Dionisio Capaz y Rendón nació en El Puerto en 1780 y murió en Madrid en 1855. En 1799 sentó plaza de guardiamarina, embarcando en el Conquistador , que mandaba Churruca, y al año siguiente ascendió a alférez de fragata. Participó luego en la expedición francesa de Leclerc a Santo Domingo, y en 1802 en la Comisión cartográfica que debía levantar los planos del archipiélago griego. Asistió a la batalla de Trafalgar, embarcado en el Bahama, y fue hecho prisionero por los ingleses. Al ser puesto en libertad se reintegró a Cádiz, ascendiendo a alférez de navío, y sucesivamente a teniente de fragata y de navío.
DIPUTADO POR CÁDIZ.
En 1813 fue elegido diputado a Cortes por la provincia de Cádiz hasta el regreso de Fernando VII a España. Fue entonces encarcelado en Madrid y trasladado luego al castillo de San Sebastián en Cádiz, en el que permaneció condenado durante dos años. En 1818 tomó parte en un convoy que llevaba tropas al Callao, teniendo que hacerse cargo del mando cuando el primer comandante cayó enfermo. La expedición fue desastrosa, pues los insurgentes capturaron el María Isabel, buque que tripulaba Capaz, quien, sin embargo, llegó al Callao. Fue sometido a causa, de la que salió absuelto por motivos políticos. Estaba en el Callao cuando el ataque de Cochrane y fue designado por el virrey Pezuela para representarle en las conferencias de Miraflores con San Martín, que no tuvieron resultado práctico (1821). Ese mismo año regresó a España y fue ascendido a capitán de fragata y en 1822 nombrado secretario de la Junta del Almirantazgo y del Despacho Universal de Marina en un Ministerio presidido por Evaristo San Miguel, liberal exaltado, Ministerio que fue apodado de los Siete Niños de Écija.
Reunión de las Cortes de Cádiz durante el Trienio Liberal.
MAYOR GENERAL DE LA ESCUADRA DEL OCÉANO.
Al producirse la invasión del duque de Angulema se trasladó con el ministerio a Sevilla y luego a Cádiz, fue nombrado mayor general de la Escuadra del Océano y participó en la defensa del Trocadero; caído el régimen liberal emigró al extranjero y no regresó hasta 1832, reintegrándosele en sus grados, ascendiendo en 1835 a capitán de navío y después del motín de La Grania a brigadier.
SENADOR POR TOLEDO Y MINISTRO.
En 1837 fue elegido senador por la provincia de Toledo, afiliado al partido progresista, y al año siguiente promovido a jefe de escuadra. En 1840 fue nombrado ministro de Marina en el gobierno de Vicente Sancho, gabinete que quedó sin efecto. En 1841 se le nombró presidente del Consejo Permanente de Guerra de Generales del Eiército que había de fallar las causas por el levantamiento de octubre del mismo año y, empatados los votos en la del general Diego de León, el suyo fue el que decidió la pena de muerte dada a este, por lo que fue unánimemente censurado. Enemistado por esto con la opinión pública, renunció a su ascenso a teniente general, aunque más tarde lo hiciera valer invocando sus derechos al escalafón.
MINISTRO DE MARINA.
Fue nuevamente ministro de Marina con Rodil y al producirse el levantamiento de 1843 emigró al extranjero, de donde no volvió hasta 1847. Este mismo año ascendió a teniente general. En 1853 fue nombrado vocal de la Junta Consultiva. (En la imagen, Gran Cruz de la Orden de San Hermenegildo, de la que estaba en posesión, además de la banda de dicha orden).
CAPITÁN GENERAL DE LA ARMADA.
En agosto de 1855, elevado a capitán general de la Armada, cargo que desempeñó hasta su muerte, el 27 de diciembre siguiente. Julio Guillén hace de él este juicio: "a partir de Capitán de Fragata su carrera la hizo de Diputado o en la revolución, sin pisar la cubierta de un barco... La intriga y la política le hicieron alcanzar la suprema dignidad de la Armada, en cuya galería -llena de virtudes- no puede figurar sino como despótico, ambicioso y violento". (Texto: Germán Bleiberg).
RETRATADO POR FRANCISCO LAMEYER
Retrato sedente del Teniente general de la Armada, Dionisio Capaz y Rendón (1779-1855), tío de Francisco Lameyer, vestido con uniforme de gala, casaca con entorchados, charretera dorada y fajín rojo. El bastón de mando que porta en su mano derecha y las condecoraciones, Banda de la Orden de Carlos III, Gran Cruz y Banda de San Hermenegildo y, sobre la solapa, la Cruz Diadema Real de Marina, replicadas fielmente hasta en sus más pequeños detalles revelan el profundo conocimiento de la Armada por el autor. El retrato fue solicitado por el propio Museo Naval a Capaz en 1853, un año antes de que Francisco Lameyer marchara a Filipinas, con el propósito de albergar entre sus salas a generales y marinos ilustres. Pese a culpar del retraso a su indisposición física, alegada ante el Director del propio Museo Naval en mayo de aquel año, «...teniendo de otro modo que hacerlo –el retrato- en mi casa imposibilitado de andar aunque aliviado de mis males»; en septiembre fue terminado el retrato y el conserje del Museo Naval pasó a recogerlo al domicilio de Capaz, quien por aquellos años vivía con la familia Lameyer en la madrileña calle Arenal, número 12, para mudarse poco después al 18 de la Ballesta, donde aquel viejo general fallecería de pulmonía a los setenta y seis años de edad.
Este recién restaurado óleo sobre lienzo de forma ovalada, situado hoy, y tal vez como castigo a su carácter en uno de los peines de los fondos de su depósito, pues «...el General D. Dionisio Capaz, era violento y despótico y no tenía ninguna condición de verdadero liberal; la vicisitudes de los tiempos y el turbión de las pasiones políticas, lo arrastraron a figurar en la parte más avanzada del partido constitucional, y allí ocupó el puesto que le correspondía por su buen talento, su vasta instrucción y su osadía. Siendo su último período el que más lastimó su nombre; la Armada no puede presentarlo en el catálogo de sus dignos y notables Capitanes Generales, con los títulos y virtudes de la mayor parte de los que llegaron a esta elevada altura» Francisco de Paula Pavía: “Galería Biográfica de los Generales de Marina» (Texto: Fernando Martínez Rodríguez).
“Testamento del Excmo. Sor. Dn. Dionisio Capaz, nombra por herederos á sus hermanos, cárnales y política”. Archivo Histórico de Protocolos, Madrid. Dionisio Pérez.