Y esta luz
Juan Lara
y este color…
¿De que cartera de Luna
de que bolsillo de sol
sacaste el claro milagro
de esa luz y este color?
Manuel Benítez Carrasco.
Juan Lara Izquierdo llegó al mundo a El Puerto en el número 18 de la calle Pagador, el 9 de mayo de 1920 y como se ha afirma en diferentes publicaciones, en 1921. Ya lo dejó escrito: «Lo que si es extraordinario, yo diría que maravilloso, es haber nacido en El Puerto de Santa María». De su padre le vendría el interés por la pintura. Tenía Francisco Lara Sánchez --pintor decorador de profesión--, unas grandes cualidades para el dibujo, quien le encauzó su educación hasta llevarle a Juan José Bottaro, profesor de la academia de Bellas Artes Santa Cecilia: encontró en su padre el mas fiel aliado e impulsor de su don y de su arte. Juan tenía ocho años cuando conoció a su introductor y maestro.
El arranque de la calle Pagador, desde la Plaza de España, con la Casa Palacio del Marqués de la Candia, sede del Museo Municipal y la Academia de Bellas Artes. Óleo con el inconfundible estilo de Juan Lara.
Recuerda Juan su infancia: "Nací en la calle Pagador número 18, donde al cuidado de mi abuela paterna --abuela Carmen y de mis tías Milagros, Manuela y Lola-- estaba desde mi despertar hasta que me llevaban a la accesoria en que mi madre trabajaba, regresando a la calle Pagador a la caída de la tarde, donde en su patio inolvidable de losas blancas y negras, jugaba con mi hermano Jerónimo y Paquito Vicheras --que vivía en el piso bajo--. Yo me crié en la calle San Bartolomé, en el número 10, donde mi madre tenía alquilada una accesoria que hacía de taller, compuesta de una dependencia que daba a la calle, y otra interior, para cocina, fogón de hierro para calentar las planchas, comedor y cuarto de aseo. En dicho taller se dedicaba a planchar para el público toda clase de prendas de vestir, con lo cual ayudaba a mi padre --ya enfermo-- al sostén de la casa. La familia estaba compuesta por cinco hijos. Lo que yo he visto trabajar y sufrir a mi madre en esa accesoria es uno de los dolores mas grandes de mi vida".
De pequeño estuvo en la 'amiga' de Conchita Romero, un piso de una casa aneja a la bodega de José de la Cuesta en la calle San Bartolomé, con entrada por la calle Palacios, donde fue condiscípulo del polifacético artista local, Manuel Bejarano Armario. Después "fui al colegio de la Aurora, cuando ya, naturalmente, no pertenecía a ningún Patronato Parroquial o de otro tipo. Era Escuela Nacional, y tuve como maestro a don Remigio Peñalver, persona de extraordinaria bondad, de cariño a sus discípulos, muy paciente quien estimuló mucho para que me aplicase en el dibujo. Del Colegio de la Aurora me quedan muchos y buenos amigos y aunque no fue una etapa muy larga, sí muy feliz, por don Remigio, por sus auxiliares don Eduardo Ciria y don Juan Díaz, y mis compañeros los Sucino, Buhigas, Enrique Pérez, Manolín y otros, que siento mucho no recordar sus nombres". /En la imagen de la izquierda, la sede de las Escuelas Pías de la Aurora, luego Colegio Nacional, obra pictórica de Lara.
De izquierda a derecha, Juan Hernández Navarro, Antonio Serrano, el Comandante Francisco Martel Viniegra Ayudante de Marina en el Puerto, Severo Ruiz Calderón, José López, el pintor Juan Lara Izquierdo y Gumersinda López, Vda. de Garrán. Inicio de la década de los cincuenta del siglo pasado.
A los trece años, tras la muerte de su padre, comenzó a trabajar en las oficinas de Terry, donde estuvo hasta los diecisiete, época en que ingresó en la Marina de Guerra, como voluntario en el Cuerpo de Maestranza, y posteriormente destinado a la Ayudantía Militar de Marina, como personal civil, etapa que siempre quiso olvidar.
Embarque de Botas. Juan Lara realizó grandes obras para Bodegas Osborne, muchas de ellas publicitadas en calendarios, azulejos y otros objetos publicitarios.
