Cocinero de postín, divulgador de platos de nuestra tierra, investigador de nuestros sabores, este portuense, hijo de Roberto Romero Laffite (nótula de Conservas Sur, núm. 333), nieto del Marqués de Arco Hermoso y descendiente de Cecilia Bölh von Faber, se desenvuelve por la capital del Reino de España con un amplio bagaje en cocina andaluza. Tiene arte. Y tiene abierto el restaurante Foccolare, en pleno Barrio de Salamanca madrileño.
Roberto Romero Miura nace en Sevilla, aunque al poco tiempo su familia regresa a El Puerto. Culminados sus estudios, se traslada a Madrid, donde cursa estudios de técnico especialista en comidas y bebidas en la escuela Sol, dirigida por Emilio Gómez Calcerrada. Durante este periodo, realiza prácticas en el restaurante Lúculo, tanto en cocina como en pastelería, bajo la dirección de Ángel García. Terminados los estudios, regresa a El Puerto, donde se hace cargo de la cocina de Pasta Gansa durante dos años.
Se trata de un restaurante italiano, situado en una casa señorial dentro del casco antiguo de la ciudad. Posteriormente instala su primer restaurante, La Olla , durante un año. (En la imagen, un ancestro de Roberto, Cecilia Bölh von Faber --Fernán Caballero--).
Luego se trasladaría a Sevilla, donde ejerce de jefe de cocina en Midas, por un periodo de dos años, continuando su labor en Sabina, restaurante de referencia en la capital andaluza a lo largo de cuatro años. Finalmente se instala en Madrid, abriendo el restaurante Foccolare, en la calle General Pardiñas, núm. 40. Esto sucede en mayo de 2001.
«Elegante y discreto restaurante en el que Roberto Romero ofrece al público de Madrid una carta básicamente andaluza: los pescados ocupan un lugar importante. Chocos, corvina, urta, rape... Las mejores tortillas de camarones, doradas, ligeras y crujientes, como una filigrana con marcado sabor a marisco. Así son las tortillas de camarones que prepara Roberto Romero en su restaurante» (Julia Pérez. Guía de Madrid. ABC).
ENTREVISTA.
(En la imagen de la izquierda, galería de la planta superior de la Casa Palacio del Marqués de Arco Hermoso, en calle Durango, antes de ser desmantelado. Sobre una pianola, un cuadro atribuido a Pablo Legot, "Adoración de los Reyes Magos" de la Escuela Sevillana --Siglo XVII--. (Del libro ‘Casas Señoriales de Andalucía’ de Patricia Espinosa de los Monteros. Ed. Cartago. 1998. Foto: Francesco Venturi)
El Puerto, Madrid, Sevilla, un buen triángulo para comer donde Vd. se ha desenvuelto profesionalmente. Ya va para tres años con esta aventura madrileña de Foccolare. ¿Por qué Madrid?
--En Madrid hay sitio para todo y para todos. Además, como dicen los taurinos, para triunfar hay que hacerlo aquí, y Foccolare está a 5 minutos de Las Ventas.
De donde le viene su afición por la buena mesa, de dar de comer a los paladares más exquisitos?
--En mi casa se ha comido siempre bien. Y ya que había que trabajar, ¿en que mejor que en algo que me gusta? Además la satisfacción del comensal es inmediata, como se les puede ver en la cara.
Con su padre, Roberto Romero Laffite, paseando por una dehesa.
El mejor piropo a sus platos ha sido …
--Una niña a su madre: “Mamá, estas croquetas están mejores que las de la abuela”. Le responde la madre a la niña: “Como se entere tu abuela…”
Confirme o desmienta: El Tocino de Cielo que Vd. hace, más que de cielo es Inter planetario. . .
--Y si no lo suscribo yo. En Focolare hay mucho y buén vino de la tierra, y el tocino de cielo está a su altura.
Tortillitas de camarones y ortiguillas, en Foccolare. «En fin pelillos a la mar: a la mar de las ejemplares tortillas de camarones, crujientes y ligeras, que nos vuelven a situar donde queremos estar". (Fernando Point. Metrópoli – El Mundo).
La Infanta Doña Margarita, Ana Botella, Nicolás Redondo, Ignacio y Baldomero de Casa Paco, periodistas y toreros se encuentran entre sus clientes. ¿A la hora de comer, mueren sus comensales por sus guisos, como por ejemplo las habas con chocos?
--El estómago es la parte más débil del cuerpo humano, y si no que se lo pregunten a Aquiles; no fue una flecha, sino una cuchara su punto débil.
Dígame, sus clientes ¿se convierten al portuensismo gastronómico cuando les da de comer una ración de urta como las hacemos por aquí, a la roteña?
--Tenían referencias de los platos probados en la provincia de Cádiz, y aquí han confirmado sus gustos. Se aficionan y se hacen clientes.
En la imagen, Rabo de Toro deshusado firmado por Roberto. Pero les sugiero pidan unas 'Manos de Ministro' igualmente deshusadas. Deliciosas. "Los guisos son a prueba de fuego de este restaurante madrileño; una prueba de la que sale bien su cocinero Roberto Romero con su rabo de toro, con la perdiz escabechada y, sobre todo, con un plato de lengua que es una maravilla". (Lasheras. La Gaceta de los Negocios).
Lúculo y ya van casi 10 años de Foccolare en Madrid (General Pardiñas, 40), Pasta Gansa y La Olla en El Puerto, Midas y Sabina en Sevilla. ¿Se han enterado sus clientes lo que vale, no lo que cuesta, un plato suyo de chocos en su tinta al oloroso 10RF?
--Quizá sea el plato que más kilómetros ha hecho conmigo y el más portuense. Porque como está bueno de verdad es con 10 RF; lo he intentado con otros vinos, y no me vale ninguno. Pero no todo se usa para cocinar. . .
La fachada de Foccolare, en General Pardiñas.
Con Vd. Roberto, ¿saben ya en Madrid que nuestra cocina es algo más que dorada a la sal y pescaíto frito?
--Ese es el camino. Con un recetario como el nuestro, hay que ser muy malo o un "esaborio"
La materia prima que le llega desde El Puerto y la zona: robalos, voraces del estrecho, ortiguillas, erizos, traen el olor de la Bahía. ¿Cómo huele El Puerto desde la distancia?
--Huele a nostalgia, y por tanto el olor es mucho más intenso. Se valoran aún más, si cabe, sus gentes, su enclave, sus materias primas y sus vinos, que en Madrid saben distinto.
Roberto, con una vecina de General Pardiñas, cliente y amiga, en su restaurante.
De Roberto ha dicho el crítico gastronómico Joaquín Merino, habitual de El Puerto: «…el “milagrito” se llama Roberto Romero Miura, emparentado con la familia propietaria de este hierro, y que vio la luz en El Puerto de Santa María, Un pueblo (o ciudad, si lo prefieren los lectores, aunque a mi me gusten más los pueblos) con el que me identifico, donde me encuentro siempre cual pijota en el agua y acerca de cuyos restaurantes El Faro y Las Bóvedas (Hotel monasterio de San Miguel)»