada del torero, los compañeros que tenía, la bandera franquista de fondo… Tenía un punto cómico-trágico-esperpéntico que me dejó como poco sorprendido. Sobre todo teniendo en cuenta que la fotografía solo tenía 3 o 4 años. Estuve varios días pensando en esta fotografía hasta que decidí que sería una buena idea hacer un trabajo documental acerca del torero y sus compañeros. No sabía realmente casi nada de él pero estaba seguro que la aventura merecería la pena”. Tomó esta decisión a comienzos de verano de 2011.
Por diversas razones, el grupo con el que desarrollaba documentales se disolvió, por lo que se vió en una situación difícil para desarrollar él solo un documental. Pensó entonces que tal vez no sería mala idea realizarlo mediante fotografías. “--Aunque tenía experiencia como cámara, en lo que realmente me había especializado era en edición de vídeo, por lo que el proyecto se me planteaba como un reto”. Decidió comprar entonces una cámara analógica (Nikon FM2), hacerse con un objetivo 50mm y un buen número de carretes. “--Ya que me planteaba un nuevo reto, quería tener límites en el número de disparos del carrete para obligarme a pensar qué era lo que quería captar, no estar probando sin tener claro qué quería, algo a lo que invitan a veces las cámaras digitales”.
En aquel entonces Adrián vivía en Madrid. Ya con el equipo se plantó en su ciudad natal: El Puerto de Santa María, conoció al torero de la fotografía, apodado “El Pajarito”, así como a otras figuras de la zona. “--Fui con ellos a ver distintas corridas de toros, salimos de fiesta… Me sumergí de lleno en el ambiente taurino, un mundo que hasta entonces me era completamente desconocido”.
El Bimbo, portada de la Exposición 'Toreros de Provincias. Ritos y Nostalgias'.
Y prosigue: “--Al final del verano volví a Madrid con muchos carretes. Los revelé, empecé a ver todos los fallos que había cometido y a darme cuenta lo difícil que es crear una serie fotográfica que tenga cierta coherencia. Con todo, muchos meses después, finalicé el trabajo Toreros de provincias, Rito y Nostalgia (nótula 2o11 en Gente del Puerto), proyecto final de un Master en Arte, Creación e Investigación que estaba realizando en la Universidad Complutense. Ese trabajo me permitió conseguir una beca para estudiar en la escuela de fotografía MadPhoto”.
La experiencia vivida con los toreros, tanto realizando las fotografías como después dándoles forma, le enseñó mucho sobre fotografía. Descubrió que era un medio que daba mucha más libertad que el Cine, que hacía más sencilla la conexión con quienes trabajaba y, sobre todo, “--Que podía transmitir de una forma que hasta entonces desconocía ciertos sentimientos y sensaciones. Por lo tanto decidí seguir trabajando con la fotografía”. Luego vendría el Flamenco con Jondo, pero esa es otra historia. /Texto: Juanjo Villalba.