De la mano de Bottaro, presentó su primera exposición junto a Juan Ávila Gutiérrez y su cuñado Luis Suárez Rodríguez, entre otros. Mantuvo también estrechas relaciones profesionales con Francisco Hohenleiter, de quien afirmaba que era su verdadero maestro y Enrique Ochoa. Su admiración se dirigía a los clásicos. Su increíble memoria y su pincel ligero eternizaron muchos rincones de El Puerto: el mercado, la pescadería, los recuerdos infantiles, el color y la sensibilidad de este rincón. Y sobre todo la luz, siempre la luz, como en la poesía de Alberti, o el poema de Benítez Carrasco: «Puerto de Santa María/, Puerto vino y Puerto Luz/ por donde vaya Juan Lara/ puedes decir que vas tu».
TEMÁTICA.
Sus temas preferidos están relacionados con sus aficiones: el toro y el caballo, amén de los rincones portuenses y las escenas costumbristas de temas andaluces, mejicanos y árabes. Juan Lara fue un destacado cartelista de ferias y fiestas populares, dejando un recuerdo imborrable con su cartel de las ‘Dos Gitanas’ con el que se anunció en 1989 la Feria de Primavera y Fiesta del Vino Fino, dejando murales de magistral ejecución. Realizó frescos de temas alegóricos a El Puerto y a Venecia, como los que pintó en su propia casa de la calle Rueda y en algunas otras de sus numerosos amigos, siendo también un eminente ilustrador de libros como el de ‘Plaza Real’, de Martínez Alfonso.. (ver nótula 823 en GdP).
ENTRE EL PUERTO Y BENAMAHOMA.
Su primer estudio lo tuvo en la 'Casa del Sebo', en la parte posterior de la fábrica de hielo que su pariente Felix Tejada --empresario que fue de la Plaza de Toros de El Puerto-- explotaba con José León de Carranza. El estudio que siempre mantuvo fue el de su domicilio en El Puerto en la calle Rueda, 8, ‘Los Geranios’, hasta que se construyó el de la Sierra de San Cristóbal, al que denominó ‘Los Pinos’ por su proximidad con el Hospital Psiquiátrico o estudio ‘de los tanques de alcohol’ también por su proximidad con la desaparecida Alcoholera del Puerto. Tuvo también un semiestudio en Jerez al que llamó también ‘Los Pinos’ situado en la barriada del mismo nombre. Varios años después, en 1979, se traslada a Las Huertas de Benamahoma, a un caserón bien situado, al pié del río Majaceite que reacondicionó a su gusto, bautizándolo con el nombre de ‘La Parra’, donde tenía un perro de nombre ‘Canutito’ y fue propietario de una cabra, por poco tiempo, tras una simpática anécdota vivida junto a su amigo Francisco Chacón Nieto, Curro ‘el Cigarrón’. Un nuevo estudio, que empezó a construir en 1982 pero que nunca llegó a su conclusión por diversos problemas, en la calle Real de Benamahoma, terminó su relación con aquel pueblo de la serranía gaditana. /En la imagen de la izquierda, con el cantaor José de los Reyes 'el Negro' en 1982 en casa del pintor.
El famoso y pleiteado cuadro de 'El Resbaladero', cuya historia podemos conocer en profundidad en la nótula núm. 670 en Gente del Puerto.
Para el crítico de arte, Francisco M. Arniz: "No consideramos exagerado calificar muchas de las obras de Juan como obras maestras, es decir, que despiertan el mismo interés hoy que man?ana, por encima de modas y criterios de cada época y estilos. O, lo que es lo mismo, ello completamente al margen del contexto histórico y social de cada momento. Porque con Juan Lara ocurre algo nada frecuente en la historia del arte, y es el que puede y debe ser consideradoun clásico en vida".
De izquierda Catalina Barea, Mariquita Sánchez, Pepe Morillo y Juan Lara compartiendo mesa en una celebración. 15 de diciembre de 1963.
CASA LUCAS.
