En Mayo de 1979 un grupo de amigos le dedicó un homenaje de respeto a Manolo Bejarano, publicando un librito, con prólogo de Alfredo Bootello Reyes, que ha llegado a nuestras manos, donde se recogía en la dedicatoria «A tí Manuel Bejarano Armario, nuestro gran amigo, que ha destacado, no solo en la Historia del Arte, sino en la historia de esta bella ciudad del Puerto de Santa María, con trazos indelebles».
Cuando la estación invernal está acabándose, nace en una calle portuense, la calle Zarza en el número 53, Manuel Bejarano Armario. Esto ocurría un 12 de marzo e 1920. Como niño de aquella época no estudia, no porque sea indolente, sino simplemente porque detesta los libros de texto. Su familia poco acomodada tampoco le permitía ese lujo.
En algunos colegios donde permaneció, por poco tiempo, “Casa Pinto”, “Doña Conchita Romero” y “Hospitalito”, ya trabajaba, realizaba infatigablemente una labor que absorbía todos sus sentidos, toda su inteligencia, y toda su alma. Este muchacho enjuto, pero fuerte y ancho de espaldas, cantaba, pintaba, toreaba, no con la torpeza y la inconsciencia que es propia de un muchacho de su edad, sino con la seriedad, el tesón y la pericia del que está llamado a ser un Gran Artista del lápiz o del pincel, del cante o del toreo. No hace garabatos como los niños de su edad, sino verdaderas obras de arte.
BOTONES EN EL RACING
A los diez años, es botones del Racing Club Portuense. Su equipo de su alma ¡Cuántos recuerdos! ¡Cuántas alegrías! Durante su permanencia, fueron nueve años, en sus horas libres se dedicaba a pintar, a cantar, a recitar, a torear. Acudía a los homenajes de los necesitados. Era conocido en su ciudad natal. (En la imagen de la izquierda, portda del libreto homenaje a Bejarano. Año 1979).
Llega la hora de incorporarse a los deberes militares. Málaga es su destino. El servicio Militar no le impide desarrollar sus facetas y en la primera oportunidad que se le presenta canta, pinta y torea en un festival dedicado al regimiento. Triunfa y el público le rinde homenaje. Manuel Bejarano Armario llora y puesto de rodillas besa la arena del coso malagueño. Era su primer gran triunfo en tierras lejanas.
…Y SEVILLA.
Cuando en 1940 se licencia, Sevilla es su meta. Ciudad de grandes artistas. Una noche del mes de mayo, un pintor portuense le invita a que asista a un homenaje que se da a una primera figura del Cante. Era en la Campana de Sevilla. Allí acudió nuestro artista acompañado del pintor. Se encuentra con grandes toreros, con empresarios, en resumidas cuentas, con la élite del Arte en aquella fecha. Manuel Bejarano solicita poder unirse al homenaje y la dirección le concede su participación. Su actuación es colosal. El homenajeado se fija en él y le dice:
«--Eres artista. Eres soberano artista, un hombre de alma superior y vida llena de interés. Sigan los jóvenes el ejemplo de su gran voluntad y de su actividad sin precedentes. Eres original, prodigiosamente original, desde que naciste hasta la fecha, la historia del Arte no registra un caso ni igual ni siquiera semejante». Así fue como recibió la alternativa. (En la imagen, autobús en el que Manolo viajaría a Sevilla).
Manuel Bejarano Armario es el creador, el artista por temperamento, el que hubiera creado el Arte de no existir ya cuando él naciera. Veinte años permaneció en Sevilla. Triunfo tras triunfos. Las Peñas Trianeras y Rocieras le rinden homenaje. Ha nacido un gran pintor, un gran torero de Salón, un formidable saetero, un incomparable cantaor. Ha nacido un artista…
Poniendo un par de banderillas. De la producción del año 1981. "Se difumina en un mundo alegre y sin complicaciones. Su pintura vuelve al tema taurino una y otra vez. En un mundo, el de los toros, que le atrae desde muy niño, su combinación de colores llama poderosamente la atención" Alfredo Bootello, del prólogo.
