Parece que fue ayer cuando se caía una moneda de una peseta, e incluso una perra chica o una gorda y hasta sonaba a dinero. Vd. habrá comprobado de ciencia propia que hoy [el artículo está escrito en la década de los noventa del siglo pasado] se cae al suelo una moneda de quinientas pesetas y no suena a nada. La verdad es que la peseta está depreciada, desprestigiada y vilipendiada. Ya se sabe, según ha dicho Solves, preclaro dirigidor de la economía patria, que la culpa de todo la tiene el P.P. /En la imagen de la izquierda, Antonio Leiva Aguilar 'Severo'.
Vd. con una peseta en el bolsillo hace el ridículo. Vamos, el ridículo se hace hasta con dos mil duros en el bolsillo y aun con más. Tiempo hubo en que con una perra chica, convenientemente golpeada sobre el cristal de la vitrina de un carrillo o sobre el mármol del mostrador de un almacén de ultramarinos, se alertaba al dependiente y hasta le producía al dueño ese sonido una especie de orgasmo financiero venial.
Cuando una patulea de niños, cada uno proveído con su perra chica o su perra gorda, se acercaba a un carrillo, lo de cajón era golpear con la perra y añadir gritando:¡Oiga, despacháaa!. Alrededor del Teatro Principal, siempre hubo un especial clientela fija. Alrededor del Teatro, se instalaron los carrillos, primero, el de Severo; luego, durante un tiempo el del "Guardapavos"; y luego el de Carmelita "La Rubia", frente por frente, en la parte más estrecha de "La Placilla" a la entrada de la calle San Bartolomé. /En la imagen de la izquierda, la tercera mujer de Severo, Rafaela Morón Suárez.
DEL CAMPO AL CARRILLO.
A "Severo" lo hizo vendedor de chucherías su médico, don Rafael Rioja. Fue unos años antes de la guerra civil. Pero Severo, no se llamaba Severo; Severo se llamaba Antonio Leiva Aguilar. Lo de Severo le venía de su padre y de su abuelo. Severo era de campo. Tenía una finquita en el Pago de Cantarranas, en las arenas, y otra en un lugar llamado "Los Navazos". La verdad es que don Rafael Rioja le encontró no se sabe qué dolencia y le aconsejó, como primera medida, dejar el campo.
Con las quinientas pesetas que obtuvo con la venta de las fincas, Severo se vino a vivir a la calle del Postigo mandó construir un hermoso carrillo, con ruedas de bicicleta, vitrina, depósito en la parte inferior, cubierto todo con un gran toldo de lona graduable. Con este armatoste, Severo se instaló, primero que nadie, en la boca de la Placilla, sobre el muro del frontero Teatro, justo al lado de la puerta del Bar "La Concha". Allí, Severo se convirtió en el "Rey de las pepitas", porque pepitas se llamaron siempre a lo que hoy son pipas e incluso piponazos.
El Carrillo de Severo, atendido por su mujer, Rafaela.
LAS TRES BODAS DE SEVERO.
Severo, como Fernán Caballero, se casó tres veces. Severo, de sus matrimonios dejó una prole compuesta por Anita, Milagros, María, Juan José y Paco, éste último fallecido. Severo, ceñido por su gran cinturón, con los pantalones caídos, la barriga pronunciada, su sombrero o su boina, se convirtió en el recaudador del "peaje" a la Placilla. Por cierto que Severo ha quedado en dichos populares. Cuando a un niño se le veía con la correa apretadita, por debajo del ombligo, y los pantalones faltos de tiro, se le decía: «--Anda, hijo, que te pareces a Severo, el del carrillo».
Pues bien, aquel lugar donde Severo asentó su negocio, además de ser un incesante "pasito de tórtolas", tenía el aliciente de las sesiones matinales de los domingos en el Teatro, esto es "la infantil", en la que todos nos divertimos viendo "Piter Pan", "La Dama y el Vagabundo", "Blancanieves y los siete enanitos" e incluso lloramos a lágrima tendida con "Marcelino, pan y vino", comiendo pepitas, tostadas y saladas, con ese puntito único que les daba Severo, quien aparece en la imagen de la izquierda.
PIPAS TOSTADAS.
