Reproducción de un libreto original censurado, de ‘Los Vocalistas’. Año 1959.
El pasodoble censurado estaba dedicado al alcalde anterior, alabando su gestión, y sin embargo la censura actuó implacable, debido a que el alcalde de aquel tiempo, Luis Caballero, era monárquico. ¿Porqué se censura una letra que habla de la buena acción de un político?
Porque Luis Caballero Noguera, alcalde de El Puerto de Santa María entre 1952 y 1958, era de ideología monárquica y, aunque ostentase el cargo de alcalde, no era bien visto por los censores el halago hacia alguien que no estaba vinculado directamente con el régimen franquista. Ante esta tachadura en su libreto, la agrupación quedó confundida, ya que era una de las letras más aplaudidas en los ensayos.
Con los libretos impresos, tuvieron que pegar a mano un papel en blanco que ocultara la letra en cuestión. No obstante, aquí queda recuperada, en las líneas que siguen, gracias a la memoria de algún componente que todavía la recuerda:
PASODOBLE DE LOS VOCALISTAS
Como los que agradecen
ahora vamos a cantar
como todo portuense que te aprecia
y nunca te olvidará.
Con tu gran entereza
y tu noble corazón
has dado auge y grandeza
a nuestra hermosa población.
Calle del Ganado, Plaza de la Iglesia
y calle de Nevería,
los que del Puerto
mucho tiempo han faltado
no te conocerían.
Parque de Calderón,
en tus jardines deberían
poner un letrero
pues tu belleza y tu finura
te la dio un noble Caballero.
Y nosotros agradecidos
como todo hijo del Puerto
porque Caballero has sido
hasta el último momento.
Satisfecho debes estar
y puedes sentirte ufano
porque te ha bendecido ya
la Virgen de Los Milagros.
Días llegarán,
que el Puerto entero te pagará.
(Texto: Luis Galán).
Escribí este artículo para Diario de Cádiz en 1996.
SEÑORES Y CABALLERO.
Esta empresa -o grupo- con ser relevante, hace uso de una discrección exquisita en las acciones de mecenazgo que van más allá del objeto de la sociedad. Y es que, sin grandes aspavientos, con una nítida línea de actuación desde hace años, con constancia y tesón, llevan tiempo salvaguardando el patrimonio otrora familiar, hoy de diversas sociedades mercantiles eminentemente locales, que les ha tocado administrar, y que forman parte de la trama urbana y el paisaje de la Ciudad. Que forman parte de lo portuense.
Son una firma que, pasando por las crisis del vino que no acaban nunca, y las recesiones económicas, se va consolidando y expandiendo desde El Puerto de Santa María. Que pocas quedan de este tenor.
Nos referimos a la casa vinatera Caballero, y a las acciones de diversa índole que realizan sobre los bienes muebles de la misma. Un año sorprenden restaurando la casa de la plaza de la Iglesia, otro el edificio anejo -la bodega José de la Cuesta- hoy Lustau con su Puerto Fino, por aquello de las marcas. O con la restauración de la bodega del Castillo. O resanando, y levantando desde cero los accesos a sus bodegas en la Avda. de Fuentebravía, compartiendo con quienes pasean, los jardines, al igual que hiciera Terry con los picaderos de la calle de los Toneleros.
Tiene por contra, ser la única bodega que no enseña sus instalaciones vínico-sagradas, al curioso, turista o visitante de la ciudad. Claro, que el contrapunto lo pone cuando, sobradamente, muestra el castillo de San Marcos, propiedad de la firma, y enseña de la casa, amén de edificio emblema de El Puerto.
La colaboración que esta empresa presta a cuantos acontecimientos son de interés para la Ciudad, se pone de manifiesto cediendo las instalaciones del castillo, que fué fortaleza, mezquita, ayuntamiento, iglesia, colegio, vivienda, y escenario de novelas costumbristas.
La última iniciativa: el ciclo de música clásica, que en su sexta edición, ha traido a uno de los patios del castillo el buen hacer de instrumentistas y virtuosos que han recordado, sabiamente, al rey Alfonso X. Algo más de ocho siglos después, las Cantigas -que fueron creadas en este entorno y dedicadas a Santa María- han vuelto a recrearse de la mano de estos señores y Caballero.
JOSÉ MARÍA MORILLO.
El Puerto de Santa María, 2 de Septiembre de 1996. DIARIO DE CÁDIZ.