En El Puerto solía reunirse en el desparecido bar de ‘Casa Lucas’ en la calle Larga con una tertulia de amigos, cuya peña era presidida por su hermano Paco, con Perfecto Peralta, Manolo Lojo y Manolo García, Antonio Castilla ‘Castillita’, Manolo Nieto, Pepe Morillo, Ramón Pico, Pepe Poquet, y tantos otros… Manolo Lojo Espinosa publicaba en su libro ‘Casa Lucas’ el año 2002: «En pleno centro de esta maravilloso Puerto, muy cerca del cruce de la calle Larga y Luna, conocido por «Las Cuatro Esquinas», donde se desarrollaba la vida activa de la ciudad, tanto comercial como administrativa, festiva o sentimental, era además lugar de paseo nocturno especialmente en festivos y domingo, en la finca señalada con el número ciento diez, en su planta baja, estuvo situada la tienda conocida por «Casa Lucas» [...] «Ocupaban todo el frente de este clásico despacho un envejecido mostrador y tras el mismo, sobre un llamado caballete cinco hermosas medias botas de roble americano y un barrilito de dos arrobas para el vino dulce. Las medias contenían el vino de El Puerto. Siempre de las bodegas Osborne y Cª y en un principio fueron el “Amontillado X”, conocido por el “Nº 10”, luego el llamado “El Caballo” y últimamente el “Fino Menesteo”. Los vasitos en los que se servía el vino, de los llamados “chica” y “chico”, se llenaban directamente del barril, estando cada uno provisto de su correspondiente canilla.»
De izquierda a derecha, Juan Lara, Antonio Ariza, Mario Moreno 'Cantinflas' y Manuel Domecq, en Jerez.
MÉJICO.
Desde 1971, año en que recaló en Méjico por primera vez, mantuvo también un íntimo contacto con el país hermano, donde obtuvo resonantes éxitos con sus colecciones, destacando ‘Pueblos Rosas’ y ‘La Charrería’. En el rancho de ‘San Antonio’ en Texcoco --ciudad con la que está hermanado El Puerto-- fijará su residencia por mor del mecenazgo de su amigo, el también portuense Antonio Ariza, presidente de Domecq Méjico.
Portada de la Exposición 'La Charrería y La Pintura'. Méjico. 1978.
Tras la exposición de La Charrería en 1978, en 1980 refleja rincones y hipismo del municipio de Taxco y de los pueblos de la Ruta de la Independencia. Las autoridades de Taxco, en un gesto de agradecimiento hacia el artista le nombran en 1980 Hijo Adoptivo de Taxco, invitándolo a la Feria Mundial de la Plata, en León Guanajuato, donde haría una exposición.
De izquierda a derecha, Manuel Lojo Espinosa, desconocido, Fernando T. de Terry alcalde de la Ciudad, Juan Lara haciendo uso de la palabra, Eligio Pastor Nimo y de espaldas Pepe Lojo Espinosa, en un homenaje tributado al pintor en 1975.
MIS RECUERDOS.
El 16 de enero de 1982 presentó su libro de memorias ‘Mis Recuerdos’, prologado por el crítico de arte Francisco M. Arniz Sanz, editado por la Concejalía de Cultura del Ayuntamiento portuense que dirigía el concejal Antonio Muñoz Cuenca, con el patrocinio de Osborne y Domecq Méjico. El salón de Actos del Instituto Santo Domingo se llenó para escuchar las vivencias del pintor y disfrutar del ameno coloquio que mantuvo con el público. En 1984 viaja a Italia y pasa unos días en Venecia. A su vuelta realiza una serio de óleos sobre tablas de madera de cedro que refleja su visión sobre esta bella ciudad.
En octubre de 1986 ingresa como Académico de Número en la de Santa Cecilia, cerrando con este ingreso un ciclo con la Academia donde aprendió. En su discurso de ingreso, afirmaba: «Yo soy el mas torpe de los académicos, sin duda, pero soy el único que que ingresó en Sana Cecilia a los ocho años y aún no ha salido de ella, o sea que entré de quinto y ahora soy General, eso es algo».
En la Academia de Bellas Artes, de izquierda a derecha, Javier Ollero, Juan Lara, el compositor Manuel Alejandro, Juan Ig. Varela Gilabert, Rafael Alberti, Enrique García Máiquez y Leopoldo Jiménez Ruiz.