Y nada de bolsas de plástico, ni fórmulas cualitativas. En cucuruchos de papel de periódico, que lo que no mata engorda, allí se expedían, una chica, una gorda, e incluso dos reales en casos de economía boyante, las sabrosas pepitas. Tal era la cantidad de pipas que vendía que, en numerosas ocasiones, tuvo quejas de Manolo, de Pepe y de Eduardo Nuchera por el cúmulo de cáscaras que quedaban en el patio de butacas, en las plateas, en los palcos y, sobre todo, en el "gallinero", una vez concluidas las sesiones cinematográficas. Pero, en particular eran famosas las llamadas al orden de Güelfo, el diligente y eficiente portero y acomodador, cuando subía de tono el crujido de las pipas o alguno se ventoseaba en el "gallinero". "De ahí para abajo, todo el mundo a la calle", decía, y requería a los serenos "Pacuqui", Espinosa, "Merengue" o cualquier otro para que evacuara a los crujidores o al presunto ventoseador.
Severo fue a más. Su principal fuente de riqueza fueron las pepitas de girasol, pero no abandonó nunca el "paloduz", el citrato, las algarrobas molidas, los caramelos, los altramuces, y mil y una chucherías, además del triquitraque, las mechas y piedras de mechero, el tabaco de cuarterón, el papel de fumar, las cerillas, etc., etc. etc. El carrillo lo guardaba, de noche en la parte trasera, por la calle San Bartolomé, de "Las Columnas", propiedad de Quintín Puente, pero donde tenía su cuartel general era en una accesoria de la calle Cielos, justo enfrente de la calle Santa Clara, destinada a almacén y tostadero.
LA COMPETENCIA: GUARDAPAVOS Y LA RUBIA.
Pronto, a Severo le salieron competidores. A su lado colocó el carrillo, aunque efímeramente, el "Guardapavos". Así dicho, seguramente no sabrá Vd. de quien se trata, pero si le digo que era el "tío de las cadenas", que salía de penitencia en la procesión del Nazareno, con una enormes cadenas atadas a los pies, detrás del paso de Cristo, ya habrá Vd. caído de quién se trata.
Rafaela y su hija Milagros, casada con José Rebollo 'el Rubio', en el carrillo.
Frente por frente, se le instaló a Severo, Carmelita "La Rubia", con un carrillo bien surtido, que regentaba ella misma pero, sobre todo, su sobrino, José Rebollo "El Rubio", quien --lo que es la oligarquía y la endogamia tanto en el negocio del vino, como entre las nobles familias de cargadores a Indias, como entre los propietarios de carrillos de chucherías-- se casó con una hija de Severo llamada Milagros. "La Rubia" durante el día atendía, con su sobrino, el carrillo de la Placilla y, por la noche, su kiosko del Parque, en la esquina de enfrente de la tribuna de la música.
OTROS CINES.
Tras del invento de Severo, en los aledaños de otros cines, como en el "Macario", por ejemplo, se instalaron una pareja de viejos, con su carrillo. Eran José de los Reyes y de los Reyes, "El Chato Paterna", y su esposa. Enfrente puso su carrillo una buena anciana, llamada Juana, que tenía un rodete y en su cara y en sus manos tenía señales de padecer de vitíligo. A la puerta del cine "Colón", recuérdese, también, el carrillo de Manuel Álvarez "El Cochero" y a "El Gamba" con su negocio de higos de Lepe metidos en miel. Y en todos los cines, las capachas de piñones: "¡Piñones, como cabezas de gorriones!", que pregonaban, y cada vez a la medida, un cajoncito de madera muy pequeño, se le añadía más y más papel de estraza doblado en el fondo en franco fraude comercial. /Rafaela Leiva, en el carrillo del lateral del Teatro Principal.
LAS VENTANITAS.
No es lugar este para hablar de las "ventanitas" que surtían, en las cercanías de los colegios, migas, academias y escuelas, a los más pequeños. Estas "ventanitas" regentadas por tal cual viuda de un carabinero, o por una viejecita de "estado honesto" proporcionaban el suplemento necesario a la pensión de viudedad o a la ayuda del montepío tan escuetas.
Puede decirse que Severo --a la izquierda de la imagen fotografiado en la calle Postigo-- fue el pionero del carrillo de chucherías y que Carmelita "La Rubia" lo fue del kiosko. Perdidos ambos, un Concejal del Ayuntamiento portuense, Juanito Ponce, propuso a la viuda de Severo cambiar el carrillo por un kiosko. Así se hizo y, mientras estuvo en pie el Teatro Principal, se mantuvo en su mismo sitio. Luego, incendiado el Teatro, se trasladó a la Plaza de Juan Gavala, donde se mantiene. Pero ya, los niños no hablan como antes, porque la caja tonta les ha homogeneizado el lenguaje, no tienen tatas, y sus maestros son de fuera. No hay perras chicas, ni perras gordas, ni moneditas de dos reales, ni las pesetas suenan a dinero, ni se golpea la vitrina, ni el mostrador al grito de "¡Oiga, despacháaa!". (Texto: Luis Suárez Ávila).
