Mes: julio 2010
706. ESPERANZA LACARTA LAGUNAS. Una porteña de la Diáspora.
Soy Esperanza hija de Felipe Lacarta y Pilar Lagunas (qDtG). Soy la gemela de Carmencita ‘la coja’. como la llamaban los niños malajes, que siempre hay en todos sitios. Mis padres eran ‘los Maños’; vivíamos en la calle Santa María 1. Yo soy la hija pequeña junto a mi hermana gemela Mamen, y junto a mis hermanos Pili, Gonzalo --que en paz descanse--, Felipe, y Conchita, formábamos la familia Lacarta Laguna.
Me emociono de pensar en esos pocos años que pasé en el Puerto --entre 1954 y 1964--, pero que tengo grabados en mi memoria como si fuesen ayer y, aunque no tengo buena memoría para los nombres, si recuerdo mi niñez en La Placilla. Jugando todos los días, con mis amigas, Mª Jesús, Milagros, Paqui, Nati, con las que pasé parte de mi infancía, hasta que tuvimos que regresar a Zaragoza. Hasta allí llevó todos nuestros enseres Agustín Vela Mariscal. Esta familia para nosotros fue, pues eso: nuestra familia; nosotras pasábamos mucho tiempo en su casa jugando, muchos domingos cuando hacía malo jugabamos a la lotería, en aquella habitación que daba a la Placilla y se veía mi casa. (Esperanza y su hermana gemela Carmen, en el patio de su casa en la calle Santa María).
La señora Carmen nos daba la merienda y así muchas veces. Mi más entrañable recuerdo a los Vela Duran, pués eran una familía ejemplar. Carmen Durán era una mujer muy trabajadora; la recuerdo siempre trabajando, nunca paraba, era el pilar de la familia, la tienda siempre limpia para que cuando bajara su marido estuviera todo en su sitio, como a el le gustaba; cuidar de sus hijos, su casa en fin que la tengo en mi memoria y no la olvidaré nunca, pues nos quería mucho.
"En esta foto estoy con Mª Jesús Vela Duran, en la puerta de la pescadería que había debajo de mi casa".
Agustín Vela (nótula 326 en GdP) siempre tenía una fruta para darnos; me acuerdo de tantas cosas que no pararía de escribir, el carrillo de Severo, en el que me gustaba comprar altramuces y chuches; los padres de mis amigas, Fermin el carbonero y su mujer, mi amiga Milagritos y su pobre hermana que murió Pepi, por la que mi hermano Felipe estaba colaito, guapísima, y con la que mis hermanas se ponían por las noches junto a ella, a comer pipas y tiraban las cascaras a los chicos y se escondían para que no las vieran tiradas en el suelo, en el balcón que daba a la Placilla.
El padre de Esperanza, Felipe, con un amigo en una calle de El Puerto.
Esa Placilla, nótula 366 en GdP) en la que tan buenos momentos pasé y tan entrañables. Recuerdo el almacén de Los Pepes, la tienda que había debajo de mi casa, a donde mi madre me mandaba a comprar el aceite, con la botella, pues entonces no se podía, como ahora, comprarlo por litros. Mi padre de vez en cuando nos traía caña de azucar, que estába buenísima, y la cortábamos a trozos y la repartíamos con las amigas, la pelábamos y a tiras la chupabas, era más buena que el mejor caramelo, alli nos poníamos en La Placilla a comérnosla.
Las gemelas Esperanza y Carmen Lacarta Lagunas.
Tengo en mi memoria un recuerdo muy triste, aunque lo voy a escribir pues lo llevo en el corazón: recuerdo un accidente que pasó con un camión en la calle San Juan, (nótula 195 en GdP) que perdió los frenos, y fue atropellando a la gente que encontró en su camino; el día del funeral, recuerdo que a los niños nos metieron en el bar, y todo el mundo fue al funeral. Que estas letras sirvan como homenaje, a todas esas personas que fallecieron.
"En el Parque en esta foto estamos de bebes en brazos de mi madre y de nuestra madrina, me gustaría que la publicases ya que no recuerdo su nombre, se que era amiga de mi madre, haber si hay algun familiar suyo, que pueda aportarme algun dato sobre ella, o algun familiar suyo."
Recuerdo, también, los días que mi madre nos llevaba al Parque Calderón, donde montábamos, en las barquitas, en las Cunitas le decían, y nos compraba algún helado; la calle Larga, el Teatro Princiapl, el cine Colón, que tantos disgustos tuvo mi hermana Pili, pués se enamoró de un americano de la Base de Rota, y siempre llegaba tarde a casa, que luego resultó que él estaba casado, en fin tantos y tantos recuerdos…
Mi vecina Soledad con su hermana Milagritos inválida y a la que tenía siempre limpia y guapa, como los chorros de oro, la peinaba siempre con su caracolillo en el flequillo, que parecía una princesa; Soledad sacrificó su vida por su hermana, para cuidarla; me acuerdo que en la planta baja de la casa, creo que se montó una de las primeras emisoras de radio de El Puerto, que la llevaba Carmelo Ciria, un chico muy guapo, que le decía a mi madre, "--Pilar yo me casaré con su Esperancita". Y ponía la canción de Esperanza que no recuerdo el cantante; la ponía todos los días, era un chico mayor que yo, eso lo recuerdo con mucho cariño. (Foto de familia numerosa).
También vivía un chico llamado Antoñito que era disminuido psíquico, con el que jugábamos mucho. Agradezco que haya este foro para que la gente que nacimos allí podamos expresar nuestros recuerdos y pensamientos. Siento no poder dar más datos de aquellas historias que vivimos, pues me vine muy chica y mis padres no eran de allí. Así que solo dispongo de bonitos recuerdos.
