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Isabel Rodríguez, una portuense devota de la Virgen de los Milagros, ha recuperado la movilidad en una pierna que tenía desde la niñez atrofiada por la polio. Entre 1945 y 1962 la poliomelitis fue una plaga, una epidemia que barrió las cunas de toda España. El franquismo borró buena parte de las pistas de aquella mayúscula negligencia y oficialmente sólo se reconocieron 35.000 casos, que ya son casos. Isabelita fue uno de ellos. A los 23 meses de vida el poliovirus entró en su médula y, desde entonces, su pierna derecha se deformó y se paralizó. Isabelita vivió con ello, acompañada toda la vida por el dolor que provenía de una extremidad rígida que no le obedecía, se casó con Julio, tuvieron hijos y cada semana acudía a la Prioral de El Puerto de Santa María a rezar a la Virgen de los Milagros para que todo fuera bien, para que los niños estuvieran sanos y la vida no trajera desastres. La Virgen de Isabelita cumplió con ella y a Isabelita nunca se le ocurrió pedir que su pierna volviera a estar como cuando tenía 22 meses. (En la imagen, Isabel Rodríguez, delante de la Capilla que da acceso al Camarín de la Virgen de los Milagros. Foto Fito Carreto).

Entramos con Isabel en la Prioral cruzándonos con un mendigo que en la puerta exhibe un cartón donde se lee "padesco cáncer y no persivo ayuda. Solo quiero comer". La Virgen de los Milagros luce manto blanco desde lo alto de su capilla e Isabelita mira embelesada. Pero Isabelita no es ninguna iluminada. Es una mujer de rasgos dulces y ojos chispeantes que se asombra de lo que le ha sucedido, lo agradece y lo lleva con discreción. Sucedió. Increíble, pero sucedió.

exvoto5_puertosantamaria copiaCuentan en la Hermandad una historia ocurrida en 1620. Es la historia de una mujer amortajada a la que vela su marido entre sollozos, alumbrados ambos, el cadáver y el doliente, por las candelas. En un momento, toda la habitación se ilumina con un fogonazo y del haz de luz emerge la Virgen y el marido que se hinca de rodillas y le pide que le devuelva a su mujer amada. La amortajada abre los ojos y se levanta. Así se publicó en la Revista Portuense, en su número de septiembre de 1922. Desde entonces, la Virgen lleva el nombre que lleva. (En la imagen, exvoto que se conserva en las escaleras de acceso al Camarín de la Virgen de los Milagros).

El pasado 6 de septiembre era un día especial para Isabelita. Después de año y medio cuidando y mimando el atuendo de la Virgen, colocando cada viernes flores, la Hermandad le iba a imponer la medalla, una medalla que todos reciben de rodillas. Ella sabe que eso no es posible. Nunca ha podido hincar su rodilla y menos desde que hace unos años su pierna fue a dar con una de esas trampas que ponen los ayuntamientos en la vía pública. Se rompió el fémur. En esa mañana en la que la que las hermanas esclavas están preparándolo todo para el día de la Patrona, descienden la imagen de la Virgen e Isabel nota algo raro. "--No sé, no diría que fue una mirada, no podría explicarlo. Yo estaba muy emocionada y noté lo que no puedo explicar. Era algo en los ojos de la Virgen y sentí algo que ... sabía que había pasado algo porque, de repente me dije y si..."

exvoto_pierna_puertosantamariaY sí. Había pasado. Isabel se arrodilló. De testigo, todas sus compañeras. "--Isabelita, puedes arrodillarte. Isabelita, ¿qué ha pasado?"

Julio, su marido, está con ella y corrobora la historia. "--Cuando llegó a casa diciendo mira lo que me ha pasado yo le dije pero mujer, cómo va a a ser eso. Pero era cierto". Demuestra la recuperada movilidad de la pierna ante nosotros, ante la capilla de su virgen venerada y ante unos turistas de San Sebastián, que observan con curiosidad. "--Si es que hay que creer en los milagros", conviene la turista. (En la imagen, un exvoto de una pierna).