Más información en GdP:
104. SEVERO. El carrillo de la ilusión.
Comentar a Diego Utrera que Hernán en calidad de que fue invitado, ... si como como concejal o como alcalde. Porque Rodríguez de la Borbolla, dejó de ser presidente de la Junta el 27 de julio de 1990... Hernán fue elegido alcalde en 1991.
Indagando en Gente del Puerto resulta que Rocío Leiva, la niña a quien se refiere Diego Utrera nació el 28 de febrero de 1989. Lo que deja claro que Hernán era concejal.
Conozco bien ese mundo de carrillos y ventanitas, ya que mi padre recicló progresivamente la tie nda de ultramarinos que tenía en la calle Ganado para suministrar pipas y todo tipo de chucherías a todos ellos. De esta tarea de reparto se ocupaba mi hermano Ignacio, aunque a mí también me tocó en algunas ocasiones. Recuerdo el olor punzante de una lámpara de carburo en el carrillo delante del cine Macario en la calle Luna. Una vez Juanito Severo me dijo que acababa de ser padre de una niña que se llamaba Rocío y nació el 28 de Febrero. Me preguntaba si, por haber nacido la niña el Día de Andalucía, tendría derecho a alguna paguita...o a algún incentivo económico. Le sugerí medio en broma que le escribiera a José Rodríguez de la Borbolla, presidente de la Junta de Andalucía, proponiéndole ser el padrino de la niña, tuve incluso que escribirle la carta. A mi gran sorpresa, Rodríguez de la Borbolla aceptó y me consta que asumió su papel de padrino al menos durante un tiempo. Cosas de la vida, Juanito invitó al bautizo a Hernán Díaz, pero no a mí...
Que bonitos artículos, Luis y que memoria que nos hace vover a la infancia con cariño. Yo, a Severo le compraba las pepitas,los garbanzos tostaos y chicle. Y despues....al cine
Soy descendiente (nunca lo había pensado así) de esa oligarquía endogámica de los "carrillos " de El Puerto: nieto de "Severo", hijo de Milagros y de "El Rubio". Muchas gracias por haberle dedicado este artículo. A él no lo conocí, pero sí a mi abuela Rafaela y a mi tía-abuela Carmela (también nombrada en el artículo). Fueron personas muy trabajadoras que sacaron adelante como pudieron aquellos duros años que les tocó vivir. Le estoy normemente agradecido por hacerme recordar las historias de los "carrillos" que hace ya tantos años me contaron. Un saludo.
Tras leer este articulo, me he acordado de "El Carrillo de Adela". Adela, aquella anciana que se ponia en la puerta de los jesuitas, (San Luis Gonzaga), donde estudié, y a la que la chiquillería ponía de los nervios. Ese fué el unico carrillo que conocí en San Luis. Creo recordar que murió atropellada por un coche, junto con su carrillo. No se si sera cierto. ¿Que se sabe de Adela? ¿La conocía alguien? ¿le queda familia?...
ESTA MAÑANA HE DISFRUTADO DE LO LINDO,QUE ARTICULO LUIS MAS BONITO,MIS PENSAMIENTOS HAN VOLADO A MI ÑIÑEZ RECORDANDO TODOS LOS PERSONAJES TIENES UNA MEMORIA PRODIGIOSA,QUE DIOS TE LACONSERVE POR MUCHOS AÑOS.UN AGRADECIMIENTO ESPECIAL PARA LA FAMILIA DEL PELAPAVOS PUES ME CONSTA QUE EN EL SAHARA AYUDO A MUCHOS SOLDADOS DE EL PUERTO QUE HICIERON EL SERVICIO MILITAR EN LAS ANTIGUAS COLONIAS ESPAÑOLAS
País, paisaje, paisanaje, que dijera Unamuno. Qué buen retrato. Gracias y enhorabuena, Luis.
En el CINE MACARIO, tambien se ponia con un carrillo que tuvieron bastante tiempo,Antonio Fernandez Galloso y Luis Feria Peña, tio y padre de JOSE LUIS GALLOSO, y con los beneficios de dicho carrillo, se pudo montar LA DESTILERIA GALLOSO,con las pepitas tostadas en el Horno de la calle San Juan, y el Camell y Cheste de contrabando.