Mi padre era ajustador montador de gruas, y estuvo de capataz montando, la Punta de San Felipe, con la empresa Oliden, con la moto iba y venía a Cádiz, por eso cuando lo destinaron fuera, mi padre el pobre iba y venía de Almazan (Soria) cada 15 días, en la moto, fuese invierno o verano, estuvimos así bastante tiempo, y al caer mis abuelos enfermos, ya decidieron venir a Zaragoza capital, el día 30 de octubre de 1964, que fué el mayor disgusto de mi vida, allí dejaba mi niñez, mis amigas que tanto quería, mi amiga Mª Jesús y yó solo hacíamos que llorar, porque nos queremos mucho, pués allí fuí muy feliz, ahora tambien lo soy gracias a Dios. (En la imagen, Felipe Lacarta, abajo a la izquierda de la grua).
705. JUSTINO CASTROVERDE. El primer artista fotógrafo.
A principios del siglo XX la fotografía comercial creció con rapidez y las mejoras del blanco y negro abrieron camino a todos aquellos que carecían del tiempo y la habilidad para los tan complicados procedimientos del siglo anterior. En 1907 se pusieron a disposición del público general los primeros materiales comerciales de película en color unas placas de cristal llamadas Autochromes Lumière en recuerdo a sus creadores, los franceses Auguste y Louis Lumière, siendo peculiar en esta época que las fotografías en color se tomaban con cámaras de tres exposiciones. (En la imagen de la izquierda, Justino Castsroverde, en 1920).
Desde sus comienzos, la fotografía era muy cuestionada. Se movía entre ser considerada obra de arte o simplemente un instrumento de ayuda para los artistas plásticos. Pero fue en el siglo XX cuando en España se agudiza la polémica y surgen fuertes tensiones. Los que defienden el arte fotográfico y los que destacan el carácter automático, mecánico e inmediato de la fotografía.
En la época de los retratos con negativos al colodión y copias a la albúmina de color marrón pardo, pegados sobre cartulinas, nace en nuestra ciudad, el 2 de febrero de 1876, Justino Castroverde García, hijo del abogado portuense José Castroverde Quirós. A decir del historiador Rafael Garófano Sánchez -que ha estudiado la vida de Castroverde-, las circunstancias familiares llevaron a Justino a la fotografía.
Fallecido su padre y pese a su vocación universitaria de farmacia, le llevaron a trabajar a Cádiz como aprendiz en el estudio fotográfico de José Reymundo "con el que estableció no sólo una relación laboral, sino una vinculación personal y afectiva, que perduró hasta el fallecimiento del maestro en 1950".
Reymundo, considerado uno de los mejores fotógrafos de la época, influyo decisivamente en la formación de su pupilo, sobre todo en un momento marcado por la revolución técnica de la fotografía instantánea, mediante las nuevas emulsiones de la firma Lumière en las placas de vidrio de los negativos. Tanto es así que la Revista Portuense en 1904, con motivo de una exposición en el Estanco de la calle Larga, define a Castroverde como "un artista laborioso, tan modesto como ilustrado, siendo ya un notable fotógrafo".
El profesor Garófano encuadra a Castroverde en la denominada corriente pictoralista de la fotografía, aquella de pretensiones artísticas que surge como reacción a la fotografía de aficionados, considerada vulgar, reivindicando los valores propios de aquella para la realización de obras de arte en plena igualdad con otras disciplinas artísticas como la pintura, la escultura o la arquitectura. Los fotógrafos del pictorialismo se definen como fotógrafos y artistas en la línea de las teorías del romanticismo propias del siglo XIX, destacando la sensibilidad e inspiración de los autores y otorgando un papel secundario a los conocimientos técnicos.
Los primeros pasos profesionales de Castroverde se encaminaron a los "trabajos a domicilio", haciéndole la competencia Antonio Gutiérrez que contaba con un prestigioso gabinete en la calle Larga, 54. En cuanto al dominio de las técnicas fotográficas es significativo el trabajo de ampliación que realizó Castroverde, del interior de la Iglesia Mayor Prioral, en unos momentos en los que la toma de interiores y las ampliaciones constituían todo un reto. También destacó por el empleo que hacía para las tomas del fogonazo de luz al magnesio, con el peligro que conllevaba.
En la Fotografía, Quico Pérez Sánchez y su amigo Justino Castroverde, tercero por la derecha, en una visita a las Cuevas Cantera de la Sierra de San Cristobal. (Foto: colección J.L.S.P.)
Cabe destacar entre las obras de este fotógrafo portuense, la irrepetible colección de las Cuevas de San Cristóbal, las tarjetas postales de rincones de nuestra ciudad o de retratos personales y su destacado papel como corresponsal gráfico en las prestigiosas publicaciones: ABC, Blanco y Negro, Mundo Gráfico y La Unión Ilustrada de Málaga o Sevilla.
Fotografió múltiples aspectos de la vida cotidiana portuense, estampas de pesca o de la vendimia, los toros, o acontecimientos religiosos y culturales, como manifestaciones de los usos y costumbres tradicionales de la ciudad que lo vio nacer.
'Puesta de Sol en el Castillo de la Pólvora'. Premiada en 1951
La guerra civil truncó sus expectativas, ya que la fotografía se sitúo entre los artículos de lujo, y pasó a ocupar un puesto de administrativo en las Bodegas de Osborne, relegando su pasión a un segundo plano, lo que no fue obstáculo para que obtuviese el premio del ayuntamiento de El Puerto por su trabajo 'Puesta de sol en el Castillo de la Pólvora', en el II Concurso Provincial de fotografía organizado en Cádiz en 1951.