Con el tiempo se construye un chalé en la portuense urbanización de Vistahermosa, denominado ‘El Carmen’ en honor de su madre donde monta un nuevo estudio y vive rodeado de los suyos y cría a un hermoso gallo con un rotundo plumaje, de nombre ‘Sultán’. En los últimos años, el pintor alternaba su trabajo entre su estudio portuense, ubicado de la Sierra de San Cristóbal, y el de Benamahoma. En 1990, el Ayuntamiento organizó una exposición antológica de su obra en la que todos los que trabajaron con él, como todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerle, resaltaron su maestría y el carácter sincero de su amistad. En 1992 fue nombrado Socio de Honor del Club Náutico de El Puerto.
Portada del catálogo de la exposición antológica celebrada en El Puerto en 1990.
MUERE EL PINTOR DE ‘TANTO PUERTO’.
El pintor de la luz y de ‘tanto Puerto’, murió una mañana clara de levantera para dejar de sufrir, tras 10 meses de enfermedad con 73 años, el miércoles 22 de marzo de 1995, hace 17 años, siendo declarado por el Ayuntamiento Día de Luto, proponiendo en pleno que se le declarase ‘Hijo Predilecto a título póstumo’ y otorgarle la Medalla de Oro de la Ciudad, así como darle su nombre al quinto Instituto de Enseñanza Secundaria de El Puerto, que se estaba construyendo por aquel entonces en la zona de Pinar Alto. Estaba casado con Catalina Barea, con quien tuvo cinco hijos, María del Carmen, Juan José (+), Pilar, Ángel y Marisa. Precisamente Ángel (ver nótula núm. 615 en GdP) siguió los pasos de su progenitor en el mundo de la pintura.
De izquierda a derecha Juan Lara, Pepe y Juan Fernández Sanjuán, en la Tertulia de 'Un Alto en el Camino'. /Foto: Agustín Álvarez Oreni.
Una de las últimas comparecencias públicas de Juan Lara durante una conferencia en un instituto de enseñanza de El Puerto. Allí, recuerda su hijo Ángel que aparece en la foto a la izquierda, “fue una de las pocas veces que oí a mi padre reconocerse como artista. Afirmaba que ser una artista es una bolita que Dios tira y al que le toca le tocó”. Pocos meses después fallecería el pintor de la luz. (Foto: David Clares).
Agustín Merello del Cuvillo (ver nótula núm. 262 en GdP) escribía en Diario de Cádiz en 1989 unas declaraciones del pintor en un suplemento de Feria: «Yo pinto y me da igual que me califiquen. Yo pinto porque lo deseo y ahora tengo la misma afición que al principio. El día que no pinto o no hablo de pintura, me pongo de mal humor. Gracias a Dios, puedo pintar y hablar de pintura siempre… hasta que Dios quiera; porque yo digo que ya tengo hecho balance, estoy muy agradecido a todos, las cosas me han ido muy bien y Dios ya puede disponer de mí».
El Día de Toros. Pág. 225 de el libro 'Plaza Real'.
EXPOSICIONES.
1972. Pueblos Blancos de Cádiz y Pueblos Rosas de Méjico. México D.F.
1974. Ruta de la Independencia de Méjico. Madrid.
1978. Exposición Antológica. Cádiz.
1978. La Charrería y La Pintura. México D.F.
1980. Exposición de Taxco. Guanajuato.
1980. 12 Estampas de Escenas Andaluzas y Mexicanas. El Puerto.
1982. Exposición de Temas Árabes. El Puerto.
1983. El Campo Bravo Mexicano. Mexico D.F.
1984. Exposición Homenaje en Vistahermosa. El Puerto.
1990. Exposición Antológica. El Puerto.
1991. Exposición Retrospectiva Mexicana. México D.F.
1993. Óleos del Pintor Español Juan Lara. San Diego (California EE.UU).
En la imagen de izquierda a derecha, Eligio Pastor, Camacho, Juan Lara, Serafín Álvarez-Campana y Alfredo Bootello, durante la inauguración del Aula de Pintura ‘Juan Lara’, en la actual sede de la Academia de Bellas Artes ‘Santa Cecilia’.
SALA JUAN LARA.
Supo Juan Lara recibir y dar enseñanzas desde la Academia de Bellas Artes, triunfar en México con el mecenazgo de una bodega, y volver a El Puerto a pintar y exponer. Y charlar. Era un conversador infatigable, con multitud de anécdotas por compartir, y buenas sensaciones que transmitía en alguna tertulia de flamencos, toreros, y artistas, como si en ellos buscase la inspiración que luego, de sus manos, se vería reflejada en sus obras.
