Hubo un tiempo en El Puerto que las relaciones humanas se practicaban más fuera de las casas que en las mismas, desde los niños en edad de jugar a los adultos, había necesidad de estar cerca unos de otros, puede ser que la amistad nos produzca deleite y relacionarnos con los demás nos dá seguridad y calor humano; tal vez porque la cultura del momento fuese esa, o porque los medios de comunicación no estaban aún tan difundidos, me refiero concretamente al fenómeno de la televisión. /A la izquierda el desaparecido Teatro Principal, punto importante de reunión dentro del entorno de calle Luna, en la esquina con San Bartolomé terminaba el paseo por calle Luna. (Foto: Rasero. Colección de Vicente González Lechuga)
Existían lugares más o menos emblemáticos o conocidos, podían ser un casino, una plaza, la calle, la playa, una asociación, un bar, un cine, un teatro, etc.; estos lugares los podíamos definir como puntos de encuentro. El Punto de encuentro, podía ser algún sitio donde la gente se reunía por cualquier causa, podía ser que hubiera mucha o poca gente, dependía de nuestro momento anímico de estar más o menos acompañado; gente para saludar, platicar, discutir de fútbol, política, ensalzar o criticar al que fuese, hablar de la próxima corrida de toros o el partido de fútbol del Portuense. Había necesidad de verse con los demás, casi nos rozábamos unos con otros en determinados momentos, el punto de encuentro podía ser considerado un lugar en el que te sentías protegido, un sitio para descansar, vernos rodeado de gentes nos hacía sentirnos seguro, reconfortado, casi feliz; no hay cosa más desagradable que la soledad no deseada.
Antiguo depósito de agua de la Plaza de las Galeras, Punto de Encuentro, lugar que los vecinos del barrio alto denominaban “Allá abajo”. (Fotografía Colección de Vicente González Lechuga)
Me hacía mucha gracia, escuchar en el barrio alto, allá por los años cincuenta del siglo pasado a los muchachotes de más o menos veinte años decir: «--¿Dónde vas?», «--Voy allá abajo». “Allá abajo”, era considerado en el barrio alto en ir desde donde estuvo el Cine Macario hacia el río, más o menos por la plaza de las Galeras, en ese lugar estuvo instalado un depósito de aguas en forma de copa, este depósito tenía en su base una serie de escalones que hacían de él un lugar para el descanso y la contemplación del paisaje de algunos ciudadanos de entonces. Probablemente por los motivos que desconozco, o tal vez por la reordenación del lugar, el Ayuntamiento estimó necesario demoler aquel emblemático Punto de Encuentro. Tal fue el desencanto de muchos portuenses, que la comparsa ‘Los Cuasimodos’ en 1961, dirigidas por el inolvidable Manuel Camacho Francés “El Chusco”, compuso un cuplé lleno de ironía y gracia para denunciar el enfado que produjo en parte de los ciudadanos la demolición del depósito de agua de las Galeras, Punto de Encuentro en aquellos años; espero acertar en la letra, decía así: «Catorce taladradoras/ y setecientas espiochas/ gastaron los albañiles/ en tirar del Parque/ la famosa copa./ Debían de haberla dejado/ en honor a su memoria/ o jugarla en un partido/ entre el Racing y el Vitoria/ lo que más gracia me hizo/ eran dos que había al lado/ que con lágrimas en los ojos/ decían desconsolados/ ¡ Ay mi copa del Parque!/ porque te habrán tirado/ cuando todos los veranos/ le dabas sombra a los parados”.
