De la presentación del libro 'Ecos de Vecindad'.
Sepan que quien nos presenta su libro es un impostor. Sí, un impostor. Con i de im y p de postor. Y sepan que su verdadero nombre es José Francisco González Mendoza, vecino de esta vecindad. Un auténtico peligro con patas que ha perpetrado cienes y cienes de artículos en el Diario de Cádiz, estando por ello buscado y rebuscado por las autoridades. Quienes le acompañan en la mesa, los también falsos doctores Fernando Santiago (prologuista y ex presidente de la Asociación de la Prensa) y Eduardo Albaladejo (editor de El Boletín), habrán de ser considerados cooperadores necesarios.
La ficha policial de José Francisco González Mendoza, alias Pepe Mendoza, no tiene desperdicio. Nació en El Puerto, en una calle peligrosa, la calle Curva, junto a la plaza de la Cárcel, como no podía ser de otra forma. Su infancia transcurrió en la calle San Sebastián, en una Casa Vieja en la que hoy no se le permite la entrada, y después en la barriada Maestro Dueñas, conocida en los ambientes policiales desde su llegada como el Distrito 21. Estudió primero en la SAFA y luego en San Luis Gonzaga, donde consiguió que le aprobaran todas las asignaturas gracias a su habilidad para la persuasión a través de la escritura, sin duda su arma más peligrosa. Un solo párrafo suyo en un examen era capaz de tumbar al profesor más inflexible. Y con medio folio encandilaba a diario al director.
Su carrera criminal continuaría luego en el Ejército español, donde prestó servicio militar y aprendió el manejo de otro tipo de armas, desde la navaja suiza hasta el mortero de cal. Aquello fue en Palma de Mallorca, en 1984, el año del 12-1 a Malta, un resultado corto para la España de hoy. La inteligencia militar le encargó la peligrosa misión de infiltrarse en un equipo de fútbol de Tercera División, el Andratx, en cuyas cuevas clandestinas conoció a otros futbolistas espías como Sabido o Zuviría. Fue allí donde comenzó a gestarse la leyenda de su 'zurda de oro', de potente trallazo que sorprendía a los guardametas incautos. Y es que con lo que mejor se maneja este enemigo público número uno es con la izquierda.
Con la poli pisándole los talones en las islas, a su regreso de la mili (continúa la ficha policial) decidió hacerse hombre de leyes, como llaman los chinos a don Juan Carlos y doña Sofía. Por eso estudió graduado social y se infiltró en la Administración como interino. Luego hizo la carrera de Derecho, lógicamente por la UNED, a distancia, para no ser descubierto.
Licenciado en Derecho parecía que iba a emprender el camino recto pero volvió a las andadas (la cabra tira al monte) y se hizo funcionario, esa peligrosa plaga y rama del hampa que el Gobierno está tratando de erradicar. Trabaja actualmente en la Delegación Territorial de Economía e Innovación, Ciencia y Empleo, que es como se conoce oficialmente a lo que comúnmente es, para los portuenses, el sindicato.
Entre sus aficiones secretas se ha podido comprobar la tendencia a seguir practicando el fútbol en una especie de secta satánica compuesta por algunos falsos profesores doctores que se reúnen a modo de aquelarres los sábados por la mañana en el patio de un colegio de El Puerto, ocultos a la vista del público. Allí sigue pegando patadas a diestro (y sobre todo a siniestro) como forma de liberar sus bajos instintos.
Forma parte, igualmente, de otra secta, en este caso venenosa, llamada Atlético de Aviación o, según la gente moderna, Atlético de Madrid, que también da refugio a uno de los presentes en la mesa, el doctor impostor Santiago. Ambos rinden culto al dios Gárate y a los apóstoles Ayala, Futre y Adelardo. Ya no quieren saber nada del ángel caído Radamel Falcao.
Pepe Mendoza y Rafael Navas, director de Diario de Cádiz, presentador del primero y autor de estas líneas.
Pero como decía al principio, la actividad que no ha dejado de practicar, y que es la que nos trae hoy aquí, es la de la escritura, eso que se hace con los dedos y se publica en esas cosas llamadas periódicos. Por su condición de quintacolumnista es hoy uno de los criminales más buscados del planeta, hasta el punto de que comparte piso piloto con Salman Rushdie en algún punto ignoto del planeta. Al parecer, según la brigada de información, pretende publicar un libro que reúne sus artículos en un rotativo provincial, con la colaboración de un editor, peligroso, proscrito y tigretón.
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Soy un amigo de Pepe Mendoza que se ha colado, por la misma cara, en este acto atraído en gran parte por el señuelo del croqueteo posterior. Un proyecto inacabado de periodista que desearía con contar algún día con el don que posee Pepe para escribir y llegar a lo más profundo de las personas. Un admirador, un esclavo, un amigo, un siervo. Lo que viene llamándose un “mendocista” de toda la vida. Bueno, realmente desde que lo conocí pegándole patadas a un balón (sí, yo soy aquel guardameta incauto al que goleó de forma inmisericorde como a un maltés o un haitiano) y más tarde como articulista de la mano de Francis Gallardo y de su hermano Ángel, el escritor y poeta cercano, al que le gustan las fiestas con canciones, las pequeñas posesiones y que investiga las huellas de elefante en la tarrina de mantequilla.