ALICAÍDO.
Año de 1960. Una enfermedad, no física sino moral, le impiden nuevos triunfos en tierras sevillanas. Regresa a su ciudad natal, a su Puerto de Santa María. Sucedía un 16 de julio, festividad de la Patrona del Mar. El Puerto estaba en fiesta. Los barcos engalanados. Nuestro artista alicaído cruza la ciudad, no quiere saber nada de fiesta, ni de Sevilla, ni de triunfos. Quiere descansar, reponerse de los disgustos y sinsabores recibidos.
ENCUENTRO CON DURÁN.
Pasan los días, las semanas, los meses. Estamos en el mes de septiembre, hace tres meses que está en su ciudad natal. Su salud es excelente. Está fuerte moralmente. Es una mañana del mes de septiembre, soleada y alegre. Manuel Bejarano acaba de salir de su casa y camina al azar, sin rumbo fijo, con intención solo de aprovechar el cálido y alegre sol de la mañana. De pronto un transeúnte llama su atención y le obliga a detenerse ¿Será posible? ¿Será Durán, un amigo de la infancia, u otro que sea el vivo retrato de él? No, no, es Durán, el mismo Durán. Y para acabar de cerciorarse, se va hacia él y le corta el paso.
La plaza del Castillo, en 1960, durante unas Fiestas de la Hispanidad.
«--¡Durán!». «--¡Bejarano!» En la mente de ambos se produce una nostálgica evocación. Esto ocurría en los alegres jardines de su Plaza del Castillo de San Marcos. Como siempre van hablando de Arte. «--Yo – dice Bejarano- lo que con más empeño he de procurar ha de ser conseguir el relieve». Andando, andando, habían llegado a la Rotonda de la Puntilla.
Varios años estuvieron Manuel Bejarano y su amigo coleccionando obras. Para despedirse Durán ante una obra pintada por el maestro, tiene estas frases de elogio: «--¡Oh! ¿Qué es esto que mis ojos ven y mi alma rechaza? Esas líneas, ese color, ese brío, ese armonioso conjunto. Por favor, Bejarano, dame la prueba de que no he enloquecido». «--Es arte», le responde Durán es hoy pintor consagrado. Reside en Madrid. Es otro artista. Con palabras entrecortadas Manuel Bejarano se acuerda de su fiel amigo. Fue para él su otro gran descubridor. Su compañía le hizo mucho bien.
'En el albero'. Obra correspondiente a finales de la década de los ochenta del siglo pasado. "Se le ha querido encasillar como pintor 'naif'. Disiento. Aunque su pintura no está exenta de infantilismo, si nos fijamos bien en su cromatismo y en su línea, se sale del mundo 'naif' para volverse a encontrar con él mismo". Del prólogo de Alfredo Bootello.
EL AMOR Y EL CASAMIENTO.
Durante los siguientes años, Manuel Bejarano se afianza dentro de ese difícil mundo del arte. Era su bahía gaditana testigo de sus quehaceres. Su alma desolada como un desierto nocturno, en que parece solo puede erguirse la voluntad rebelde a modo de pirámide agresiva, se oye, sin embargo, como el murmullo de una palmera la tierna voz del amor. Era su amor, si su amor, no lo podía abandonar… En vano había luchado contra esa pasión, que aún en él exigía el nombre de amor. Sí, ¡aquello era amor, tiernos sentimientos!, sí, nuestro artista se había enamorado. Pero un artista ha de saber también otras muchas cosas que le distinguían de un analfabeto. Y él las conocía y sus sentimientos se iban perfeccionando. El día 1 de enero de 1969 se casa. Tiene esposa, una esposa que le dedica toda su atención y que no hubiera podido ser superada en buenas cualidades por mujer alguna. Para nuestra artista es su reina, su gran compañera, su alegría, sus sufrimientos, es todo…
Una faena con el capote. 7 de mayo de 1979. "No se le entiende bien si no se le conoce bien, por encima de cualquier técnica, la pintura de Manolo Bejarano es, sin duda, la ilusión hecha arte". Del prólogo de Alfredo Bootello.
