Antonio Beato era oriundo de Trebujena pero nacido en El Puerto de Santa María. Trabajó en la bodega de Cuvillo, y fue siempre representante de los trabajadores, desde los antiguos enlaces sindicales hasta después Delegado Sindical en democracia. En esta empresa sufrió y luchó su reconversión y cierre allá por mediados de los ochenta del siglo pasado. Formó parte en varias ocasiones de la negociación de los convenios colectivos de la Vid. Perteneció al comité locas de la UGT de El Puerto, miembro de le Ejecutiva Comarcal de Jubilados y Pensionistas de la UGT Comarca de Jerez, Miembro de la Ejecutiva Provincial de la misma Federación, e incluso a nivel Regional, y miembro del Comité Estatal de la citada Federación. Por este motivo viajó por toda España aunque primordialmente a Madrid. Organizó varios viajes al Congreso de los Diputados de España, al Parlamento Europeo, y mantuvo una continua relación con los sindicatos alemanes de jubilados de la región alemana de Hann.
Se nos ha marchado. Se nos ha ido Antonio Beato, El Peseta, como cariñosamente todo el mundo lo conocía. Ligero de equipaje, casi desnudo, como los hijos de la mar, como escribiera Antonio Machado. Así lo quiso él.
Sin riquezas ni honores, ni prebendas o privilegios, sin medallas ni trofeos, humildemente como vivió. Sí, se dirá, como otros muchos ciudadanos y ciudadanas. Es verdad. Pero él, en la "nave que nunca ha de tornar", la llevaba llena de corazones. De los corazones de miles de trabajadores: de las bodegas de Cuvillo, de los trabajadores de la Vid, de esta comarca bodeguera jerezana, de los trabajadores de El Puerto, de la provincia de Cádiz, de Andalucía, de España.
Camión con botas de la desaparecida Bodegas Cuvillo.
Recorrió las tierras de esta comarca con los Convenios de la Vid para repartirlos, explicarlos, debatirlos, pelearlos, negociarlos… Vivió de cerca, en sus propias carnes, la larga y dura reconversión industrial de las bodegas. El cierre de la suya propia: Cuvillo. Ayudaba además a los otros trabajadores, ya fuesen del mar, de la industria, de los servicios, del campo… No tenía preferencias. Siempre con su sindicato, siempre con la Unión General de Trabajadores. En la clandestinidad y en la transición con la Unión Sindical Obrera. Siempre en el sindicalismo socialista. Socialista hasta la médula aunque sin afiliación política. ¿Extraño? No. Él no necesitaba demostrar sus pensamientos con carnet. Pero allí estaba para lo que hiciera falta, como muchos militantes de la vieja escuela: darlo todo sin pedir nada a cambio.
En la Casa del Pueblo de la UGT de El Puerto en una convivencia con Esteban Caamaño y su esposa Lola y a el compañero Francisco Guerrero
Congreso de los Diputados. El Peseta, en la escalinata derecha, en el último escalón con afiliados de la Unión de Jubilados y Pensionistas de la UGT de Cadiz.
Y en su jubilación, jubilado del trabajo que no de la lucha. Y allí en la vieja y nueva estación de ferrocarril de nuestro pueblo lo podíamos encontrar casi todas las mañanas y muchas tardes camino de la sede provincial de los Jubilados y Pensionistas de la UGT. O camino de Sevilla, o de Madrid, o de Murcia, Valencia, Zaragoza... ¡que sé yo! No paraba. Tuvo fuerzas hasta muy cercana la muerte. Cuando muchos compañeros abandonaban por la edad, enfermedad, cansancio, desilusión, o se los llevaba la parca, él continuaba casi hasta los 90 años en que nos ha dejado.
Estaba para todo. Estaba tanto "para un roto como para un descosido". Los primeros de mayo, los congresos, reparto de propaganda, la pegada de carteles, la ayuda en movilizaciones de otros colectivos, o los suyos propios, u organizar las fiestas de navidad, las visitas de los jubilados alemanes, la entrega de premios o regalos para otros... Pero siempre con esa disciplina admirable, difícil de entender por las nuevas generaciones, de que lo manda el secretario general y basta, aunque previamente lo haya debatido e incluso no lo viese muy claro. ¡Vieja escuela, pero tan necesaria! /En la imagen de la izquierda, portada de la revista satírica y de humor 'Hermano Lobo', que fue secuestrada en alguna ocasión de los kioskos.
Has dejado un rastro de ejemplaridad de vida. Nos has dejado sin aspavientos, humildemente, sin ruidos, rodeado de tus gentes, tus amigos, tus conocidos, tus compañeros. Pero tus alforjas van llenas de corazones agradecidos, de lucha por los demás, de constancia, de fe en tu clase, de filantropía, palabra que es posible que no la entendieras. No importa: la practicabas. Si existe un Dios bueno, y no sé si creías o no, nunca lo confesabas, seguro que está rodeado de personas como tú. Vivirás eternamente en los corazones y en la mente de los trabajadores. ¡Adiós Antonio, adiós Peseta, hasta siempre! /Texto: Elias Py Rodríguez.
Yo creo que Antonio no tenia noventa años
Pues si Elias, se nos ha ido una gran persona y un trabajador incansable por los obreros.
Aun o recuerdo como ayudo cuando creamos el primer Comité de Empresa de Puerto Sherry, y como colaboro siempre con nosotros.
Descanse en Paz.