En alguna casa vinatera, en casas particulares y hasta en edificios públicos de la Administración local se conservan algunas de sus obras, y salvo en la exposición sobre Marruecos en la que tuve el honor de colaborar hace ya 30 años y una antológica, difícilmente se puede admirar en los últimos tiempos El Puerto, su Ciudad, la obra del poeta de los pinceles, del compositor sinfónico de colores, luces y sombras, de forma secuencial, en un discurso expositivo, en formato estable.
Vamos, que no existe ninguna Casa, Fundación, Exposición Permanente o Sala con el nombre y apellido de Juan Lara, en una Ciudad donde las referencias al pintor son constantes en las conversaciones de quienes lo conocimos, y en el nomenclator de calles y plazas, un aula con su nombre en Bellas Artes y hasta en el Instituto de Enseñanzas Medias que lleva su nombre. Es de justicia, que los portuenses y quienes nos visitan esperan merecer de los poderes públicos, para honrar y honrarse a si mismos, como leí en alguna lápida de calle. (Texto: José María Morillo).
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Documentación: ‘Juan Lara, Mis Recuerdos’ autobiografía. ‘Juan Lara. Desde mi recuerdo’ de Antonio Franco Corbacho. Catálogo Exposición Antológica, El Puerto 1990. Diario de Cádiz: Agustín Merello y Enrique Alcina. 'Casa Lucas' Manuel Lojo Espinosa. Pliegos de la Academia num. 7. 'Juan Lara un clásico en vida', Francisco M. Arniz Sanz. Archivo José María Morillo.
PARA MI FUE MI ÍDOLO....ERAMOS VECINOS, Y YO ME PASABA LAS HORAS MUERTAS VIÉNDOLO PINTAR.....ENTONCES TENDRÍA YO OCHO O NUEVE AÑOS..CUANDO EMPECÉ A PINTAR YO A LOS CATORCE O QUINCE ... LO COMPARABA CON SOROLLA POR LA CLARIDAD DE SUS PINTURAS......LO SIGO ADMIRANDO..!!!
Hola tengo una pintura de Juan Lara puerto 1975 y me gustaría saber mas de ella o donde podría pedir información.
Gracias saludos
El José López que aparece en la foto ¿ Es José López Chorro??
Muchisimas gracias, os agradezco mucho este precioso recordatorio de mi padre en el 17 aniversario de la fecha en que nos dejo.
La verdad que no lo esperaba, y, me ha emocionado, yo le hice algo en face y se me han volcado la gente, eso me demuestra que no olvidais al pintor y mucho más importante a la persona.
Un fuerte abrazo.
LUZ Y COLOR EN LA PINTURA DE JUAN LARA
Coincidiendo con la exposición organizada por el Instituto Cultural Domecq en All Hallows Center de La Jolla (California), del pintor portuense Juan Lara, reproduje el texto que acompañaba una de las series de carpetas "Pueblos blancos gaditanos y rosas de México", por ser prácticamente desconocido dado lo limitado de su difusión.
Juan Lara es uno de los pocos artistas en quien la pintura se da como un hecho vivo y natural, fluyendo como si de un manantial se tratara. Y quizá sea esa característica una de las que logra seducirnos, cosa que no ocurre con demasiada frecuencia en la pintura española actual.
Los lienzos del artista portuense son una sinfonía de luz y color. Así lo entrevió el poeta granadino Benítez Carrasco en el poema que dedica a nuestro artista:
Puerto de Santa María
puerto vino y puerto luz;
por donde vaya Juan Lara
puedes decir que vas tú;
y contigo y con él van,
en compadrazgo andaluz,
un San Rafael de vino
dando paso y dando sombra
a un San Gabriel de la luz.
Y en esto nos recuerda a Rembrandt que, si bien no fue el único -ni siquiera el primero- en utilizar el contraste de la sombra y la luz, pues ha sido fórmula muy usada, sí hemos de decir que su manera de tratado fue característica. Sabemos que la obra de Rembrandt es una de las admiraciones confesadas de Juan y a quien le une un cierto parentesco artístico. Porque podemos hablar, refiriéndonos a la obra del artista del Puerto, de influencias o, como decíamos antes, parentesco, sin que en ello se vean -o quieran verse- apropiaciones indebidas, ni plagios o burdas copias. Podemos decir que tiene esto o aquello de tal o cual pintor clásico, como se dice de alguien que tiene el cabello, la boca, los ojos o el corte de cara de algún pariente suyo. Rembrandt, Goya, Delacroix, Lameyer, Lucas, son algunas ramas en el frondoso árbol genealógico pictórico de Juan Lara. Frondosidad, por otra parte, que sólo poseen los pintores de pura raza.
