Antonio Labrador Ruiz nacido en Zufre, (Huelva), el 25 de abril 1837 y fallecido en El Puerto de Santa María, el 5 de agosto de 1915, fue un sacerdote jesuita y misionero antepasado del escritor, vinculado literariamente con nuestra Ciudad, Aquilino Duque.
Predicador y padre Jesuita. Después de pasar algunos años en Valverde de Leganés (Badajoz) con su hermano José, ingresó en la Compañía de Jesús en 1837. En la dispersión acaecida con la Revolución de 1868 volvió a pasar unos años en Alburquerque (Badajoz) con su hermano, a la sazón arcipreste de la iglesia de Santa María, y en 1871 es destinado a Palencia, formando parte de la pequeña residencia que los Jesuitas tenían en dicha población, en cuya diócesis comienza a ejercer de misionero en 1877. Durante los ocho años siguientes, dio prédicas en numerosos pueblos de Castilla.
Por iniciativa propia y mediando la recomendación del superior general de la orden de los Jesuita, el 18 de agosto de 1885 marchó a México como parte de una campaña de misiones., siendo nombrado superior de la iglesia de Orizaba. Estando en aquella misma ciudad, fundó además el Hogar Santa Isabel para ancianos desamparados, así como una casa de ejercicios anexa a la residencia y a la iglesia, y la congregación de las hijas de María.
En abril de 1889, durante una misa en Minas de Luz (Coahulla de Zaragoza), fue agredido por el Jefe político Carlos Beascoechea, lo que provocó un motín popular que se saldó con varios muertos. En carta al P. Ramírez, el jefe político Carlos Beascoechea justificaba el arresto por infracción del artículo II de la ley orgánica de la reforma constitucional del 14 de diciembre de 1874 y lo consignaba a la cárcel de Granaditas (Guanajuato), donde fue en compañía del P. Estanislao Mauleón y Vicente Luis Maucí. Como resultado, Antonio Labrador estuvo preso en Granaditas desde el 25 de mayo de 1889 al 28 de marzo de 1890.
Habiendo regresado a España al comienzo de la revolución mejicana en 1910, pasó algún tiempo en las residencias de San Jerónimo en Murcia y El Puerto de Santa María, donde falleció el 5 de agosto de 1915.
EN EL PUERTO.
Los pormenores de su estancia en el Puerto de Santa María se hallan relatados en una carta (Cf. Cartas ejemplares de la provincia de Toledo (1913-1914), p. 99), dirigida al P. Torres el 2 de noviembre de 1914, donde da cuenta de su trabajo en el tristemente famoso Penal, en los colegios de niñas y comunidades religiosas del Espíritu Santo, Capuchinas y Concepcionistas, Hermanitas de los pobres, etc. Fue asimismo responsable de la colocación de una imagen del Sagrado Corazón de Jesús en el Penal.