Calle Larga lugar que paseábamos los portuenses, a la derecha se ve la plaza de Isaac Peral, ahí terminaba el paseo por esta calle. (Fotografía Colección de Vicente González Lechuga)
Había también un Punto de Encuentro, que era el paseo que los portuenses en aquellas fechas utilizábamos a partir de la festividad de la Virgen de los Milagros, que era el tramo en calle Luna desde San Bartolomé a Larga y calle Larga desde el tramo de Palacios a Plaza de Isaac Peral. Era curioso nuestro comportamiento cuando paseábamos, no había costumbre de pasar de los límites establecidos, es decir que llegabas a aquel entorno buscando a tus amigos o amigas y los encontraba seguro. Era raro ver circulación de vehículos por estas calles en estas horas, si pasaba decíamos que era alguien de fuera de El Puerto que se había despistado. Este paseo que se utilizaba a partir de la festividad de la Patrona hasta más o menos el Corpus estaba bastante concurrido desde las siete de la tarde hasta las diez y media ó once de la noche, el reloj de Joyería Díaz estaba de guardián permanente para recordarnos la hora de recogida; había bastantes bares, comercios, pastelerías y sobre todo el aliciente del Teatro Principal. Habría que destacar como lugares de encuentro dentro de este entorno, el Bar Central, Casa Lucas y el Puerto Bar entre otros. Recuerdo el eslogan del Bar Cádiz: “Menudo a la andaluza todos los días en el trece de Nevería“. Había un trozo de la calle Ganado, subiendo desde Larga, que también podía ser considerando paseo, hasta la esquina con Nevería, en ese lugar se encontraba el Restaurante Antigua de Cabo, El Hotel Loreto, la tienda de fotografía de Pantoja que estaba abierta los domingos por la tarde el Bar La Solera, la secretaría del Racing Club Portuense que casi siempre estaba abierta, el Bar Pontevedra y el freidor de pescado de la Familia Villar.
Calle Larga, detrás del coche se vé el restaurante La Fuentecilla (hoy Bankia) paseo de los portuenses en los años cincuenta del siglo pasado. (Fotografía Colección de Vicente González Lechuga)
En el verano, el paseo se trasladaba al Parque Calderón, este sitio se consideraba el Punto de Encuentro en el verano. El Parque como lo denominábamos era distinto a como está ahora, entonces el paseo era más amplio y diáfano pero no por que tuviera más superficie sino porque ahora parece más agobiado que antes, prácticamente estaban los mismos bares y quizás algún quiosco más, menos atracciones de tiovivos, había un lugar para la banda de música que amenizaba las noches con pasodobles y romanzas de zarzuela, los bancos de mampostería con hierro forjado y las fuente de la ranita y jardines: el paseo del Parque llegaba hasta el comienzo del puente de San Alejandro.
Parque Calderón, Punto de Encuentro en el verano, comprueben ustedes que parece más claro y diáfano. (Fotografía Colección de Vicente González Lechuga)
Poco a poco, los medios de comunicación se hicieron dueños de la voluntad de la mayoría de los ciudadanos, se popularizó le televisión y la gente que sábados y domingos empleaba la calle como un gran salón social, empezó a poco a poco dejar las calles semidesiertas, se instalaron cómodamente en sus casas para ver programas y programas dirigidos exclusivamente para que el ciudadano, viva para consumir y hacernos sedentarios.
¿Qué les parece a ustedes esta esquina para para iniciar un nuevo Punto de Encuentro? Fijénse en esos paisanos como buscan apoyo para descansar sus piernas de la artrosis que le han ocasionado algún kilo de más. (Fotografía de Vicente González Lechuga)
El Punto de Encuentro, actualmente se ha fabricado para que las gentes vayan a él, están ubicados generalmente en los centros comerciales, no nombraré ninguno. El centro comercial está pensado como un gran edificio funcional, que la tienda principal es un hipermercado y a su alrededor calles que se puede pasear por ellas, con cantidad de tiendas de artículos de consumo, además incluyen lugares de ocio, esparcimiento y diversión, como cines, bares y restaurantes. Estos Puntos de Encuentros son lugares que tienen exclusivamente un fin comercial y económico. Pero los Puntos de Encuentro situados dentro del casco antiguo de nuestra ciudad en otros tiempos, también tenían una actividad comercial lógica; pero además poseían una connotación sociológica, pues era un espacio de intercambio de opiniones y pareceres, que además cumplían ampliamente con los mismos requisitos de las antiguas plazas del pueblo, Punto de Encuentro, lugar de manifestación de intereses de los ciudadanos entre sí. /Texto: Francisco Bollullo Estepa.