Fernando Biensoba Otero nació en Jerez en noviembre de 1931, el día 5, viviendo la infancia en su ciudad natal donde inició los estudios primarios en el colegio La Salle para trasladarse, posteriormente, con sus progenitores a Sanlúcar de Barrameda.
Durante su estancia en Sanlúcar tuvo que atender a diferentes oficios debido a la diversidad de negocios familiares, lo que quizás le convirtió en un hombre polivalente y multifacético, ya que su padre, Santiago Biensoba Pacheco, disponía de empresa de autobuses urbanos, un hostal: 'El Dolar', así como diferentes fincas, tanto rústicas como urbanas por lo que, Fernando, en unión de sus hermanos y apoyándo a su padre, trabajaban en los negocios familiares curtiéndose en diferentes quehaceres, como ya se ha dicho.
Con 17 años y dada su ansia de independencia económica, se trasladó nuestra Ciudad viviendo, primero en Santo Domingo en la casa de su tía abuela. Allí conocería a la que sería su esposa, Luisa Collantes López, con la que tendría cuatro hijos.
Los padres de Fernando, Santiago Biensoba Pacheco
Luego regresaría a Sanlúcar donde viviría por un año, realizando a continuación el servicio militar en la Unidad de Carros de combate de Tetuán, en el entonces Marruecos español, durante un periodo de 18 meses. Una vez casado, de vuelta a El Puerto, se instalarían en una vivienda en la calle Gatona, donde engendrarían a su primer hijo llamado Santiago, al que seguirían Silvia y Fernando.
CONSTRUCCIÓN, JOYAS, GRUISTA.
Fernando comenzaría su vida en el mundo laboral en El Puerto trabajando como albañil en diferentes empresas, alternando como vendedor de joyas, para posteriormente iniciar labores de gruista en la construcción de la Base Naval de Rota. Como ven, todo muy variado. La década de los sesenta del siglo pasado sería decisiva para su despegue económico: en El Puerto partió de cero, sin prácticamente recursos económicos.
Fernando Biensoba y su mujer, Luisa Collantes, en una fotografía de los primeros años de casados.
Durante su periodo laboral en la Base Naval de Rota adquiere la vivienda de la calle La Palma esquina con Pagador en la que residió toda su vida y en la que nacería su cuarto hijo, en 1968, llamado Álvaro. Esta vivienda la adquiere casualmente. Se dirigía con casi cien mil pesetas de las de antes, a comprar un piso en la Barriada de Los Milagros y casualmente se encontró con el propietario de la casa de la calle La Palma, quien se la ofreció por sesenta mil pesetas, quedándose con ella para, posteriormente, proceder a su total restauración, realizada por él mismo.
Su hijo Álvaro, en el barco del Práctico en la década de los ochenta del siglo pasado.
AYUDANTE DEL PRÁCTICO DEL PUERTO.
Entre largas obras en su casa, su trabajo como gruista y la realización esporádica de diversos tareas menores de todo tipo a terceros, llegó su definitivo trabajo, por el que era más conocido, con el Práctico del Puerto, de los muelles de nuestra Ciudad, José Cardona. El ‘Práctico’ según la Real Academia de la Lengua, es el Técnico que, por el conocimiento del lugar en que navega, dirige el rumbo de las embarcaciones en la costa o en un puerto’. Aquel oficio le dio la estabilidad económica y laboral que necesitaba, un trabajo que no requería su presencia permanente en el muelle, como motorista naval y amarrador, pues solo tenía que acudir al puerto cuando el práctico le requiría sus servicios para el auxilio en la práctica de la entrada y salida de buques mercantes en el muelle comercial de nuestra Ciudad. Justo lo que necesitaba y que le permitió, a un hombre inquieto como él, simultanear aquella tarea con sus múltiples ocupaciones.
Fachada de la confitería 'La Moderna' en la calle Pagador esquina con La Palma
CONFITERÍA Y FOTOGRAFÍA.
Posteriormente, en la década de los ochenta del siglo pasado, abrí un negocio de venta de Pastelería Confitería, con productos de La Perla, con el nombre de confitería "La Moderna", situada en los bajos de la esquina de su casa, calle Palma con Pagador y frente al desaparecido negoció de artículos de droguería Cárave.
Fernando, por esas fechas, también trabajó como fotógrafo, montando un pequeño laboratorio en su casa, iniciándose en la filmación de películas en super ocho, llegando a registrar en películas al torero José Luis Galloso, en sus principios.
RADIOAFICIONADO: EA-7-CKG
Y por fin, encontraría una afición que realmente llegó a apasionarle: la radiafición. Empezó a contactar con territorios de medio mundo con una estación de radio aficionado de 27 Mhz, instalada en la trastienda de la confitería. Era frecuente que los clientes y su familia lo escucharan día tras día llamar al universo mundo con su código de contacto..."Cq, Cq, dx, dx esta estación es F-100, Fernandito, que llama..." para, inmediatamente contestar algún italiano o francés con el que mantenía a veces dificultosas conversaciones que, mas tarde, se materializaban en innumerables tarjetas de contacto de casi todo el mundo y amistades por doquier que a veces, incluso, se alojaban en su casa.
La afición se convirtió en casi obsesión. Fernando no se podía quedar quieto y como en todo, tenía que profundizar. En sus inicios como radioaficionado contactó a diferentes personasm, conocidas en la frecuencia como 'Lucio', 'Wili' o 'Selenio', entre otros.
Luego de embarcarse en una apasionante aventura por las ondas, adquirió nuevos equipos para finalmente llegar a la cúspide de su aspiración con la instalación de su tan ansiada emisora decamétrica --que trabajaba en la frecuencia de los 10 metros y podría hablar con una calidad excepcional con todo el mundo--, obteniendo licencia de primera clase como radiaficionado, con distintivo personalizado operadores de : EA-7-CKG
A tanto llegó su entusiasmo por el mundo de las ondas que, en unión de otras personas, fundó e inauguro el primer Radio Club de El Puerto, el R.C. Bahía Gaditana, que se encontraba en la calle Pagador, junto al actual Mercadona, frente a la confitería que regentaba.
Fernando, en la Frutería de su hijo Santiago, en la calle Pozuelo
CARPINTERÍA Y CERRAJERÍA.
Después de esta etapa y tras traspasar la confitería --le era imposible compaginar tantas actividades laborales-- se adentró en en el mundo de la carpintería y en el de la cerrajería, llegando a realizar hasta jaulas de madera de exquisita construcción y diversos muebles que luego regalaría en una frutería donde ayudaba a su hijo Santiago a cambio de una cantidad de puntos por compras en frutas.
Fernando Biensoba, con su hijo Álvaro, en la década de los sesenta del siglo pasado.
Tras su jubilación, de la que disfrutó anticipadamente por exceso de tiempo cotizado a la Seguridad Social, se dedicaría al adecentamiento de una finca rústica ubicada en Sanlucar de Barrameda que heredó de sus padres, llegando a remodelarla por completo invirtiendo en ella mucho dinero y días de solitario trabajo al objeto de que sus cuatro hijos y nietos disfrutaran de ella, algo que le hacía muy feliz. Su afán fue el trabajo por el trabajo, aunque el fin no fuera el disfrute propio, sino ver su obra finalizada.
Luisa Collantes López, en su casa de la calle La Palma, al principio de habitar aquella vivienda.
En octubre del año 2002 muere su mujer, Luisa víctima de una larga e incurable dolencia. Fernando fallece también el 18 de diciembre, dos meses después de su mujer.