Fallecido el 19 de diciembre de 1956, Justino Castroverde fue ante todo una persona de su tiempo, apasionada por rescatar y difundir todo un pasado que se estaba transformando y que desde su visión de la modernidad de un nuevo siglo, intentó explicar gracias al valor de las imágenes como testimonio social de la realidad. (Texto: Enrique Bartolomé).
ALGUNAS DE SUS OBRAS.
Un día en la caseta de playa. Sentadas de dcha. a izda.: Nela (abuela materna de Begoña Osborne, que es quien describe a los integrantes de la fotografía), Encarnacion, Lalo, Manolo, y detrás Emilia Tosar Garcia de Valdeavellano. Sentado con chaqueta blanca, desconocido. De pie de dcha. a izda.: dos empleadas, Luisa Fernanda Ruiz de Cortazar y Tosar, Adolfo Tosar Garcia de Valdeavellano, y Luis o Joaquín Osborne Tosar. La niña tampoco sabemos quien es.
Inauguración muelle de San Ignacio.
Feria de Ganado en el Palmar. 1945.
704. EN LA PLAYA HACE 50 AÑOS. Verano de 1960.
De izquierda a derecha, fila superior: Mery Nuchera, Celia Insúa, Lalo Muñoz, Ana María Insúa. Elisa Muñoz Manzanera. Fila inferior: José Luis, Aldo --italiano con familia en El Puerto--, José Luis Calle, periodista de ABC con casa, todavía, en El Puerto, Juanele y Jose Miguel Merchante. (Foto Aguilar. Colección: Celia Insúa Lavín).
Las fotografías --dos tiempos-- están tomadas durante el verano de 1960, en las rocas que estaban entre la Playa de La Puntilla y la denominada ‘torta’ que con marea alta casi cubría el agua. Los integrantes de las instantáneas formaban una pandilla, en la que faltan miembros del género masculino, pero chicas eran las cinco que aparecen en las imágenes. Las fotos están tomadas por un fotógrafo de Madrid, Aguilar, que venía todos los veranos a El Puerto y era fotógrafo ‘oficioso’ de estas reuniones, los Gutiérrez Colosía, los Muñoz Manzanera, y algunas familias mas. A riesgo de ser tildados como cronistas cardíacos del momento, podemos afirmar que, aunque no salió ninguna relación de pareja definitiva, en aquella época existía ‘una especie de conocimiento de quien gustaba a quien’.
703. A PROPOSITO DEL BAR «EL REFUGIO»
Un servidor de Vdes., ha recorrido ya, un largo camino en este vivir nuestro de cada día, casi siete décadas de deambular en esta querida ciudad en la que nací y en la que tengo tantos afectos.
Algunas veces me apetece pasearme por sus calles, me siento nostálgico recordando, como fue El Puerto en tiempos pasados y la melancolía me invade, no sé por que me ocurre esto, debe ser la luz, el azul del cielo o porque bajea el levante, o que se yo, bueno o tal vez que la juventud se me fue y casi no me di cuenta.
El otro día por ejemplo, agarré y cogí la calle Ganado, viniendo de Cielo y recordé que antes en la carnicería de Manolo Ortega, hubo una frutería, que en la taberna "Los Maeras Chico", tuve la oportunidad de conocer a Manolo del Pino "El Niño del Matadero", (a la izquierda de la imagen) me lo presentó mi padre, me gustaba salir con él; que en la Sastrería de Vera, hubo una tienda que se llamaba "Sempere, Mercería, Calzados", este inmueble igual que la Taberna "El Refugio", pertenecen a Muebles Palomino, y ahí me detuve en hacer la inspección de la calle y de forma consciente empecé a recordar lo que fue este establecimiento.
"El Refugio" era una taberna de solera, era un punto de encuentro, esta formada por una pieza casi cuadrada , con el mostrador al fondo, sobre la pared unos barriles con los vinos de la acreditada bodega de José Velarde Díaz-Munio, a la izquierda había una puerta que comunicaba con un salón en el que existía un billarín, este salón se comunicaba con un patio en el cual estaba el urinario, había una parra que daba una temperatura muy agradable en verano.
La taberna estaba dirigida por Rafael Gómez Cordero, Rafael era hijo del cabo de guardias de campo Ceferino Gómez, tristemente fallecido el el cortijo Pozolozano. Rafael tenía que yo sepa tres hermanos más Ceferino (padre del que fue alcalde de El Puerto Rafael Gómez Ojeda, a la izquierda de la imagen) víctima de la guerra incivil, no entiendo, como un hombre tiene que matar a otros hombre, cuando el hombre se muere sólo sin necesidad que nadie le mate; Pepe capataz de la bodega de Velarde y Luis que no conocía, conozco a su viuda Luisita Morales Augusto, mujer con un humor y una vitalidad envidiable.
Como les decía más arriba, me gustaba estar con mi padre, e iba a buscarle al Refugio a echar el cigarro con él, siempre me gustó estar con personas mayores que yo. Los parroquianos eran lo más variopinto que Vdes. se pueden imaginar:
Luis Ballesteros Hidalgo, íntimo amigo de mi padre, agente Judicial del Juzgado de 1ª Instancia e Instrucción, socio del Real Madrid, se carteaba con Don Santiago Benabeu, gran aficionado a las óperas de Pucinim, Rosini y Verdi. Antonio Carmona, oficial del Juzgado Municipal. José Gómez de Requena, propietario de varias panaderías. Me contaba mi padre, que este señor cuando tenía que limpiar los hornos de leña por dentro, esperaba unos días que se enfriaran algo y después se forraba el cuerpo con sacos de arpillera vacíos y se metía dentro del horno a limpiarlos, ¡que valor! José Gómez Cordero, capataz de bodegas Velarde. Cecilio González, casado con Dª Pura la matrona. El maestro Suano, relojero empleado de Relojería Díaz, persona seria y formal, educado que cuando se encontraba a gusto, le daba por cantar por malagueñas y recitar a Don Ramón de Campoamor. Suano casi siempre iba acompañado de su hijo, relojero también. La familia Loliti, grandes aficionados al flamenco con su padre al frente. Los hermanos Flor Pedregal, empleados de Telefónica. Bancalero, empleado de Renfe
El billarín que como les dije anteriormente, estaba en el salón, era una de las mesas más difíciles de jugar, por lo estrecha que era; pero bueno cuanto más cargado de vino estuviera el personal, mejor se jugaba. (A la izquierda de la imagen, contador de billar).