Una pintura puede ser acertada en el tema y deficiente en la ejecución. O viceversa: perfectamente técnica pero, en cambio, con un vacío estético. En ambos casos la obra se queda a la mitad del camino hacia la perfección. Afortunadamente no es éste el caso de la obra de Juan Lara, en quien se da una inspiración en el concepto y una maestría en el oficio. Basta comprobar su visión romántica de las ciudades andaluzas, con esa ejecución vigorosa, desembarazada y resuelta, llena de vida y lozanía. En todas sus obras hay esos toques felices, esos arranques de genio y gracia que cautivan la vista.
Hablábamos de visión romántica, y la suya lo es en grado sumo, porque el paisaje, para ser romántico, no debe ser “verídico” sino “exaltador”, que no quiere decir que sea “falso”. Porque es precisamente el elemento imaginativo el que caracteriza ese romanticismo. La suya es una pintura que idealiza y hace poéticas las verdades naturales que interpreta. Copiar los objetos no significa nada; es preciso, como hace Juan, traducirlo a un lenguaje plástico, con esa intensidad poética plena de sugerencias que es característica de su pintura.
Hay temperamentos artísticos, o artistas, como Juan Lara, que no buscan en los pueblos lo común humano, lo universal que hay en ellos, sino lo diferencial, lo pintoresco. Y nuestro pintor, en sus excursiones artísticas por los pueblos blancos gaditanos, ha querido ver eso; de ahí que su aguda sensibilidad y sus desbordantes ganas de proyectar vitalidad sobre su pintura se plasmen en esa curiosa predilección por la gracia con que adorna la belleza real, a través de un lirismo de gran riqueza plástica.
En la obra de nuestro paisano se aprecia una particular insistencia en el resalte de los valores lumínicos y, paralelamente, una captación de lo real que sabe trascender de lo particular para caracterizar un ambiente o región. Del mismo modo que los fondos de tantos cuadros de Velázquez sólo pueden representar la Sierra de Guadarrama; y la luz y el aire de los cuadros de Sorolla sólo están en la región valenciana; así la luz, el color y la atmósfera. que imprime Juan Lara a sus lienzos sólo están en los pueblos de Andalucía. De ahí que podamos decir con rotundidad que Juan Lara es el más sutil intérprete de las bellezas naturales de esos pueblos blancos gaditanos, de su luz, de sus cielos, de su atmósfera... ' ,
Pero pasemos a su última etapa creadora, la etapa mexicana, de la que se presentan algunas láminas en esta carpeta. Los apuntes que Lara se trajo de México le han proporcionado un material fabuloso que, unido a sus recuerdos e impresiones, han cristalizado -en Benamahoma, paraíso del artista en la sierra gaditana, donde el pintor se entrega al sueño de crear- en las escenas mexicanas que ahora presenta, donde se muestran los más variados temas de la vida cotidiana de aquel exótico país hermano. Escenas y tipos populares en que está patente el interés naturalista del artista, con esas sencillas y, a la vez, ricas y sugerentes callejuelas.
México, qué duda cabe, ha ejercido una muy especial fascinación en Lara, quien se ha sentido atraído no sólo por sus gentes y sus costumbres, sino también por su inigual colorido. Y de ello son buena prueba las presentes láminas. Creemos que México ha llegado a representar para Juan lo que en otra época significó Marruecos para los pintores románticos.
Será de enorme importancia, en su evolución pictórica, el viraje que el artista del Puerto ha dado de la luz andaluza al colorido mexicano, y que le ha abierto nuevas posibilidades de inspiración.
Casi, y sin casi, podríamos decir que un nuevo Lara ha nacido después de la etapa mexicana, que ha enriquecido su, ya de por sí, rica paleta, y que nos anuncia el amanecer de una nueva pintura.
Francisco M. Arniz Sanz