VUELTA A SEVILLA.
Y vuelve a Sevilla, ciudad de grandes recuerdos para nuestro artista. Y triunfa nuevamente. Sevilla se rinde ante el arte de Manuel Bejarano Armario, canta, pinta y torea de salón y sus incondicionales lo pasean a hombro, aquellos que años atrás habían sentido la marcha del siempre querido Bejarano.
MADRID Y DE GIRA POR ESPAÑA.
Por fin, Madrid. Sí, Manuel Bejarano Armario como otros grandes de su época quiere consagrarse en la capital y allí acude. Sus triunfos son apoteósicos. El Escorial, la Bilbaína, son testigos de sus actuaciones. Un diario madrileño días después de su brillante actuación en la Bilbaína, decía: «--En sus obras hay algo terriblemente que cautiva». Ocurría esto en el año 1976.
Después, actuaciones tras actuaciones. Málaga, Sevilla, nuevamente Madrid, Jerez de la Frontera, Grazalema, Bornos, Villamartín, Marbella, Campillo de Llerena, Cáceres, Sanlúcar de Barrameda, Rota, Chipiona, Trebujena, Arcos de la Frontera, Sanlúcar la Mayor, Coria del Río, Écija y Córdoba, fueron testigos de sus grandes Éxitos, sí, Éxitos con mayúscula, porque lo realizado por Manuel Bejarano Armario fue muy difícil de llegar a superar.
Exposición en la Casa de la Cultura en 1978.
PROFETA EN SU TIERRA.
Su ciudad natal lo reclama, y el día 14 de julio de 1977 actúa para los productores del Mar en la “Noche Marinera”. El triunfo es extraordinario. Nuevos contratos para otras actuaciones le sale. El aficionado al Arte está entregado.
En octubre de 1978, la Casa de la Cultura Portuense le abre sus puertas y Manuel Bejarano Armario expone 30 artísticos cuadros que son visitados por una masa de personas. La Cadena Ser a través de su programa en Radio Jerez, le dedica media hora y le entrevista; el Artista se emociona y llora de alegría. Y a través de la emisora manifiesta que su ilusión sería exponer en el Sanatorio de Santa Rosalía. Así se lo concedieron y en un detalle digno de hombre superior regala 30 cuadros al Sanatorio.
Cartel de la Exposición en la que se anuncia de la donación al Sanatorio jerezano de Santa Rosalía. El propio artista se encargaría de rectificarlo añadiendo que fueron 30 las obras donadas. Y recordando que Juan Luis de los Santos acuñó la frase que le adjudicaría: 'Soy pobre pero rico en arte'.
Año 1978. Nuevos triunfos en Jerez y El Puerto. La Feria de Primavera son sus metas. En Jerez de la Frontera actúa en la “Solera del Arte” y en El Puerto, en la Caseta de su Racing Club Portuense. Canta, pinta, torea de salón, recita, el éxito es majestuoso. Y por último, la actuación que ha llevado a cabo el día 30 de marzo de 1979, en la Peña “Buena Gente” de Jerez de la Frontera. Le concedieron Diploma de Honor por su actuación en el Concurso de Saetas.
Si hubiera que copiar aquí las alabanzas que la crítica ha hecho del gigante del arte, habría que quintuplicar lo dicho. Manuel Bejarano Armario ha estallado como una tempestad, es todo un Artista. (Texto: Boga. Año 1979).
(Los cuadros que aparecen en esta nótula pertenecen a una colección de 25 obras que fueron regalados hace 20 años por su autor a José María Morillo, quien consciente del valor del legado pictórico de Bejarano los custodia y admira como corrresponde y tiene intención de hacer una exposición retrospectiva con los mismos, en homenaje al pintor y vate porteño).