Lápida de la sepultura de D. Daniel, en la Sección 4ª del primer patio a la derecha, frente al N., letra M, número 54.del Cementerio Campal de El Puerto. Tiene una curiosa historia que contamos más abajo.
Cuando llegaba el día de la Virgen del Carmen, Elena Palacios Muñoz-Seca, desembarcaba, con toda su prole en la casa de la calle Nevería, donde todo el año vivía, con al menos tres muchachas de servicio, María Teresa Muñoz Seca, viejecita, soltera, pero que tuvo un novio de toda la vida con quien no se casó. El novio era Don Daniel Martínez García, natural de Ros (Burgos) de donde vino a afincarse aquí, con su hermano Don Braulio. Terminaron por ser propietarios de infinidad de fincas rústicas y urbanas, que dejaron a varios conventos de Burgos y a unos sobrinos, y fueron poseedores de una magnífica biblioteca, que legaron a mi padre. Don Daniel, además, fue un erudito y un intelectual que se codeaba con los mejores intelectuales españoles y extranjeros del momento.
Don Daniel fue, también, Presidente de la Cámara Nacional de Comercio lo que lo distraía mucho tiempo por Madrid. Don Daniel tenía una tienda de ultramarinos y coloniales en la misma esquina de la calle Ganado con Vicario, que se llamaba "El Cañón", por uno enorme que había en la fachada, a modo de guardacantón. Don Daniel, en el fondo, como no tenía aquí más familia que su hermano Braulio, que le premurió; como era soltero impenitente; como pensaba que lo mejor era no dar la lata después de muerto, tenía previsto todo para el momento de su fallecimiento.
Por lo pronto, otorgó testamento ante Don Castor Montoto, el 28 de mayo de 1945, en el que decía que, desde el 23 de mayo de 1936 tenía una sepultura de su propiedad, en la Sección 4ª del primer patio a la derecha, frente al N., letra M, número 54, donde el otorgante tiene colocada su lápida. Y es que, previsor, Don Daniel Martínez García, como no pensaba que nadie le sobreviviera, se dedicó a sí mismo la sepultura. Y donde en todas las lápidas pone "Tu padres no te olvidan", o "Tu viuda no te olvida", mandó poner escuetamente esta dedicatoria: "ÉL". Y así puede verse en el cementerio campal de esta Ciudad.
Dedicatoria de Pedro Muñoz Seca, de su obra 'La Nicotina' a nuestro protagonista. (Archivo L.S.A.).
María Teresa Muñoz Seca, por su parte, su novia de toda la vida, le sobrevivió. Como Don Daniel, que no lo he dicho, era tuerto y tenía un ojo de cristal, Don Pedro Muñoz Seca, que era el demonio, le escribió a su hermana, cuando se enteró del noviazgo, una postal, que yo alcancé a leer: "María, ¿tu crees que Daniel te mirará con buenos ojos?".
Don Daniel cerró sus ojos -- uno, al menos-- el día 4 de enero de 1947. María Teresa, que, en su lejana juventud le había jurado amor eterno, le guardó luto y ausencia y murió, con cerca de 85 años, en torno a 1964, en la casa de la calle Nevería, donde yo la veía todos los veranos, no bien desembarcaba Elena Palacios con su prole. (Texto: Luis Suárez Ávila).