Las tabernas en aquellos tiempos eran sitios para encontrar a alguien, si Vd. necesitaba un cerrajero, cristalero, fontanero, albañil, relojero, una información de la Renfe, de Telefónica, o vaya Vd. a saber, en estos establecimientos se podía informar; y sabe Vd. por que, porque se practicaba las relaciones humanas pero viéndose , no a través del móvil o internert.
Pero bueno, todo cambia, y creo que al final para bien, ningún tiempo pasado fue mejor; no puedo evitar y recordar con agrado los momentos felices de mi juventud. (Texto: Francisco Bollullo Estepa).
702. EDUARDO JAVIER RÍOS REYES. Instantáneas a vista de pájaro
Eduardo Javier Ríos Reyes es un portuense nacido en San Pedro de Alcántara (Málaga) en marzo de 1976. Fotógrafo profesional con más de 10 años de experiencia en el sector y experto en fotografía digital de alta calidad, es Director Gerente de Foto Planet, especializado en fotografías aéreas tomadas por un zeppelin, hinchables publicitarios de helio y fotografía digital de alta calidad, entre otros tratamientos de la imagen. Casado, está en posesión del título de Ingeniero Técnico en Explotaciones Forestales, expedido por la Universidad de Huelva. Tiene su oficina en el Centro de Lanzamiento Económico situado en el Polígono Industrial Las Salinas.
«Compartiendo espacio con las nubes, el zepelín de Javier Ríos se desplaza mientras, 300 metros más abajo, el emprendedor afincado en El Puerto dirige el aparato a través de un mando, visualizando en una pantalla la imagen que toma y haciéndolo moverse hasta encontrar el ángulo deseado para captar la instantánea.
Instituciones ávidas de promocionar la belleza de su territorio, hoteles que enseñan en folletos publicitarios sus campos de golf a vista de pájaro como reclamo turístico, y sobre todo, constructoras que necesitan tener constancia gráfica de la evolución de sus obras, son los principales clientes de Fotoplanet.
El proyecto, que tiene su sede en el Polígono Las Salinas y expone alguno de sus trabajos en su web, www.fotoplanet.es, dio sus primeros pasos hace año y medio, cuando el fotógrafo Javier Ríos, antaño profesional de la prensa gráfica, pasó de los temas de actualidad municipal a la fotografía aérea, un área en el que su empresa es única en la provincia. Y está ilusionado.
Hace un año, en julio pasado, Fotoplanet obtuvo el tercer premio de la categoría 'Iniciativas Empresariales' entregados por Forja XXI, y prepara un salto de calidad con la expansión de su área de actuación al norte de Marruecos, donde Ríos ha mantenido reuniones con autoridades alauitas para obtener así los permisos correspondientes. Un periplo en el que ha sido apoyado por el centro de empresas RETSE, que fomenta intercambios empresariales entre Andalucía y el norte de Marruecos, zona donde el auge de la construcción puede constituir un mercado potencial para Fotoplanet tras el ocaso del ladrillo español.
Por el momento, la mayor parte de su clientela son empresas de Andalucía occidental, si bien proporciona cobertura nacional gracias a la red Anefad, una entidad formada por 20 profesionales de la fotografía aérea que en caso de recibir demandas de clientes de provincias lejanas los comparten a cambio de una comisión.
Junto a la expansión, la innovación. Javier Ríos se ha unido a un socio financiero y a la empresa portuense de robótica, Techrobin, para desarrollar un pequeño helicóptero de cuatro hélices que vendría a sustituir al globo actual y que además planean comercializar, un dispositivo único en España que ya se utiliza en Alemania y Suiza y que puede ser una realidad de aquí a un año. Además de mejorar la estabilidad respecto al zepelín, esta nueva tecnología supondrá un menor coste económico al evitarse el gasto que suponen las botellas de helio. "También serviría para temas forestales o incendios. Incluso mediante GPS el helicóptero podría volar en las coordenadas marcadas y hacer fotos cada cierto tiempo", comenta Ríos.
El zepelín no puede volar frente a una meteorología adversa ni tampoco si el viento supera los 20 kilómetros hora, un handicap que hace que el verano sea el periodo más fructífero para una empresa en crecimiento que tiene en el espíritu emprendedor de su responsable su mejor aval. "Hace falta gente con ideas, que se les ayude y promueva, las administraciones deben hacer algo más".» (Texto: Álvaro Sánchez).
UN TRIPULANTE DE ZEPPELIN, EN EL PUERTO.
Tomás Martín-Barbadillo, Paúl, Fernández-Herrera-Dávila y Arozarena, Vizconde de Casa González (Sevilla 1897-1983), (Nótula 490 en GdP), fue un asiduo visitante y veraneante en El Puerto. Paraba en casa de Margara Almansa, en la calle Larga. Aviador deportivo, fundador del Aeroclub de Sevilla, tripulador del Zeppelín… Cámara de cine aficionado, rodó, desde el Zeppelín, el año 29, una película sobre Andalucía a vista de pájaro que, sus herederos han entregado, en comodato, a la Filmoteca de Andalucía, como una reliquia.
