Del carajo. Es una de las palabras más usadas en los repertorios carnavalescos, qué carajo. Y por muy gruesa que suene, “carajo” tiene un componente más marinero que genital y el término gaditano de “carajote” está relacionado con la vida náutica. Por eso no es lo mismo “mandar” o “ir al carajo” (gran y verdadero estribillo de Los Falsos, “…tequiarcarajo, Juan”) que “irse al carajo”, sinónimo de naufragar, irse a pique. Cuando un velero se hunde lo último en quedarse a la vista suele ser su palo mayor, lo que coloquialmente se llama, ejem, carajo. Por su inhiesta disposición, el principal palo de los barcos se comparaba con el miembro viril y estaría por ver qué fue primero, el término nabal o el término naval. Por eso las cosas pueden ser “del carajo”, de lo espectaculares o estupendas que se presentan. El carajo era lo máximo en nuestros antiguos barcos. Como término de ida y vuelta, en Cuba y en muchos países hispanoamericanos, también se utiliza con profusión. (A la izquierda, canastilla o carajo del Palo Mayor del Juan Sebastiáin Elcano).
Y mandar al carajo era, efectivamente, enviar a lo más remoto de la embarcación al tripulante revoltoso o quejica, para que se amansara un poco. Unas horas, o unos días, destacado donde más se percibían los movimientos de la nave, volvía tranquilo al más rebelde de los marineros. El carajo volvía “carajotes” a quienes estaban dispuestos en lo más inclemente del barco, así que el término pasó sin problemas del mar a la tierra. Los atolondrados por los meneos de estar en lo alto del palo mayor tenían su réplica a pie de calle entre los individuos poco avezados, de poco seso, o de excesiva presunción, que es una variante para definir a “carajotes” y “carajotas”, término femenino innecesario, como la deformación de “clienta”. “Carajote” (ya que no es “carajoto”) incluye a hombres y mujeres . Es un término que pervivió en la Bahía de Cádiz y a través del Carnaval y de la televisión comienza a exportarse a toda España.
Plano de velas el Argonaut, construido en los astilleros de Glasgow en 1876 por Barclay, Curle & Co con una eslora de 241 pies. Tiene 7 vergas en el palo mayor, pero solo 5 en los otros dos
Hablábamos del carajo en su marítima acepción de palo mayor del barco. La parte más espectacular de la nave, que condena al naufragio si toca la superficie del agua y lugar al que eran enviados los marineros rebeldes para que se marearan y calmaran. De esta forma quedan explicadas de forma muy visual expresiones tan malsonantes vinculadas a “carajo”, “carajote” y la consecuencia de haber navegado en tan altas posiciones, la “carajera”.
Pero incluso hay un lugar geográfico que atiende de forma exacta el envío que se suele pronunciar de forma airada o cariñosa, como el oído hace unos días entre dos ministros suramericanos. Hay un lugar en el mundo que se llama Carajos, en concreto Carajos Cargados, unas islas descubiertas por marineros españoles y que se encuentra en pleno Oceáno Índico. Un bastinazo. Si merodean en google maps el buscador no tardará ni un segundo en mandarles a Carajos Cargados. Este archipiélago de escasa población y de alargadas superficies (ejem, la foto de la izquierda es real, la de la isla principal) puede deber su nombre, con retintín guasón, por su evidente forma. Pero también los carajos a los que aluden pueden ser las majestuosas palmeras, como altas vigías, que pudieron sorprender a nuestros paisanos allá por el siglo XVII.
Carajos Cargados pertenece a la isla Mauricio, el país sin delincuencia, entregado al turismo y que posee la mejor renta per cápita de África. Es un arrecife que salpica el Indico, a más de mil millas al este de las costas continentales. Sí, está lejos. En el mismo... Los navegantes portugueses habían llamado a estas islas de San Borondón; y los españoles, más descriptivos, Carajos. Cuando por allí pusieron el pie los ingleses no les pareció mal mantener el nombre. (Texto: Francisco Andrés Gallardo).
Otro día hablaremos del gaditano 'carajo de mar' o cohombro.
Pulsando en los comentarios de esta nótula, pueden leer una sentencia del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía, en el que el Director General de una empresa de El Puerto es absuelto de la resolución condenatoria, por haber 'mandado al carajo' a un subordinado, en el año 2006. Léanla, no tiene desperdicio.