De izquierda a derecha, Ángel Mendoza, Manolo Morillo, Pepe Mendoza y José María Morillo. Dos colleras de colaboradores de Diario de Cádiz, dos pares de hermanos 'Porque en El Puerto y en Arcos, los escritores se dan por colleras'
Y hasta hoy. No he logrado convencerle de que deje de ser del Atleti ni de que vuelva a dar el salto a las páginas provinciales del Diario, lo que sería dar una satisfacción a muchos más miles de lectores. Hoy, después de la presentación que estoy haciendo de él, pierdo la poca esperanza que me quedaba.
Sus “Ecos de vecindad” son un ejemplo de cómo contar, a través de las vivencias personales y desde un universo tan particular como el de El Puerto, historias que interesan a todas las personas, vivan donde vivan, tengan la edad que tengan. Sus recuerdos de la infancia marcan muchos de sus artículos pero eso no quiere decir que cualquier tiempo pasado fuese mejor pues, como dicen Les Luthiers, cualquier tiempo pasado fue anterior.
Estamos ante una persona que friega platos y rinde culto al Scotch Britte satisfaciendo así sus más bajas pasiones. Una persona que ejerce un gran compromiso social, ese que no tiene necesidad de folclore y pandereta, sino que es ejemplo callado, anónimo. Que se emociona con facilidad y transmite esa emoción a los demás con sencillez, que es el secreto de todo maestro. Sus columnas, sus medios folios, atraen a los lectores como un imán (califato independiente) y afortunadamente cada vez hay más “mendocistas” en el mundo. Ya quisieran Julio Camba o su admirado Manuel Alcántara contar con un club de fans como el suyo. Hoy, El Ratón, El Papi, el otorrino Casimiro, Severo el del carrillo homónimo, Tonino, los seres que pululaban y pululan por los mundos de La Burra o los Pepes, o Ángela Mekel, Mayor Oreja, Neil Armstrong, Rafaela Carra o Albert Camus, entre muchos otros personajes, están aquí para acompañarle. Y, por supuesto, su querido sobrino Alejandro, su superhéroe favorito.
Porque ellos y muchos otros son los protagonistas en “Ecos de vecindad” de 101 historias, como los famosos dálmatas, puestas en negro sobre blanco durante muchos años.
Firmando ejemplares de su obra ante un público entregado.
El sentido del humor, los juegos de palabras, la fina ironía, el sentido común y el mensaje positivo son las herramientas con las que Pepe Mendoza esculpe cada una de sus obras bajo el epígrafe de “Palabras menores” o “El Alambique”. Ha tenido la suerte de contar con un buen amigo común para el prólogo de su libro, Fernando Santiago, colega periodista, dotado, como él, de esas mismas cualidades y, además, del mismo sentimiento atlético que los convierte en almas gemelas. Pereira y Leivinha juntos en sus mejores tiempos. Es una suerte también que Diario de Cádiz pueda contar con ellos en su nómina de articulistas. Fernando presume de ser un sieso y un antipático, así que como es bien cierto el refrán de “dime de qué presumes y te diré de qué careces”, les aseguro que no es así. Detrás de esa imagen hay una persona comprometida, con un sentido del humor ácido y que ejerce la crítica con valentía, algo tan necesario en estos tiempos. En el lado negativo hay que anotarle que no prueba el vino fino ni la cruzcampo, lo que lo convierte en un eterno sospechoso habitual.
Y como Pepe Mendoza no es alguien que deje indiferente a nadie, un avezado y valiente editor de El Puerto, también colega, ha escuchado esos “Ecos de vecindad” y les ha dado forma de libro. Eduardo Albaladejo, un quijote que lucha contra los molinos digitales, sigue creyendo en el papel y en que leer un libro es un placer que no debe perderse. Ahora vuelve a dar en la diana y su editorial “Ediciones El Boletín” se apunta otro gran tanto, como aquel gol de Rubén Cano a Yugoslavia. Enhorabuena y gracias, Eduardo, por tu compromiso con la cultura. Te aseguro que si el libro no se agota, al menos con estas palabras se agotarán los presentes.
Pepe, muchas gracias y enhorabuena por este libro escrito con pasión desde El Puerto para España y la Humanidad. Que sigas cultivando por muchos años el columnismo y que nosotros lo veamos. Y, sobre todo, hazme el favor de ser feliz. /Texto: Rafael Navas Renedo.
Enlace al Blog de Pepe Mendoza, donde se pueden leer sus palabras durante el acto.