INSTANTÁNEAS DE JAVIER RÍOS Y EL PUERTO.
701. NIÑOS EN LA CASA PALACIO – CASA DE VECINOS, DE ROQUE AGUADO.
En el año 1959 fue tomada esta instantánea, de niños que vivían en el que fue Casa de Cargador a Indias, luego reconvertida en casa de vecinos, y alrededores. Todavía lucía el barandal de madera, hoy desaparecido. Escalón inferior, de izquierda a derecha, Manolo Soriano, Pepín Soriano, José Antonio Fernández Galloso, conocido como 'el Pollo', su hermana Mari Carmen conocida como Uchi,, Eva Soriano, desconocido, Maribel Soriano Gómez, Carmelo Soriano, José Luis Soriano y desconocido. Escalón de en medio, de derecha a izquierda: Perfecta (nótula 078 en GdP), Loli Soriano Gómez y Rafael Soriano. El resto, desconocidos. Animamos a los lectores a identificar al resto de los integrantes en la fotografía. En esta casa vivió el jugador del Racing, Manuel Soriano, (nótula 575 en GdP).
PALACIO DE ROQUE AGUADO.
La conocida popularmente como Casa de Roque Aguado se inscribe dentro del modelo de casas-palacio de El Puerto de Santa María. Su presencia contribuye a delimitar uno de los laterales de la Plaza del Polvorista, ordenando junto a la de Juan de Vizarrón todo el frente sureste de la citada plaza. Esta casa debió construirse sobre una ya existente por cuanto en la documentación gráfica datada en el primer tercio del siglo XVIII, ya aparece este frente de la plaza cerrado, si bien aún no figura la calle Aguado formada probablemente a raíz de la edificación del inmueble.
En 1784 D. Gaspar Aguado presenta un memorial al Municipio, solicitando construir un muelle a espaldas de “sus casas”, Plaza del Polvorista”. Del mismo modo, dos años más tarde, 1786, en la visita de inspección del Maestro Mayor de Albañilería Bartolomé de Ojea Matamoros para la concesión de licencia y acordelado del terreno para la elevación del muelle se cita esta casa como “Casas principales que esta fabricando D. Gaspar Aguado”.
El modelo de casa diseñado presenta la disposición propia de las casas palacio de la burguesía comercial: tres plantas organizadas en torno a un patio. No obstante, es la propia disposición del patio la que muestra una cierta alternativa. Muy sobrio, asentado sobre pilares, en vez de columnas, parece estar concebido como antesala de la casa. La fachada de tres cuerpos, separada por cornisas y rematada por antepecho con remates piramidales, queda articulada por el eje formado por el vano de entrada, adintelado, en cuya clave figura el escudo de Gaspar Aguado, y el balcón que existe sobre él, que probablemente también tuviera algún tipo de decoración. La fachada es de extrema sobriedad, únicamente rota por las barrocas molduras mixtilíneas que enmarcan los balcones de la planta principal.
En esta imagen se puede observar el escudo sobre el dintel de la puerta de abajo. En la inferior ha desaparecido.
REHABILITACIÓN.
La Junta de Gobierno Local celebrada el 10 de enero de 2008 acordó conceder licencia urbanística ‘de eficacia diferida’, a un proyecto de rehabilitación del inmueble, situado en la Plaza del Polvorista, 11, a la empresa inmobiliaria promotora, propietaria de toda la manzana exenta de Roque Aguado, (formada por las calles Cadenas, Polvorista, Aguado y Avenida de la Bajamar). El proyecto contemplaba la construcción de hasta 14 viviendas, así como locales comerciales. En la actualidad viven seis familias en el edificio -personas mayores--, algunos de los cuales nacieron en la Casa Palacio, fue también la casa de Perico el de la Carlota (Nótula 265 en GdP).
El Café Bar Playa El Rempujo ejerce su actividad en la planta baja. El edificio está catalogado con el máximo nivel de protección en el PGOU, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) en 2006. Otras casas del entorno, en los años setenta y a principios del nuevo siglo, no tuvieron tanta suerte y cayeron por la piqueta, la incultura y la incuria tan portuense. La crisis económica ha enlentecido la marcha del proyecto.
700. ISABEL REAL SÁNCHEZ. De La Draga a La Herrería, pasando por La Herradura
En sus comienzos, en 1971 la cocina del Bar ‘La Herrería’ --conocido también como ‘La Draga’.. estaba regentada por Isabel Sánchez Vázquez, cocinera durante muchos años en el internado del Instituto Laboral, (nótula 056 en GdP), hoy Santo Domingo.
A su jubilación pasó a manos de su yerno, Francisco Gómez Mateos, auxiliado por su mujer, Isabel Real Sánchez y la hermana de ésta, Francisca, hermana de Pepe ‘el de la Draga’. Al fallecer Francisco, el establecimiento pasa a ser regentado --no solo la cocina-- directamente por su viuda, Isabel Real, quien continúa gestionándolo en la actualidad. (A la izquierda, el desaparecido Francisco Gómez Mateos).
Pero remontémonos cuarenta años atrás. Al principio de la década de los sesenta del siglo pasado, José García Girón --Pepe, ‘el de la Draga’-- trabajaba para José Luis González Obregón, antiguo capataz de las bodegas Jiménez Varela y entonces con firma vinatera propia, que además poseía varios establecimientos de hostelería, en la calle Ganado (Bar La X), en la Plaza de Bizcocheros (Bar ‘La Draga’) y en la Plaza de la Herrería, entre otros, donde hoy está situado el edificio principal de Romerijo, dando a las calles Jesús de los Milagros y a la propia plaza; aquella tasca se llamaba también como la de Bizcocheros, Bar ‘La Draga’.