Los dolores que siempre le han acompañado han desaparecido de su pierna derecha, lo que se le hace extraño. Ha pedido hora para el traumatólogo porque tiene curiosidad por saber qué ha sucedido con su pierna. cómo es ahora su pierna por dentro. Está deseando ver las radiografías. "--De verdad, no pedí nada a la Virgen. No sé si es un milagro o no. Los padres lo han dicho en la Iglesia, aunque no han dicho que fuera yo. Y es que no lo voy contando por ahí. Si alguien me pregunta, pues le digo que sí, que me pasó, que mi pierna puede doblarse".

diegovalle_parroco_puertosantamariaLa Iglesia es prudente con estos fenómenos. A Diego Valle, párroco de la Prioral, se le nota que no le gusta hablar del tema. "--Yo le he dicho a Isabel que vaya a ver al médico. Tiene que ser la medicina la que nos diga que ha ocurrido algo sobrenatural, algo que no tiene explicación. Mientras tanto, nos alegramos de que Isabel esté mejor, haya sido un milagro o no". Pero ya pronunciar la palabra milagro le cuesta trabajo. En más de veinte años de sacerdote reconoce no haber visto ninguno. "--Creo en los milagros, naturalmente, cómo no voy a creer, pero es cierto que es la primera vez que me enfrento a algo así. Porque sí, gente que dice que ve a la Virgen hay mucha, pero la fiabilidad es poca". (En la imagen, Diego Valle).

juandelrio_obispo_puertosantamariaJuan del Río ha sido obispo de Jerez y en la actualidad es arzobispo castrense. El sí afirma conocer casos de curaciones. "--Son cosas que suceden, pero si no existe un mediador, si se produce espontáneamente, se agradece el alivio con unas misas y no se produce investigación alguna". Del Río fue postulador en la beatificación de Célia Méndez, fundadora de Las Esclavas, y allí conoció la cantidad de informes médicos, "a ser posible gente de la comunidad científica no decididamente creyente", para elevar el milagro a hecho. Es consciente de que la mayoría de la gente se toma este tipo de casos a risa: "--Es la alegría de los amigos y la mofa de los enemigos". (En la imagen, Juan del Río).

Estanislao Mena es psicoanalista y no cree en los milagros, pero sí en la potencia de "la identificación. Desconocemos el poder de la mente y la relación entre lo psíquico y lo físico no sorprende a nadie". Una radiografía que mostrara si se ha producido un cambio radical en la articulación sería una prueba que a los médicos les daría que pensar, pero, sin esa radiografía, Mena cree que lo lógico es considerar que un momento de plena emoción ha podido operar una mejoría. Al mismo tiempo, relata el caso recientemente publicado por una revista científica francesa sobre un extraño suceso ocurrido en un internado de París. Fue un caso de histeria colectiva. Tras sufrir un desengaño amoroso, una chica sufrió una parálisis total. Por extraño que parezca, la parálisis se contagió a gran parte del internado. "--El poder de la identificación. Aquí no había nada sobrenatural".

El milagro, como dice Juan del Río, sirve de mofa a los no creyentes, pero es un fenómeno presente en todas las sociedades. Todo el mundo desea la intercesión divina para que con un chas todo cambie en la vida terrenal. En Jerez está la capilla que se conoce como del "señor de la Puerta Real". Está tapizada de aparatos ortopédicos, juguetes de niños y multitud de cachivaches que son los que dejan los que creen firmemente en que se obrará un milagro que corrija las desdichas. Juan, uno de los mendigos habituales de la Puerta Real, cree en él "porque me salvó la vida". "¿Cómo?" "Me tiré desde un cuarto piso y salí vivo". "¿Y cómo fue eso"? "Porque me amortiguaron los tendederos. En realidad me salvó el Señor y los tendederos".

alexiscarrel_puertosantamariaDonde la Iglesia sí se preocupa de investigar las curaciones milagrosas es en sus lugares de peregrinaje clásicos. Lourdes es el más importante de todos ellos. A esta pequeña cueva acuden cada año cinco millones de fieles, absolutamente seguros de que ahí se obran milagros. Sin embargo, pese a la multitudinaria presencia de fervorosos seguidores de la Virgen durante más de un siglo sólo se han certificado 67 curaciones, la última ocurrida en 1987 y aceptada por la Iglesia en 1999. Para ser más exactos, la comisión de seguimiento de Lourdes no habla nunca de milagros, sino de "hechos médicamente inexplicables". (En la imagen, el Premio Nóbel de Medicina, Alexis Carrel).

Los defensores de los milagros siempre mencionan a su testigo más célebre, el Nobel de Medicina Alexis Carrel, que viajó en 1910 para estudiar lo que consideraba "curaciones psicológicas debidas a la histeria de las masas" y, de paso, acompañar en sus últimas horas a una enferma terminal de peritonitis. Para su sorpresa, fue llegar a Lourdes y desapafrecer la infección. Y será o no será, quién sabe, pero lo cierto es que Isabel aún observa sorprendida cómo su pierna se flexiona. Y por ello da gracias a su Virgen de los Milagros y es feliz, muy feliz. Ese hecho sí es incontrovertible. (Textos: Pedro Ingelmo).

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