El desaparecido edificio donde hoy se encuentra Romerijo, y donde en las dos puertas de la derecha se encontraba el antiguo Bar 'La Draga'. Enfrente, cruzando la calle Jesús de los Milagros, el actual Bar 'La Herrería, 'El Antiguo Dragón'.
Se llamó el local así en 1929, por los dragados del río Guadalete; a finales de los años treinta y comienzo de los cuarenta perteneció a los hermanos José María y Manuel Riqué Mora. Con anterioridad, en el entorno de las guerras con Filipinas y Cuba (nótula num. 696 en GdP), en 1896, era un bodegón perteneciente a José García Loy. Hoy la marca de vino fino que embotella Bodegas Obregón llevan ese mismo nombre: Fino ‘La Draga’.
Pepe García Girón, Pepe 'el de la Draga'.
Durante varias décadas Pepe ‘el de la Draga’ fue testigo en primera fila, junto a Paco Rodríguez ‘Ceballos’ (nótula 498 en GdP) y Manolo ‘el de el Betis’ (nótula 425 en GdP), del trasiego de trabajadores en la Ribera, punto de encuentro de jornaleros y del pueblo llano, junto a la zona de la Estación y el Muelle del Vapor, antes de ser tomado por el fenómeno de masas del turismo del que, mayoritariamente, vive la población en la actualidad. La Draga cerraría sus puertas a finales de la década de 1960.
El Bar La Herrería, en una imagen actual, donde es frecuente ver desayunando a trabajadores del entorno de toda clase y condición.
Joaquín Muñoz-Seca Manzanerea y el desaparecido Paco del Castillo Tellería, clientes del Bar.
Tras el cierre de ‘La Draga’, Pepe inaugurará, donde en la actualidad se encuentra el Bar la Herrería en la plaza del mismo nombre (nótula 543 en GdP) el Bar ‘La Herradura’, en los prolegómenos de la transición española, allá por 1971. Como afirma Enrique Pérez Fernández: «Treinta años atrás, al principio de la década de los cuarenta del siglo pasado ya estaba en dicho espacio un almacén o tienda de ultramarinos propiedad de los hermanos José y Serafín Vieytes junto el bar ‘El Antiguo Dragón’, propiedad de José López Herrera.
Con anterioridad en 1779, en la plaza existían dos tiendas de montañeses, propias de Francisco Ruiz de Oreña y Juan de la Torre, y en 1804, dos tabernas --acaso en los mismos locales-- de Pedro Gómez Quijano, en donde también se freía pescado».
Durante mas de 20 años Pepe será la locomotora de ‘La Herradura’, por lo que al estar al frente del negocio, éste recibiría el nombre del antiguo donde prestó sus servicios: ‘La Draga’. En la década de los ochenta del siglo pasado ‘La Herradura experimenta una profunda remodelación, fruto de la madurez empresarial de su propietario y de la buena marcha del negocio al albur del boom turístico local, consolidando ya su nuevo nombre como Bar ‘La Herrería’, aunque los porteños, mayoritariamente le sigan llamando ‘La Draga’.
En la actualidad dicho establecimiento, al que es asidua en sus estancias en El Puerto la eurovisiva Merche Macaria (nótula 047 en GdP), está registrado también como ‘La Draga’, como homenaje al que fuera el abanderado con sus vinos de este establecimiento: José Luis González Obregón (nótula 060 en GdP). (En la imagen de la izquierda, Francisco Gómez Real, hijo de Isabel Real, encargado del establecimiento).
LA COCINA DE LA DRAGA.
Buena materia prima y cocina casera son claramente el éxito de este establecimiento. En sus comienzos la capacidad de ‘La Herrería’ era bastante reducida y conforme ha ido experimentado mejoras y reformas, ésta ha ido aumentado, sin menoscabo de su idea fundacional: calidad y comer como en casa.
Y como comer fuera de casa no siempre es una elección sino una obligación y a veces un engorro, en La Herrería decidieron crear el ‘Plato Casero del Día’, donde conjugan la frescura de la cocina de mercado: rape al pan frito, cazón en amarillo, pescado a la roteña, calamares rellenos, chícharos con alcauciles (guisantes con alcachofas para el que sea de fuera…), con la madurez de la cocina tradicional: garbanzos con acelgas, berza, menudo (callos con garbanzos, para el foráneo), lentejas, habichuelas (judías blancas o fabes, según la procedencia del comensal),…
EL EQUIPO DE FÚTBO SALA.
El equipo de la Herrería F.S. es una selección nacida entre desayunos. Un grupo humano formado por estudiantes universitarios que aliviaban sus mañanas de estudio entre desayunos y tertulias futbolísticas. Universitarios que quisieron llevar el nombre de este antiguo establecimiento ubicado en el corazón de la Ribera portuense a lo mas alto del fútbol sala local. Se han convertido en un equipo querido por la afición local en la pista municipal de ‘La Palma’, donde habitualmente juegan sus encuentros
699. EL YIYI. La indigencia en el siglo XXI.
El 22 de febrero de 2009 aparecía el cadáver de un hombre de 48 años de edad, nacido en El Puerto, y que respondía a las iniciales de G.G.C. Al parecer llevaba tiempo enfermo, viviendo en la indigencia y el abandono, y acostumbraba a pedir limosna en la puerta de la cercana iglesia del Espíritu Santo.
«No hacía ni un mes que paseaba por el Parque Calderón, cuando observé, que la caseta dedicada a albergar el mecanismo eléctrico que accionaba, la tan pretenciosa como efímera vida del chorro de agua sobre el Rio Guadalete, daba señales de estar habitada, a pesar de su escaso metro y medio cuadrado.
Saqué mi móvil, e improvisé una fotografía, que al descargarla en el ordenador y verla con detalle, sentí el impulso de plasmar en un soneto, la escasa poesía que podía generar tan sórdida estampa. No conocía al morador de la caseta, pero lo idealicé convirtiéndolo en eremita y capitán de barco anclado al rio.
Que falaz y triste metáfora, que me devuelve la realidad al leer en la prensa, cómo los empleados del Ayuntamiento, han procedido a demoler la caseta donde llevaba muerto tres dias el “Yiyi” , como así se le conocía.
Operarios municipales, limpiando la zona tras la demolición de la 'vivienda' del Yiyi.
Tuvo su dia de gloria, al ser noticia morbosa como portada Diario de Cádiz, “llevaba tres dias muerto” pero no era feliz, como yo lo idealizaba, vivía gracias a la escasa caridad que le proporcionaba su pordioseo y feneció de frío, abandono y soledad. Nadie lo echó de menos.
Sabía que un día lo expropiarían, por la remodelación de la ribera del rio, pero no dio la opción y decidió dejarnos.
No se si alguien lo recordará, yo si prometo que su recuerdo me vendrá a la memoria, por lo menos cada vez que pase por el Parque Calderón. Descansa en paz, Yiyi» (Texto: Alberto Boutellier Caparrós).
698. PARTIDO DE FOOT BALL EN EL PENAL. 1961
Foto tomada en uno de los patios del antiguo Penal del Puerto con motivo de un partido de fútbol que jugaron la familia Benjumeda contra los penados el 7 de enero de 1961. Ganaron los primeros por 6 a 4. Los que están de pie son reclusos, excepto el del centro que es un funcionario de prisiones y el segundo por la derecha es Victoriano Gil Jiménez, que jugó de portero con los Benjumeda.
Agachados y de izquierda a derecha: Álvaro Osborne Tosar, José Benjumeda Osborne, Javier Benjumeda Abreu, Ignacio Benjumeda Osborne, Luis Osborne Tosar, Fernando Benjumeda Abreu, Gonzalo Benjumeda Osborne, Juan Carlos Benjumeda Abreu y Hermenegildo Hernández. (Foto: Rafa. Colección VGL).
697. LOS REPATRIADOS DE EL PUERTO, DESDE CUBA Y FILIPINAS: 1898. CREACIÓN DE LA CRUZ ROJA LOCAL. (y II)
Soldados españoles en Cuba, antes de una batalla.
Soldados españoles en Cuba, prisioneros de las tropas norteamericanas.
Aunque en octubre de 1897 llegaron los primeros repatriados enfermos de Cuba, no sería hasta después de finalizada la guerra cuando desembarcó un nutrido grupo de excombatientes heridos y enfermos para los que se habilitaron diferentes puntos de atención sanitaria, una especie de prolongación de los hospitales de campaña en diversas provincias costeras, entre ellas Cádiz. El Puerto sería uno de los lugares elegidos para dicha instalación, nombrándose una comisión que debía estudiar y proponer el lugar adecuado.
El doctor Medinilla propuso la plaza de toros, por su ventilación y aislamiento de la población. Después se pensó en el edificio de Santo Domingo que había quedado vacío al trasladarse el ayuntamiento a la nueva sede en la actual plaza de Isaac Peral. También se barajó la posibilidad de instalarlos en las antiguas dependencias del colegio de la Aurora, en calle San Sebastián pero la rehabilitación resultaba excesivamente costosa. Finalmente, mediado octubre de 1898, se decidió fuera el recinto anexo a la penitenciaría de La Victoria, lugar cercano a la estación de ferrocarril y lo suficientemente alejado del casco urbano el sitio donde atender a los repatriados enfermos y el recinto donde debían pasar la cuarentena aquellos soldados sospechosos de estar incubando la enfermedad. (En la imagen, una ambulancia antigua, en un carro cubierto, tirado por un semoviente).
La estación de ferrocarril de El Puerto, en 1853.
Anuncio de trayectos de trenes, entre Cádiz, El Puerto, Sevilla, Madrid y otros, en 1898.
Los portuenses que se acercaron a los andenes de la estación a recibir a sus familiares y amigos y aquellos otros que lo hicieron en solidaridad con los excombatientes o por simple curiosidad, presenciaron un espectáculo que algunos han calificado de dantesco: jóvenes soldados tambaleándose de debilidad, escuálidos y demacrados; otros, llenos de vendajes sucios y deshilachados; algunos con miembros amputados de urgencia en el viaje de retorno y otros, agonizantes, trasladados en angarillas. Era invierno y la lluvia que en ocasiones complementaba la escena, añadía si cabe, tintes más sombríos a la dramática escena. Y toda la ciudad quedó impresionada:
Poema realizado por Muñoz Seca en su etapa juvenil, estudiante de Filosofía y Letras en Sevilla, publicado en la Revista Portuense en la que colaboraba.
“… llega el día en que los hechos, con su angustiosa y aterradora realidad, aparecen a la vista de los portuenses, y entonces, como si los impulsara mágica influencia, todos abren sus ojos para humedecerlos con el llanto, todos abren sus labios para lanzar frases compasivas. Todos, en fin, abren sus cajas para prestar su material auxilio. Y, en un momento, crece y se desarrolla la venerada Cruz Roja que tiende sus brazos sobre los que sufren en el lecho del dolor y padecen sed y desnudez y hambre, y no tienen padres que los lleven sobre sus hombros, ni madres que les besen las frentes calenturientas.”
Así se expresaba “Justo” en la Revista Portuense. Y cita, dándola como existente, a la que, posteriormente, sería la Asamblea Local de Cruz Roja. En esas fechas ostentaba su presidencia el médico don Adolfo Barra y la componían, entre otros, sus colegas Rafael Rioja y Plácido Navas, el farmacéutico Agapito Ruiz y otros portuenses tan significados como los hermanos Ramón y José Arvilla, Ramón Ameneiro Barba, José Martínez Colom, Francisco Lucuix y Luís Pérez Gutiérrez. (A la izquierda, anverso y reverso de la Medalla otorgada a la Cruz Roja Española, por las Campañas de Repatriación de 1895-1899)
La Cruz Roja canalizó la generosa ayuda que nuestros paisanos aportaron con ese expreso fin, algunos de forma anónima y otros con donativos en especie: tabaco, vinos, ropas. Pagaron los féretros de los muertos, los viajes de los vivos, les dotaron de mudas nuevas, gestionaron sus papeles, les agasajaron con vino y tabaco y, lo que es mas importante, les hicieron compañía, visitándolos y proporcionándoles el calor humano del que tan necesitado estaban, escuchando sus cuitas y penalidades. (Texto: Antonio Gutiérrez. A.C. PUERTOGUÍA).
Dado que el archivo de la Cruz Roja Local es prácticamente inexistente por un periodo que abarca entre que fuera desmilitarizada, --hará aproximadamente 25 años-- y su fundación, invitamos a los lectores de Gente de El Puerto que tengan algún tipo de documento, fotografía, recorte de prensa, insignias, recuerdos, bonos, etc… nos lo hagan llegar (original o copia) para la creación de un fondo documental de dicha institución benéfica, que será entregado a la misma para su catalogación y archivo. La Cruz Roja cuenta en El Puerto con más de 100 años de existencia.
696. LOS REPATRIADOS DE EL PUERTO, DESDE CUBA Y FILIPINAS: 1898. CREACIÓN DE LA CRUZ ROJA LOCAL. (I)
La ilustración muestra a cinco soldados comiendo en el campamento del ejercito español destacado en la otrora colonia española durante la guerra que se desarrolló en 1898 en la que se produjo una gran derrota para nuestro país. El que se conoce como el “Desastre de Cuba”. En la imagen se observa a los cinco individuos en posición relajada pero con una seriedad facial motivo del momento de tensión en el que están inmersos. Los combatientes, en pleno descanso se dedican a comer y a relajarse para un posterior encuentro bélico. Nótese la botella de vino en el cesped, y el loro en el hombro del soldado de la derecha.
Muchos de los españoles que nacieron en el último tercio del siglo XIX conocieron y padecieron las miserias y secuelas de la guerra, obligados, a su pesar, por la prestación del servicio militar que debían realizar a la monarquía. El escenario, en esta ocasión, estaba en ultramar: Cuba, Puerto Rico y Filipinas, últimos bastiones del extenso imperio colonial español de siglos atrás. El contingente del ejército, nutrido cada año por los mozos de reemplazo, crecía y crecía a medida que el conflicto, al que algunos historiadores le dan el calificativo de guerra civil, se enconaba. Un año antes del desastre naval con el que se pondría punto final a la contienda, a la que se había sumado los EE.UU., el cupo de las diez zonas en que estaba dividida Andalucía (las 8 capitales de provincia actuales, más Ronda y Osuna) ascendía a 23.742 mozos. (En la imagen sorteo de mozos, en 1895).
En nuestra provincia de Cádiz, los reclutados sumaban 2.585 hombres. Solamente estaba previsto incorporar a 1.626 de ellos, y de estos, irán destinados a Cuba 560, 203 a Filipinas, 50 a Puerto Rico y el resto a distintos puntos de la península. Se libraron, pues, casi mil mozos por exceso de cupo. El famoso sorteo determinaba el destino, en el más amplio sentido de la palabra, de cada uno de ellos. Después, a los que la suerte no les acompañó ni sus parientes pudieron redimirlo pagando la cuota establecida al efecto, serian despedidos en los andenes de las estaciones y en los muelles de los puertos de embarques con vítores de zarzuela. Otra cosa bien distinta serán las penurias y sufrimientos que padecerán en sus propias carnes aquellos que, forzados a servir, lo hicieron en las colonias de ultramar. (En la imagen de la izquierda, dos soldados con el traje de ralladillo, con los fusiles cercanos).
Su mayor enemigo no fueron los mambises cubanos o los tagalos filipinos, sino las enfermedades tropicales, propias de aquellas latitudes. Especialmente la fiebre amarilla, también conocida como “Vómito negro”. Los datos estadísticos son escalofriantes.
Contingente de tropas españolas en Matanzas (Cuba).
En los últimos años de la guerra, cuando el contingente militar alcanzó su máxima cota causaban baja o morían, diariamente, de 70 a 100 compatriotas. Y, aquellos que contrajeron la enfermedad y lograron evitar un fin tan trágico, vivieron mermados físicamente, manteniendo sus secuelas de por vida.
Quiero finalizar esta primera parte con algo positivo. El listado que he podido recomponer de los repatriados de El Puerto, aquellos que se libraron de caer prisioneros y de la muerte. Los más fuertes y afortunados. Eran anónimos y están olvidados.
Posado fotográfico ante un teloncillo de soldados profesionales del ejército español en Cuba.
Con la difusión de su identidad pretendemos estimular su recuerdo y, si algún descendiente (nietos, bisnietos…) puede aportar fotografías, datos personales o cualquier otra referencia, serán recepcionados y agradecidos, y si no es así, al menos que sientan el orgullo de tener tan digno ascendiente. (Texto: Antonio Gutiérrez. A.C. PUERTOGUÍA).
Mañana: Creación de la Cruz Roja en El Puerto.